La madrugada de este sábado al domingo 26 de marzo ha tenido lugar el primer cambio de hora del 2023. A las dos de la mañana se ha pasado automáticamente a las tres, inaugurando el nuevo horario de verano. Pero, ¿qué implicaciones tiene adelantar los relojes una hora? 

A pesar de que este domingo sea a ser un día más corto de lo normal, el horario de verano se caracteriza por una mayor cantidad de horas de luz en comparación a los meses anteriores. El cambio afecta principalmente a las tardes, al atrasar una hora el atardecer. Sin embargo, esta transición implica que el sol asomará también una hora después. 

El pasado 20 de marzo se daba la bienvenida a la primavera. La nueva estación trae consigo una subida de las temperaturas, y también el progresivo alargamiento de los días. Para ser concretos, a partir de ahora las jornadas ganarán aproximadamente tres minutos de luz cada 24 horas. Amanecerá un minuto y medio antes y anochecerá un minuto y medio más tarde que el día anterior. 

¿Cómo afecta el cambio de hora a tu cuerpo? 

Aunque el cambio de horario solo altere el tiempo una hora, esta pequeña modificación suele tener un impacto en nuestro reloj interno similar al conocido como jet lag. 

Es probable que durante la última semana de marzo muchas personas puedan experimentar cierta irritabilidad, falta de concentración y disminución del rendimiento físico e intelectual.​ Además, también se verán alterados los horarios de sueño, favoreciendo el insomnio y el cansancio durante el día, y de comida, haciendo que el cuerpo sea propenso a tener hambre entre horas. 

En concreto, según la Sociedad Española del Sueño (SES), la transición del horario de invierno al de verano es más dañina para el organismo. Según los expertos, durante los meses más fríos se tienen más horas de sueño, lo que favorece a un despertar más natural. 

¿Cuál es la historia del cambio de hora? 

La tradición de cambiar dos veces al año los relojes se remonta al 30 de abril de 1916, cuando Alemania y Austria decidieron marcar dos horarios distintos que diferenciasen los meses más cálidos de los fríos. En España no se implantó el cambio hasta dos años después, cuando se publicó un decreto como medida para ahorrar carbón. 

Durante las primeras décadas, realmente no fue un cambio organizado. La transición variaba según la región, incluso algunos años no se llevó a cabo. Fue en 1974, con la crisis del petróleo cuando muchos países europeos, incluido España, adoptaron el cambio de manera fijada y regulada.  

Podría ser uno de los últimos cambios de hora

Europa lleva un tiempo planeando acabar con el cambio de hora. A lo largo de estos años ha impuesto sucesivas fechas límites para terminar con el mismo, pero ninguna se ha llegado a cumplir. 

La propuesta lanzada por la Comisión Europea es que los Estados Miembros decidan si prefieren mantener el horario de invierno o el de verano durante todo el año. Desde el SES alertan que, "si hubiese un horario de verano permanente en los meses de invierno habría falta de luz por la mañana y en los de verano un exceso por la noche".