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Sánchez exhibe su discurso más progresista e impugna a los poderes económicos para remontar las encuestas

El presidente del Gobierno insiste en que el Ejecutivo seguirá desplegando medidas para proteger a las mayorías sociales "aunque resulte incómodo para los poderes". "Si el señor Galán y la señora Botín protestan es que vamos en la buena dirección", asegura Sánchez.

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este viernes en La Moncloa. Chema Moya / EFE

Pedro Sánchez se ha quitado la corbata y su voz sin corsés suena distinta. El presidente del Gobierno hizo este viernes un balance del último semestre político y exhibió un discurso que pareció consolidar el giro a la izquierda que se le pedía por parte de su socio, Unidas Podemos, y de sus aliados parlamentarios.

Tras los cambios que acometió en la dirección del PSOE el pasado fin de semana, Sánchez ha desplegado una estrategia en la que la acción de Gobierno busca un reparto justo y equitativo de los costes de la inflación que se complementa y refuerza con uno de los discursos más progresistas que se le recuerdan al presidente.

Algunos de sus adversarios le achacan al líder del Ejecutivo la costumbre de dar bandazos en sus políticas y relatos que terminan por poner en cuestión la posibilidad de tener un rumbo fijo y una hoja de ruta política clara. Hace apenas un mes, Sánchez era el anfitrión orgulloso de una cumbre de la OTAN que pintaba el paisaje de un mundo en conflicto, señalaba a sus enemigos y pedía a sus miembros el aumento del gasto militar en sus respectivos presupuestos.

Todo ello apenas unos días después de que el presidente calificara de "bien resuelto" la operación policial en la valla de Melilla en la que murieron decenas de personas que trataban de cruzar la frontera entre España y Marruecos. Sus socios encendieron las alarmas, cargaron contra el PSOE y advirtieron de que avalar las políticas y los marcos de la derecha solo le da votos a la derecha. 

Semanas después, Sánchez escenificó durante el debate del estado de la nación un cambio en el que se mostraba dispuesto a ir más allá a la hora de incrementar la justicia fiscal y social en una situación económica que se antoja complicada debido a la inflación y al impacto de la guerra en Ucrania.

Ese cambio se consolida y fructifica ahora en dos impuestos que gravan el margen de negocio de grandes empresas eléctricas y entidades financieras (dos sectores que están obteniendo importantes beneficios como consecuencia, precisamente, de un contexto económico en el que las pequeñas empresas y las familias pierden poder adquisitivo) en lo político, y en un aviso a navegantes a los grandes poderes en lo discursivo.

'Ladran, luego cabalgamos'

"Vamos a seguir aprobando medidas para proteger a los más vulnerables, aunque al hacerlo resultemos incómodos para algunos poderes", aseguró el presidente del Gobierno al referirse a estos dos tributos y al paquete de medidas que aprobará el Consejo de Ministros la próxima semana para continuar rebajando la factura de la luz y para hacer frente al incremento desbocado de los precios.

No es la primera vez (aunque tampoco es lo más habitual) que el líder del Ejecutivo habla de "poderes" que se ofuscan cuando se legisla para repartir costes o riqueza en momentos de crisis. Pero esta vez fue distinto.

Sánchez no solo habló de "poderes" sin afiliación conocida que actuarían en la sombra y cuya hoja de ruta y funcionalidad parecerían inescrutables e invisibles para el ojo del común de los mortales; en esta ocasión puso encima de la mesa, desde la Sala de Tapices de La Moncloa (donde se anunció la abdicación de Juan Carlos I o la muerte de Adolfo Suárez), dos apellidos que ponen cara a los dos sectores a los que el Gobierno exige, ley en mano, que "arrimen un poco más el hombro" y renuncien a una parte de sus beneficios: Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, y Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander.

Emulando la expresión "ladran, luego cabalgamos", el presidente aseguró: "He escuchado a la señora Botín y al señor Galán; si protestan es que vamos en la buena dirección. Son los mismos que dijeron que subiendo el salario mínimo íbamos a destruir empleo". 

Otro cambio discursivo en un presidente que en algunos momentos de la legislatura no pareció tener del todo claro que la subida del SMI no provocaría la destrucción de puestos de trabajo (una hipótesis cuya refutación le valió un premio Nobel en 2021 al economista David Card), ya que permitió su congelación a finales de 2020 bajo la premisa de un contexto económico marcado por la incertidumbre que provocaba la pandemia del coronavirus.

Sánchez: "Vamos a trabajar para darle la vuelta a las encuestas"

Los motivos de esta apuesta decidida por un discurso progresista que complementa la intención del Gobierno de repartir los costes de la inflación seguramente son muchos y distintos, pero la caída del PSOE y el estancamiento de Unidas Podemos en las encuestas, y los malos resultados electorales de ambas formaciones en Castilla y León y Andalucía, sobresalen respecto al resto.

El propio presidente respondió desde La Moncloa a una pregunta sobre los sondeos: "Vamos a trabajar para darle la vuelta a esas encuestas, no cayendo en el catastrofismo de la derecha y de la ultraderecha, pero tampoco cayendo en la euforia", aseguró.

El líder del Ejecutivo se ha quitado la corbata y le ha pedido a los ministros de su Gobierno que sigan su ejemplo para librarse un poco más del calor y ahorrar así energía en los edificios oficiales. Veremos si, al igual que Sánchez, quitarse el nudo en la garganta de las corbatas que embridan la voz e imponen el protocolo hace que los ministros socialistas (en los de Unidas Podemos no es algo excepcional) también sigan el "ladran, luego cabalgamos" con el apellido de algún 'poderoso' al que le cuesta "arrimar el hombro".

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