De Vallecas se dijo que sería el escenario de la gran batalla entre fascismo y antifascismo en las elecciones madrileñas. La prueba de fuego para comprobar si el populismo al estilo Donald Trump podía pescar en el mismo caladero que llevó al magnate a la Casa Blanca, en el río revuelto de la polarización y el desencanto, buscar el voto la clase obrera defraudada. Por eso los ultraderechistas eligieron la plaza roja de Puente de Vallecas para arrancar una campaña electoral en la que atacarían a todos para después decirse víctimas en el segundo distrito con menor renta media de la comunidad (9.706 euros).

Unidas Podemos también jugó sus cartas, aunque democráticas: las del candidato que salió del barrio para llegar a vicepresidente del Gobierno, regresó para salvar a su partido y se retiró definitivamente de la vida política al acabar en última posición en la Asamblea. También jugó las cartas con balas, literalmente, que le amenazaban de muerte. La campaña dio tantos giros en la última semana que, al final, la pelea la ha ganado, como en todo el mapa de la región, Isabel Díaz Ayuso, otro populismo al que la extrema derecha ha convertido en un centro distorsionado.

El PP ha sido la lista más votada en los distritos de Puente y Villa de Vallecas, el tradicional bastión de la izquierda madrileña. No es que Vallecas se haya hecho del PP en media legislatura, porque allí sigue ganando el bloque progresista. Aunque no hay más paliativo para la izquierda que ese. A pesar de que la participación se ha disparado en ambos distritos, tal y como pedían todos los partidos progresistas, Ayuso ha arrasado en ambos, sobre todo en Villa de Vallecas, donde ha superado el 34% de los votos, casi 22 puntos más que en las elecciones de 2019. En Puente de Vallecas, el núcleo duro progresista, la victoria ha sido menos holgada, pero quizás más dolorosa. El PP ha obtenido el 27% de los sufragios, 15,5 puntos más.

La presidenta regional se ha llevado todo el voto que ha perdido el extinto Ciudadanos y ni PSOE ni Más Madrid han logrado capitalizar ni una mínima parte. El descalabro lo ha firmado Gabilondo, que se ha dejado en sus giros de guion no solo la hegemonía en ambas zonas y en toda la región, sino que se ha visto superado por Más Madrid, también a nivel autonómico.

El PSOE ha obtenido el 23,5% de los votos en Puente de Vallecas, 12,5 puntos menos que en la anterior cita electoral. En Villa de Vallecas, pasa del 30% al 18,4%. El golpe apenas compensa la exigua subida de Mónica García, que ha obtenido alrededor del 24% en ambos distritos, pero gana enteros en la Asamblea y se erige como líder de la oposición al PP.

En el bloque de la izquierda, la única formación que puede apuntarse un tanto es Unidas Podemos, aunque el revulsivo de Pablo Iglesias, que ha anunciado que dimite de todos sus cargos, ha sido más bien pírrico. La formación ha conseguido permanecer en el arco parlamentario y, en clave más interna, mantenerse por delante de Vox en el antiguo barrio de Iglesias. Ha logrado aumentar tres puntos en Villa de Vallecas, llegando al 10%, y casi cinco en puente de Vallecas (14,5%).

Por su parte, Vox apenas ha logrado movilizar un punto más entre sus electores, y se mantiene en torno al 7%, como última fuerza política en estos barrios entre las formaciones que obtienen representación en la Asamblea.

Ya no hay más discusión acerca del falso mito entre Vox y la clase trabajadora traicionada por sus partidos, aunque el interrogante solo se desplaza un poco, hacia la derecha de Ayuso, muy parecida a la ultraderecha en su populismo y sus valores.

La tesis de que una alta participación era la única posibilidad de que la izquierda lograra dar la sorpresa ha hecho aguas a nivel regional, pero sobre todo en Vallecas. A pesar de que en Puente de Vallecas han votado 12.000 personas más (ocho puntos más de participación que en 2019) y que en Villa de Vallecas lo han hecho 7.000 electores más (otros ocho puntos más), el resultado no ha beneficiado al bloque progresista, ni juntos ni por separado. Solo aumenta Unidas Podemos, el PSOE cae a la tercera fuerza y Más Madrid no puede sacar tajada de la sangría socialista. Las lecciones, en esta ocasión, las han dado los votantes.