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Mar González, excomisionada en el Polígono Sur: "La lucha contra la exclusión debe ser la prioridad política número uno"

"No es suficiente lo que estamos haciendo. No es suficiente. Se necesitan programas adaptados a cada realidad", afirma en esta entrevista con 'Público'.

Mar Gonzalez, excomisionada del Poligono Sur.
Mar González, excomisionada del Polígono Sur. R. B.

La profesora de la sevillana de facultad de Psicología Mar González fue comisionada del Polígono Sur durante seis años, entre 2013 y 2019. Llegó allí, al barrio más desfavorecido de todo el país, en el que habitan 40.000 personas, después de que la crisis de Lehman hubiera hecho estragos y desmantelado en parte de lo que se había hecho antes. 

En esta entrevista con Público, González, hoy edil en el Ayuntamiento por el PSOE (entró en la lista como independiente, no está afiliada), 20 años después de la creación del comisionado, el primer intento serio, con el acuerdo de todas las administraciones, de acometer el problema de la exclusión social en ese barrio, hace balance de lo que se ha hecho y mira al futuro.

"No podemos perder de vista los objetivos de desarrollo sostenible. El primero es la lucha contra la pobreza. Tendría que ser prioridad uno de todas las administraciones en todo momento. No hemos avanzado en garantizar la salida de la pobreza. Todavía no hemos avanzado en ello", asegura en este encuentro en el despacho de la facultad.

"No es suficiente lo que estamos haciendo. No es suficiente. Se necesitan programas adaptados a esa realidad. Se necesita trabajar coordinadamente: eso quiere decir que cada administración tiene que cambiar su cartera de servicios, porque lo que vale para otros muchos barrios, allí no nos vale", agrega.

Estos 20 años de comisionado ¿Han servido para algo? ¿Está mejor el Polígono Sur que entonces?

Está mejor en algunos aspectos. En otros no hemos avanzado lo suficiente. Cuando se nombra al primer comisionado a Jesús de Maeztu (hoy Defensor del Pueblo) era un lugar en el que no se garantizaban los derechos básicos de ciudadanía. El 40% de los niños y niñas no iban a la escuela con regularidad y teníamos un 10% de niños y niñas que ni siquiera estaban bajo foco. No estaban registrados y nadie sabía que vivían allí. Eso incluyendo todo el Polígono Sur es decir, incluyendo las zonas y las barriadas normalizadas.

En educación y en salud, los centros no estaban adaptados: los profesionales rotaban mucho porque nadie quería estar allí. No entraba la empresa pública de limpieza Lipasam (solo en una pequeña zona), los autobuses públicos nada más que entraban en dos grandes avenidas. La Policía Local tampoco entraba y la Policía Nacional no patrullaba de modo normal. Tampoco entraba Correos en una parte del barrio. Los servicios sociales estaban allí, pero en unas caracolas inmundas y completamente infradimensionados.

Entonces, era un barrio en el que se habían intentado cosas esporádicamente. Un plan de empleo, un plan de barrio, pero no se habían conseguido garantizar los mínimos. Era además un barrio desordenado urbanísticamente, con espacios devastados, coches despanzurrados, evidencia de hechos delictivos. Y se vendía droga casi impunemente.

Nos enfrentábamos a un barrio en el que había una esperanza de vida entre ocho y diez años menor que en el barrio con mayor esperanza de vida de Sevilla. Era, en fin, una situación en la que había una clara dejación de funciones de las administraciones.

El Polígono Sur tenía un movimiento vecinal muy fuerte, que demandaba servicios, cambios, apuesta de las administraciones. Cuando llega el primer comisionado se encuentra esta realidad, la diagnostica y se diseña un plan integral.

¿Qué consigue ese diseño?

Por lo pronto, recuperar la esperanza del barrio. Ese diseño se hace de modo participativo y 5.000 personas se involucran entre vecinos y personal técnico, que son unos cientos. La gente lo coge con muchas ganas y se empieza a trabajar. Lo primero fue normalizar los servicios públicos, que hoy siguen normalizados. Van tres líneas de autobuses diariamente. Lipasam barre tres días en semana al menos. La Policía Local patrulla, la Policía Nacional patrulla.

Se pusieron entonces en marcha toda una serie de medidas para mejorar el urbanismo y los equipamientos, muchas de ellas en el marco de un Plan Urban. Se reorganizan calles, se ponen rotondas, se convierten espacios baldíos en plazas, se construye un centro cultural, se construye un centro de mayores, se mejoran los equipamientos, se hace un edificio digno para los servicios sociales, se construye un centro de salud nuevo que es fantástico y se rehabilita el anterior, se construye un centro de empleo… Se crea también un centro de educación permanente de personas adultas.

En materia de urbanismo y de equipamientos se avanza muchísimo. También se avanza en rehabilitación de la vivienda, y se ubica en el barrio una oficina de vivienda con capacidad gerencial que consigue regularizar el 90% de la vivienda, que no es poco. O sea consigue darle títulos a las personas que están viviendo en cada vivienda y regularizar el uso y la titularidad. Todo eso se hace en los primeros años.

¿Los índices de absentismo? ¿Mejoraron? ¿Qué se hace a la vez en educación?

Se consigue impulsar un plan educativo de zona, por el cual los profesores que vienen lo hacen queriendo venir, vienen a un puesto específico. Estas plazas no salen en la bolsa general, sino en una convocatoria específica. El profesorado sabe a dónde viene y por qué viene. Y viene con un proyecto educativo y con características adecuadas de trayectoria y de formación.

Eso cambia la realidad de los centros. Empieza a llegar gente que quiere estar allí y que continúa si tiene una evaluación positiva. Entonces los centros cambian de manera bárbara, con equipos estables que hacen alianza con las familias, al tiempo que se ponen en marcha planes específicos de lucha contra el absentismo.

Se impulsan otras muchas cosas. Por ejemplo, se eliminan escuelas infantiles y se vinculan a los centros de primaria para que hagan una sola transición, de primaria a secundaria y para propiciar que niños y niñas entren en la escuela con tres años, de la mano de sus hermanos mayores, y salgan con 12. Empezar pronto en la escuela es clave en zonas en las que hay muchos chicos y chicas que reciben muy poca estimulación en casa, con los que la escuela juega un papel compensatorio fundamental.

Y con el avance de estas y otras medidas, se consigue que baje el absentismo al 15% del 50% que habíamos empezado. Eso quería decir que teníamos un 8% en primaria y todavía teníamos más de un 20% en secundaria.

¿Se trabaja también por cambiar la mentalidad de los padres y madres?

Se trabaja mucho con las familias. Se analizan las circunstancias, económicas, sociales de vivienda y también de absentismo o no. Entonces se ponen los recursos de apoyo a la familia acorde con la propia responsabilidad y las familias van asumiéndola. Se hace el esfuerzo de dar formación y esos esfuerzos se notan. Se nota todo eso.

¿Por qué sigue siendo entonces el Polígono Sur el barrio más desfavorecido?

Ahora bien ¿Qué pasa? Han pasado varias cosas, pero sobre todo dos tremendas. Las dos crisis que ha tenido esta sociedad. La pandemia y la de 2008. Esta acaba teniendo consecuencias nefastas para la población en exclusión severa que es la que tenemos allí. En toda España se duplica la población exclusión severa y allí se nos cae aún más gente. Es un momento durísimo, porque en el momento en que se incrementan las necesidades es cuando más se recortan los recursos de apoyo por las políticas de austeridad que impone Europa y que aplican los gobiernos españoles. Y esa fue una ecuación dramática.

Cuando yo llego, me encuentro un barrio con sus proyectos sociales en desbandada, se están cayendo todos los programas que había hasta ese momento. Por ejemplo, había habido iniciativas fantásticas de acompañamiento para el empleo, de coordinación de todo el itinerario de inserción laboral.

Se trabajaba de la mano de educación y a través de los cursos de formación los reinsertan para que se saquen la acreditación laboral y el graduado en Secundaria en paralelo. Se consigue que el 90% de los que hacen esos cursos titulen, cuando nuestro índice de titulación en secundaria es bastante más bajito. Pero todo eso se hace antes de que se nos caiga todo.

¿La gente se pelea por estar en el barrio o en cuanto puede, quien puede, se va?

Hay de todo. Hemos ganado una buena parte de la batalla del absentismo. Hemos tenido la primera generación formándose al completo. Muchas familias, abuelos que han ido a aprender a leer y escribir, a madres, por supuesto, que han ido al mismo colegio en el que estaban sus hijas y nietos, porque hacían grupos especiales de la mano de ONG. Muchos de ellos se han quedado en el barrio y hay una parte de ellos que ha salido. Es más frecuente que la gente paya tienda a irse y la gitana a quedarse. Pero es frecuente que, incluso viviendo fuera, siga habiendo vinculación con el barrio y ganas de trabajar por él.

En su etapa de comisionada, ¿Tuvo la sensación de que las cosas no pasaban por casualidad? Preguntado de otra manera ¿Por qué hay droga allí? ¿Ha escuchado alguna vez eso de que en algún lado tiene que estar y ha tocado allí y hay que convivir con eso?

Yo no me lo podía creer, pero llegué a escucharlo. A ver, en Polígono Sur todavía se vende droga, aunque mucha menos de la que se vendía en su momento. El problema ahora está sobre todo en el cultivo de marihuana. Pero yo no diría que todos los problemas de Polígono Sur son la droga.

En Polígono no se consume más droga de lo que se consume en otros barrios. En Polígono se cultiva y se vende. Hay un sitio en el que se puede ir a comprar y eso es lo que ocurre. Pero la droga se consume en otros barrios que están libres de ese estigma y están libres de polvo y paja.

Cuando empieza el Plan Integral se crea una mesa de seguridad que ha seguido manteniéndose en la que están presentes las tres policías, también la autonómica, y que trabajan coordinadamente y hacen registros conjuntos y muchas actuaciones compartidas. Esta mesa ha sido fundamental.

Quizá la pregunta sea esta: ¿Por qué se permite allí lo que no se permite en otros barrios? Porque habría mucha más contestación social. Estoy convencida. En cualquier otro barrio, da igual cualquier barrio que se empezara a cultivar marihuana en los bloques, automáticamente la población denunciaría, se quitaría y se cortaría.

¿Por qué ocurre en Polígono Sur? Ocurrieron varias cosas. Se hace vivienda pública y el gestor de la vivienda no vigila como debe, no inspecciona como debe lo que se hace en esa vivienda pública. Aquella gerencia de vivienda que se puso en su día, se elimina y luego se queda una oficina mucho más disminuida, sin capacidad gerencial.

Cuando vas perdiendo el control de la vivienda, el delito prolifera y llega un momento en que ahí tienes que entrar con muchos más policías de los que lleva una patrulla habitual y eso es lo que ha pasado y está pasando.

Y añado. A mí me ha llegado a decir gente ligada a los temas de seguridad que siempre es mejor que el comercio de la droga esté en un sitio localizado y no que esté repartido por toda la ciudad. Yo llegué a decir aquello de pues entonces cierren el barrio. Ciérrenlo, déjenlo para la venta de drogas o cultivo y saquen a la gente. Que vayan a vivir a otros barrios, pero no hagamos mártires.

Lo llaman el enjambre. Mueves el enjambre y las avispas se van. La teoría del Enjambre me parece profundamente injusta e inaceptable porque es negar derechos de ciudadanía a la gente. La marihuana no es precisamente el olor más agradable ni más sano cuando tienes niños pequeños.

Además se producen enganches de luz ligados a este cultivo con frecuencia, lo cual pone en riesgo todo el bloque, porque se queman los cables y los contadores y también hay extorsión para quedarse con la vivienda, con los pisos. Todo eso necesita una persecución seria.

Pero claro, precisa del trabajo colaborativo y conjunto de distintas administraciones. Son distintas competencias. El delito lo persigue el Estado, pero los riesgos en los edificios están ligados a Urbanismo del Ayuntamiento, las cuestiones de salud son de la Junta de Andalucía y la vivienda de que estamos hablando era y es sobre todo de Junta de Andalucía. Mi impresión es que lo último que podemos hacer en este asunto es echar balones fuera.

Estaba contando antes lo que se encuentra al desembarcar en el comisionado ¿Fue muy difícil la experiencia?

Lo que hicimos fue hacer de la necesidad virtud. Teníamos muy pocos programas y no podíamos permitirnos que se perdiera ninguno. Apostamos por crear redes. Redes de trabajo colaborativo y real. La primera que se crea es la red de la Red de entidades por el Empleo. Esta gente consigue que cualquier chaval por encima de 16 años y hasta los 25 acabe teniendo relación con la red y acabe estando en el Programa de Garantía juvenil [una iniciativa europea que pretende facilitar el acceso de las personas jóvenes a un empleo].

Eso se hace porque hay un ejército de buenos profesionales que trabajan conjuntamente con los chavales y hacen con ellos todo el proceso. Al año siguiente, aquel verano teníamos 700 personas más que estaban trabajando, gente joven. Fue una alegría.

Como esa, se ponen en marcha otras redes, la de entidades que trabajan por la inclusión con familias y menores; la que trabaja por la igualdad, el Komando G, que empiezan a trabajar en violencia de género y crean el mapa de puntos violeta. Se crea la mesa de protección de infancia y la mesa de cuidado del barrio. O sea, ponemos en marcha todo un conjunto de iniciativas, y agrupamos a los servicios y entidades que están trabajando con el vecindario.

Hay una mesa de vivienda, también, y conseguimos, por ejemplo, rehabilitar un bloque completo. Antes de entregarlo se constituyó la comunidad. Se hizo la selección primera de las personas mezclando distintos tipos de condiciones –madre sola; víctimas de violencia de género; familias con niños con discapacidad; personas mayores; personas gitanas; personas payas; migrantes–.

Antes de que entraran en el bloque, habíamos trabajado hábitos de cuidado del bloque, hábitos de limpieza, hábitos de reparto. Y cuando se les da la llave, todo eso está organizado, hasta los cartelitos de a quién le toca la escalera. Y ahí está el bloque que lleva cinco años entregado y estupendo.

Sabemos hacer las cosas. En Polígono Sur se han desarrollado muy buenas prácticas de trabajo coordinado en la intervención comunitaria, que implican que tienes que ceder parte de tus objetivos y parte de tu tiempo y trabajar de la mano de otros en virtud de un objetivo colectivo.

¿La gente se pudo sentir allí abandonada, cuando ve que cosas que existían dejan de existir?

Sin duda. Cuando yo llego hay un divorcio muy claro con el comisionado por la crisis. No se lo creen ya. Le echan la culpa. Es más fácil echar la culpa al comisionado, que está allí, que a las administraciones que no ponen los programas. Dijeron que se iba a hacer tanto, y quién se ha llevado los millones y tú explicas que no hay millones para nada, en fin. Y claro, la gente pierde la esperanza y la ilusión sin duda.

Pero fue recuperándola paulatinamente a fuerza de ver que iban llegando de nuevo poquito a poco algunos programas, que iban saliendo cosas, que se iba avanzando, que se iban rehabilitando, aunque fuera parcialmente, los bloques, que la seguridad mejoraba, porque volvió a mejorar en ese tiempo.

De las cosas que me siento más, iba a decir orgullosa, pero al menos más tranquila, es de haber hecho alianza con la gente, de sentir que la gente recobraba la esperanza. Los servicios públicos son fundamentales. Necesitan todo el apoyo: educación, salud, vivienda, empleo. Se habían sentido profundamente solos de nuevo.

Este trabajo en red empezó cuando arrancó el comisionado, pero se fue perdiendo también por la falta de impulso, por la falta de programas. Y nosotros nos empeñamos en retomarlo e impulsarlo con nuevos bríos. Quizás porque no tuvimos más remedio. Se eligió a personal técnico por su currículum, gente que tenía mucha experiencia de trabajo en red y de coordinación. Eso fue fundamental.

¿Su impresión es que entonces es posible, no sé qué verbo utilizar, recuperar, incluir, atraer a un barrio como el Polígono Sur?

Sin duda. Claro. Cuando yo estaba allí cada vez venía más gente queriendo colaborar en cosas. El problema es que se ha ido perdiendo buena parte del trabajo coordinado. Ha habido un paso atrás de las administraciones en distintos ámbitos.

Allí se necesita entrar sin perder de vista los objetivos de desarrollo sostenible. El primero es la lucha contra la pobreza. Tendría que ser prioridad uno de todas las administraciones en todo momento. No hemos avanzado en garantizar la salida de la pobreza. Todavía no hemos avanzado en ello como se debería.

No es suficiente lo que estamos haciendo, no es suficiente y se necesitan programas adaptados a esa realidad. Se necesita trabajar coordinadamente: eso quiere decir que cada administración tiene que cambiar su cartera de servicios, porque lo que vale para otros muchos barrios de población más normalizada, digamos, allí no nos vale.

Se necesita una adaptación de todo que allí se ha ensayado, que hay buenas prácticas. El otro día en la reunión que hubo de conmemoración de los 20 años del comisionado lo que se acabó diciendo es que no hay que inventar nada, que lo hemos inventado todo ya antes, hace tiempo y se ha perdido. Retomemos las buenas prácticas, sabemos cómo hay que hacer las cosas.

¿Esa, la colaboración, la coordinación es la clave fundamental o cuál diría que es la clave fundamental para poder lograrlo?

Diría alianza. Hacer alianza. Participación se puede hacer de muchas maneras, pero hacer alianza comunitaria es un concepto que me sirvió para entender qué debíamos hacer. Eso implica que toda la comunidad se involucra en su transformación. Eso quiere decir que el vecindario, los servicios públicos, las entidades sociales se involucran en la transformación y se hace una alianza entre todos y que las administraciones ponemos la cara y empujamos.

Estando yo allí lo primero que inauguramos fue una plaza. Eso ya era 2013. Bueno, pues la plaza empezó a vandalizarse a tener problemas. Teníamos una vecina que nos hacía foto todos los días. Lidia. La incluimos. Lidia y yo no nos comunicábamos todos los lunes. Ella ya había asumido ese papel y a partir de ahí, estuvimos con ellos y miramos qué se podría hacer.

Llegaron las ideas: habría que poner vallas que se cierren de noche y se abran por la mañana; que esté la patrulla de policía local cerca para evitar que haya gente que se sienta con la tranquilidad de vandalizar; tenemos que poner aquí foco y traer aquí actividades de juego con niños para que esta plaza esté llena de belleza, llena de de educación. Venga, vamos a hacerlo entonces. Educación, seguridad. Que todo el mundo vea que la Policía patrulla todos los días, al menos en este horario, al menos en este otro en que hay más riesgo.

Cuando le respondes a la gente, la gente se involucra, se siente corresponsable y siente que esa plaza es suya y siente que la tiene que defender y si alguien no la defiende, saben a quién tienen que llamar para que venga. Si usted no lo va a hacer, va a venir la policía a decírselo y lo hacen.

Pero eso implica involucrar también a la policía. Por eso queríamos la comisaría dentro del barrio, claro. Necesitamos allí una comisaría, una policía a la que se le pusiera rostro. Pero se sacó fuera. Estando Zoido, el mismo que de alcalde acordó la parcela en la que iba, cuando fue ministro sacó fuera del barrio la comisaría.

¿A qué problemas se enfrenta hoy el Comisionado? ¿Son los mismos que en su etapa? ¿Se pueden hacer más cosas?

Siempre podemos hacer todos más cosas, porque es verdad que se enfrenta a una problemática muy compleja, la que yo he estado describiendo. Pero sí quiero decir que nosotros en el 2019 dejamos muchas cosas ya muy avanzadas, mucho trabajo de coordinación y de alianza, muchas redes, pero el equipo técnico que entró conmigo y que había entrado por sus currículum de trabajo comunitario, de dinamización comunitaria, por su buen conocimiento, era gente muy especializada, pues no continúa. Entonces se despidió a esa gente y llegó gente que no tenía ese perfil y que no tenía experiencia.

¿Esto es una cuestión de conocimiento también, no? Ahí no puede trabajar cualquiera.

Aquí se necesita tener conocimiento específico, necesitas bases conceptuales, bases instrumentales y actitudinales. Aquí no vale cualquiera ni se puede despedir a la gente que ya ha hecho alianza con el barrio. Es que eso es una barbaridad y es uno de los grandes problemas, la inconsistencia en los programas, la falta de continuidad en su aplicación.

Si quitas a la gente, ahora tienes que volver a empezar. Arrancar de nuevo esa alianza y además tienes que querer hacerla. Que vuelvan a confiar en ti. No se puede llegar mirando por encima del hombro a tus vecinos de ninguna de las maneras. Al revés, te tienen que considerar una persona más del barrio.

El comisionado nuevo [Jaime Bretón, PP] es una persona vinculada a un partido político determinado, cosa que no ocurrió con los dos comisionados anteriores, que éramos personas independientes. Su actuación está muy marcada por esta circunstancia, desde mi punto de vista. Llegó un momento en que tuvo problemas con la subdelegación del Gobierno y con el Ayuntamiento, con las que perdió capacidad de interlocución, que es su función fundamental. Esperemos que eso mejore ahora y ojalá se avance.

Siempre se dice que el Polígono tiene un carácter propio y es un barrio del que han salido también grandes artistas. Existe esta vinculación con el tema del flamenco, de la cultura gitana ¿Tendemos a una uniformidad, tendemos a quitarle carácter al barrio o existe esa compatibilidad?

Una de las actuaciones más interesantes que se han hecho en Polígono es la Factoría Cultural, que es un centro destinado a la formación, la producción, la exhibición y la mediación comunitaria cultural. Hay mucha gente que no entiende que esté allí.

Factoría Cultural se puso allí a petición del propio barrio. El propio barrio dice: una de las grandezas de este barrio es el arte. Tiene que haber un lugar en el que se forme mejor a los artistas, que puedan preparar y mostrar sus espectáculos, que pueda servir también para atraer a gente, que vengan aquí. Por esa razón se pone al final del barrio, se pone en mitad de Las Vegas, para poner el foco en la zona de mayor exclusión del barrio. Se pone también para que haya gente que rompa la barrera y venga al Polígono Sur. De hecho, viene la Bienal de Flamenco sistemáticamente desde que se inauguró y hay gente que ha venido al barrio por primera vez para ver alguno de sus espectáculos. , y se pierde buena parte de lo avanzado.

Polígono Sur tiene, como los polígonos matemáticos, muchos lados y muchos ángulos. Es un barrio lleno de vida, un barrio muy joven. Hay muchos niños que van al colegio todos los días. Es un barrio muy vivo, muy vivo, con gente que se busca la vida, gente capaz de idear, de inventar, de crear, de tirar para adelante. Un barrio acostumbrado a la precariedad, a moverse en ella y a salir de ella. Son capaces de buscar cómo salir adelante. Es un barrio muy resiliente, muy capaz de sobreponerse a la adversidad.

Es un barrio con mucho arte que se transmite día a día y que está en la calle. Ese arte debería ser perfectamente compatible con la convivencia, porque a veces se pasa de horario y hay que recordar que la gente también tiene derecho a dormir, que al día siguiente trabaja, en fin, todas estas cosas, pero tiene mucho arte. Es fantástico.

No he visto en ningún otro sitio que los niños jueguen a bailar y a cantar. O que los adolescentes salgan del instituto a compás. Es que está vivo. El flamenco está vivo en las calles de Polígono. Eso que cuentan que hubo en Triana y que ya no está en Triana. Entonces, eso también es Polígono Sur.

Y luego es un barrio con gente muy comprometida y muy solidaria. Hay mucho voluntariado interno.

Es un barrio del que se puede aprender mucho, de su ciudadanía crítica, comprometida, activa, acogedora, solidaria. Todo eso lo es. Es un barrio especial y todo eso es lo que no siempre se sabe de Polígono. Y es acogedor. La gente del Polígono Sur es muy cariñosa y muy acogedora. La gente no lo sabe, pero realmente es de los barrios más acogedores en los que yo he estado en mi vida. Te hacen sentir parte de él.

La gente de Polígono Sur está tan acostumbrada a recibir el desprecio del resto de la ciudad, a sentir el estigma, que cuando llegas de igual a igual, apreciando y valorando, te acogen desde el corazón. Es un barrio del que podríamos aprender muchas cosas, porque la gente aquí se conoce y se cuida.

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