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La cúpula militar rusa ultima los preparativos de una ofensiva en Ucrania

Las reuniones al más alto nivel de Moscú apuntan a una inminente ofensiva bélica a gran escala amparada en el invierno y a fin de atajar cuanto antes el renovado compromiso de la OTAN y la Unión Europea con Kiev y el esfuerzo bélico ucraniano.

El ministro de Defensa ruso , Sergei Shoigu, y el general Sergei Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, visitan el Cuartel General Conjunto de las fuerzas armadas rusas involucradas en operaciones militares en Ucrania, en un lugar desconoc
El ministro de Defensa ruso , Sergei Shoigu, y el general Sergei Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, visitan el Cuartel General Conjunto de las fuerzas armadas rusas involucradas en operaciones militares en Ucrania, en un lugar desconocido de Rusia. Gavriil Grigorov / Reuters

El invierno en Ucrania se está convirtiendo en una trampa mortal para la población que sufre la guerra, con buena parte de las infraestructuras energéticas esenciales destruidas por los misiles y los drones rusos, y con los equipos de emergencia trabajando contrarreloj para intentar reparar los cuantiosos daños. El deterioro de la situación humanitaria crece según se acercan los días más fríos del año.

Pero la estación invernal puede ofrecer también una buena oportunidad para grandes ofensivas militares si el terreno está congelado y permite movimientos motorizados y de carros de combate que antes veían reducidos sus avances a las carreteras y caminos convencionales. En el alto mando ucraniano y también en la OTAN se teme que Rusia pueda aprovechar estas condiciones para desencadenar una ofensiva en toda regla. Todo depende ahora de la preparación de las tropas para este tipo de combate, en uno y otro bando.

Una ofensiva rusa en ciernes que alargaría la guerra

Según el comandante en jefe del ejército ucraniano, general Valerii Zaluzhniy, Moscú está preparando una nueva ofensiva a principios de 2023 en la que podrían intervenir cerca de 200.000 soldados.

"No podemos subestimar a Rusia. Se está preparando para una guerra larga", afirmó por su parte el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien en declaraciones a la agencia AFP indicó también que los aliados europeos de Kiev en la OTAN deberían seguir enviando armas hasta que Putin se dé cuenta de que "no puede ganar en el campo de batalla".

Quizá no pueda ganar Putin la guerra, pero los daños que están ocasionando los ataques rusos en Ucrania no merman. El viernes una nueva oleada de misiles rusos impactaba en Kiev y otras grandes ciudades ucranianas y pulverizaba muchos de los centros de suministro energético que habían sido reparados días antes. Medio país quedó a oscuras de nuevo.

Esos casi 80 misiles también alcanzaron, según el mando ruso, algunas de las líneas de suministro de armas y munición occidentales al ejército ucraniano. En un comunicado, el Ministerio ruso de Defensa indicó que "como resultado del ataque se ha detenido la transferencia de armas y munición de producción extranjera". También, según esa información rusa, se detuvo la producción y reparación de armamento por parte de varias empresas ucranianas.

Putin recaba la opinión de sus generales

El sábado, el Kremlin difundió un vídeo que mostraba a Putin reunido con la plana mayor de los mandos que dirigen la "operación militar especial", como Moscú denomina de forma eufemística a la invasión de Ucrania. A la mesa circular estaban sentados, además de Putin, el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú, también el jefe del Estado Mayor, general Valeri Gerásimov, y el comandante en jefe de las fuerzas desplegadas en Ucrania, general Serguéi Surovikin.

"Me gustaría conocer sus sugerencias sobre nuestras acciones inmediatas y a medio plazo", dijo el presidente a la cúpula militar rusa. Putin compareció después en al menos una reunión más con los jefes de las fuerzas implicadas en la invasión de Ucrania, también este viernes pasado.

Dos días después, el ministro de Defensa ruso viajaba al frente a inspeccionar algunos de los estacionamientos del ejército en las zonas ocupadas, según indicó el Ministerio en un comunicado en su canal de Telegram, que no precisó los lugares que visitó Shoigú. "El jefe del ejército ruso voló alrededor de las áreas de despliegue de tropas y verificó las posiciones avanzadas de las unidades rusas en la zona de la operación militar especial", según el mensaje.

La visita de Shoigú al frente de guerra añade más fuego a las especulaciones sobre los planes del Kremlin a corto y medio plazo, pero refuerza esa posibilidad de un cambio de rumbo mucho más agresivo si cabe en la guerra.

La guerra de posiciones desangra los esfuerzos ucranianos

En los últimos meses los planes rusos se han centrado en bombardear a distancia las instalaciones civiles y militares ucranianas, y en blindar la línea del frente, tras la pérdida de importantes plazas en la frontera del Donbás, en septiembre. De esta forma, la contienda ha pasado a ser una guerra de posiciones a lo largo de la media luna ocupada por Rusia en Ucrania.

Cuando se acerca el décimo mes de guerra, tampoco Ucrania ha lanzado ataques importantes desde aquella ofensiva de hace casi cuatro meses y el movimiento más importante ha sido la recuperación de la ciudad de Jersón, sobre la orilla occidental del río Dniéper. Tal paso, sin embargo, fue posible no por una victoria militar, sino por la retirada rusa para afianzarse en la orilla oriental e impedir que sus fuerzas estacionadas en Jersón fueran rodeadas y bloquear además cualquier avance hacia Crimea. En todo caso, el efecto propagandístico fue el mismo que si Jersón hubiera sido recuperada a sangre y fuego. Rusia aparecía internacionalmente como la perdedora con esa maniobra de retirada.

Pero una cosa es aparecer como perdedor en los noticieros y otra serlo de verdad. El propio comandante en jefe del Ejército ucraniano ha llamado a la calma y a valorar el contexto real de la situación bélica, que en estos momentos no facilita una contraofensiva ucraniana. "Esto explica por qué se ven batallas a lo largo de una línea de frente de 1.500 kilómetros. Están constriñendo nuestras tropas para no dejar que nos reagrupemos", dijo Zaluzhniy en una entrevista con The Economist.

"Nuestro siguiente problema es sostener esta línea y no perder más terreno. Es crucial", dijo el general ucraniano, quien reconoció que las fuerzas militares de su país están enzarzadas en combates que las están "desangrando".

Una ofensiva de invierno con tropas y misiles

Las últimas lluvias de misiles rusos y las consultas de Putin a su cúpula militar han desafiado el renovado apoyo recibido por Ucrania en el Consejo Europeo y a los llamamientos por parte del G7 a mantener el suministro de material de guerra al ejército ucraniano.

Kiev dice que, de los cuarenta misiles disparados por las fuerzas rusas contra la capital, fueron derribados 37

La información oficial ucraniana afirmó que la inmensa mayoría de los misiles rusos fueron interceptados y derribados, pero estas informaciones no se corresponden con los daños ocasionados por los ataques. El general Zaluzhny dijo que, de los 76 misiles lanzados por los rusos el viernes, 60 habían sido destruidos antes de alcanzar sus objetivos. Según las autoridades municipales de Kiev, de los cuarenta misiles disparados por las fuerzas rusas contra la capital, fueron derribados 37. Es decir, los cuantiosos daños causados por esta ola de misiles en esa ciudad son atribuidos a solo tres proyectiles. Las cuentas no salen.

El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, matizó a su propio Estado Mayor y advirtió que Rusia tiene suficientes misiles para llevar a cabo muchos más ataques a gran escala contra las ciudades ucranianas. De hecho esos golpes "quirúrgicos" a las infraestructuras se están incrementando y con mayor potencial destructor. Desde que en octubre pasado Rusia comenzara su ofensiva con misiles y drones contra instalaciones civiles de suministro energético, las fuerzas del Kremlin pueden haber realizado un millar de ataques de este tipo.

Hace unas semanas la directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Avril Haines, señalaba quizá de forma un tanto apresurada que Putin no tiene una visión total de lo que está pasando en Ucrania desde el punto de vista militar. Haines insistió en la tesis de que el ejército ruso está sufriendo de escasez de municiones, baja moral y problemas logísticos y de suministro.

No es de esta opinión el Institute for the Study of War (ISW), uno de los mejores equipos de análisis que está evaluando el curso militar de la guerra. Según el ISW, el terreno, al congelarse, podría permitir "un mayor ritmo en las operaciones a medida de que se acerca el invierno". Para el ISW, en el Donbás se va a dar en los próximas semanas "la época más óptima del año para la guerra de maniobras mecanizadas".

Y a menos de que Alemania y otros países suministren carros de combate a Ucrania en los próximos meses, algo que Berlín se niega a hacer de momento con sus tanques Gepard (antiaéreo) y Leopard 2, pues supondría un salto cualitativo en la participación alemana en la guerra, esa guerra mecanizada de invierno sería muy desfavorable para el bando ucraniano.

Kissinger reclama conversaciones de paz

El último en alertar sobre el riesgo de una "devastadora guerra mundial" originada en Ucrania ha sido el exdiplomático estadounidense Henry Kissinger, uno de los protagonistas de las negociaciones entre la Unión Soviética y su país a lo largo de la guerra fría.

Quien fuera secretario de Estado con los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford señala, en un artículo publicado en la revista británica Spectator, que se debería contemplar ya una negociación de paz, sobre todo cuando la alternativa es otra guerra devastadora que podría conducir al caos total. Porque, como recuerda Kissinger, Rusia sigue siendo una potencia nuclear, por muchos reveses que pueda tener en una guerra convencional.

Kissinger, quien se ha reunido con Putin en diversas ocasiones desde que asumiera la Presidencia rusa en el año 2000, apuesta por garantizar la libertad de Ucrania, eso sí, inscrita en un nuevo orden de Europa Central y Oriental en el que Rusia "debería encontrar un lugar". Kissinger no descarta la celebración de referéndums regionales en Ucrania y, aunque considera que este país debería entrar en la OTAN, se opone a la aniquilación de Rusia que buscan algunos en Occidente.

"A pesar de toda su propensión a la violencia, Rusia ha hecho contribuciones decisivas al equilibrio global y al equilibrio de poder durante más de medio milenio. Su papel histórico no debería ser degradado", afirma el exdiplomático.

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