David Miliband está satisfecho del nivel del combate que está teniendo con su hermano Ed en las primarias laboristas. No ha sido “el baño de sangre que algunos esperaban”, ha dicho. Pero incluso alguien tan frío y autocontrolado como él no puede ocultar que los hermanos mayores suelen llevar ventaja.
“No quiero dar una mala impresión, pero se me ocurre que el Castro más joven (Raúl) ha tardado 70 años en tener el puesto del Castro mayor (Fidel)”, dijo ayer al Daily Telegraph.
Todos los pronósticos indican que de esta pelea fraternal saldrá el próximo líder del Partido Laborista. Los militantes ya han comenzado a enviar por correo sus votos. El resultado se conocerá el 25 de septiembre, un día antes del inicio del congreso anual del partido.
Finiquitada la era de Blair y Brown, esta es la primera oportunidad que tienen las bases de decidir qué tipo de partido quieren para el futuro.
Los dos Miliband y el tercero en discordia, Ed Balls, tienen cierto aire de clones, sin diferencias ideológicas profundas entre ellos. La campaña ha servido para marcar ciertos matices.
David es el candidato que pretende recuperar lo que allí llaman la coalición de las clases medias y trabajadoras que llevó al poder a Blair en 1997. Todo eso sin mentar al ex primer ministro –eso sería un error terrible–para el que David comenzó a trabajar como asesor con sólo 29 años.
Ni siquiera admite estar leyendo las memorias de Blair con el socorrido recurso de que no ha tenido mucho tiempo. De momento, continúa con la última novela de Martin Amis con la nada impresionante marca de tres páginas cada noche.
David juega la carta de la experiencia y el pragmatismo. Si hubiera elecciones dentro de un año, sería un candidato creíble desde el primer momento. No rehúye el tema del déficit presupuestario y cree que se puede reducir a la mitad en una legislatura.
Su obsesión es que el laborismo no se encierre en sí mismo como en los años 80 y quede condenado a una larga etapa en la oposición: “Estoy intentando persuadir al Partido Laborista de que no tiene por qué perder tres o cuatro elecciones antes de resurgir de nuevo”.
Se le podría adjudicar la etiqueta de candidato moderado, pero eso no sería del todo correcto. Cuenta con el apoyo del dirigente más brillante del ala izquierda del partido, John Cruddas.
Incluso algunos diputados de la vieja guardia, como el veterano Dennis Skinner, de 78 años, (republicano, opuesto a la invasión de Irak y rebelde permanente) están con el mayor de los Miliband, porque creen que sólo él puede derrotar a David Cameron en las urnas.
Su hermano Ed ha optado por defender los valores tradicionales del partido. Más que hablar de recortes de gasto, prefiere fijarse en subidas de impuestos. Propone que el tipo máximo del impuesto sobre la renta, ahora en un 50%, se aplique a los que ganan más de 100.000 libras (120.000 euros), y no sólo a los de 150.000.
Busca un rearme ideológico de los laboristas y no pierde la oportunidad de recordar los errores de los gobiernos de Blair y Brown por aceptar sin pestañear la idea de que el mercado siempre tiene la razón.
El gran aval de Ed es más personal que ideológico. Se le supone mayor capacidad para comunicarse con los votantes. Llama la atención que la prensa destaque de Ed que es capaz de “speak human” (hablar como un ser humano). Por lo visto, en Gran Bretaña el listón está muy bajo con los políticos.
Si hay que creer algunas de las filtraciones de Downing Street, los conservadores temen sobre todo al hermano mayor. “David Cameron ha dicho que el candidato que desea es Ed Miliband, y que al más teme es a David”, dijo a The Guardian una fuente cercana al jefe de Gobierno.
Quizá sea sólo un truco. Sin embargo, Cameron estaba convencido de que Blair era imbatible y no tendrá ganas de enfrentarse a una versión actualizada de la vieja némesis de los conservadores.
Los tres principales sindicatos han recomendado el voto a Ed. Gracias a su apoyo económico, los ingresos se han equilibrado un poco. David ha recaudado 520.000 euros para su campaña; Ed, 400.000, de los que el 40% procede de los sindicatos.
La experiencia o el carisma. La solvencia o la aventura. David, el tecnócrata, o 'Red Ed' (Ed el rojo). Las casas de apuestas no dudan de que los laboristas elegirán al primero.
En ese caso, es posible que formen una alianza al frente del partido similar a la de Blair y Brown. Tienen pinta de ser tan buenos chicos que es poco probable que acaben, como sus mayores, tirándose los trastos a la cabeza.
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