Entre amenazas de compra de votos y una gran abstención, cercana al 60%, Colombia celebró ayer las últimas elecciones legislativas con Álvaro Uribe como presidente. En juego están los escaños de 102 senadores y 166 miembros de la Cámara Baja.
De momento, con menos del 1% de las mesas escrutadas, el Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U) cuenta con el 20,4% de los votos, seguido del Partido Conservador Colombiano (PCC), con el 17,5%; y el Partido Liberal Colombiano (PLC), con el 15,4%.
Entre las razones que aportan los analistas para explicar la desmotivación de los 30 millones de colombianos llamados a las urnas, están los altos niveles de corrupción que han generado indiferencia entre el electorado menos 'comprable', y el desprestigio de las instituciones parlamentarias, que aparecen en los últimos puestos en la apreciación de la sociedad colombiana.
El escenario de la jornada electoral estuvo presidido por las medidas preventivas del gobierno: ley seca desde el viernes, que dejó desiertas las calles de las ciudades durante el fin de semana; prohibición de pasajeros en las motos, para evitar los habituales tiroteos de los sicarios; prohibición de porte de armas, incluyendo las legalizadas, y cierre, por primera vez, de las fronteras con Venezuela y Ecuador para evitar que los electores voten en varios sitios.
Los riesgos para la salud electoral eran dobles: la corrupción y las amenazas de la guerrilla para impedir la salida de los electores en zonas rurales de los departamentos de Cauca, Nariño, Guaviare, Caquetá y Chocó. En esta última región, milicianos de las FARC interceptaron a primera hora abundante material electoral, que quemaron antes de retirarse a la selva.
La otra amenaza, sin duda más decisiva contra el desarrollo de la democracia en Colombia, la constituyó la compra de votos para mantener los cacicazgos regionales y la creación de nuevos partidos para mantener los intereses creados. Como el PIN (Partido de Integración Regional), formado por candidatos designados por las figuras del paramilitarismo desde las prisiones.
El diario El Tiempo describió la situación en diferentes zonas del país, como Pereira. En las tiendas se agotaban las existencias al tiempo que en la calle se podía ver a cientos de ciudadanos cargando bultos de cemento, materiales para los tejados y cestas de víveres. Acaban de dejar su voto en el correspondiente colegio electoral.
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