La calma aparente que desde hace dos años reina en Cisjordania se quebró ayer con la muerte de seis palestinos en el transcurso de un tiroteo entre agentes de la policía leales al presidente Mahmud Abás y dos milicianos de Hamás en la ciudad de Qalquiliya.
El tiroteo se inició por la noche, tuvo dos fases y no terminó hasta la madrugada, siete horas después. Los agentes atacaron primero la vivienda donde se habían ocultado los dos milicianos, que se negaron a entregarse, produciéndose un intercambio de fuego que causó la muerte de tres policías.
Los agentes supervivientes se retiraron y esperaron la llegada de refuerzos que trajeron consigo granadas y bombas lacrimógenas. Durante toda la noche se desarrolló un fuego cruzado que terminó cuando se supo, ya salido el sol, que los dos milicianos y el propietario de la vivienda habían fallecido.
Uno de los dos milicianos caídos era Mohammad al-Samman, responsable de las Brigadas Izz al-Din al-Qasam, las milicias de Hamás, en el área de Qalquiliya, una ciudad encerrada por un muro de hormigón de nueve metros de altura que los israelíes han construido a su alrededor dejando sólo un punto de entrada y salida.
Cuando todo acabó se declaró el toque de queda en Qalquiliya, donde los fundamentalistas ganaron de manera apabullante las últimas elecciones, aparentemente con la intención de que la población no expresara su apoyo a Hamás. La policía también se llevó los cadáveres de los milicianos para que el entierro no se convirtiera en una demostración de fuerza de los fundamentalistas.
La Policía leal a Abás ha detenido a cientos de milicianos y simpatizantes de Hamás en Cisjordania desde que en junio de 2007 los fundamentalistas se hicieron con el control de la franja de Gaza. Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Al-Haq han acusado tanto a las autoridades de Hamás en Gaza como a las de Fatah en Cisjordania de practicar la tortura de manera sistemática. Según Al-Haq, la mayoría de las detenciones son políticas y se aplica la tortura a entre un 20 y un 30% de los presos.
Portavoces de Hamás calificaron de 'agentes sionistas' a los policías de Fatah y prometieron que habrá 'represalias'. También dijeron que lo ocurrido en Qalquiliya significa el fin de las negociaciones que las dos partes llevan a cabo en El Cairo, aunque se trata de un diálogo que no tiene ninguna posibilidad de prosperar.
Nabil Abu Rudeina, consejero de Abás, justificó la operación. 'Para construir nuestro país y nuestro Estado necesitamos una autoridad, un arma y una ley'. Otro portavoz de Fatah se expresó en el mismo sentido: 'No permitiremos que en Cisjordania ocurra lo que ha sucedido en Gaza'.
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