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Zapatero arranca sin ataduras

Investido por mayoría simple, confirma que buscará alianzas «estables y predecibles» // Rajoy refuerza la imagen de cambio de talante en la oposición

Gonzalo López Alba

El hemiciclo del Congreso de los Diputados reprodujo ayer la foto parlamentaria del miércoles. No cabía esperar cambios en 48 horas y no los hubo. Tampoco sorpresas. José Luis Rodríguez Zapatero resultó investido presidente del Gobierno en la segunda votación, con la mayoría simple que le otorgó el apoyo de los 169 diputados del Grupo Socialista –esta vez no hubo ausencias–, el voto en contra de los 158 que suman PP, ERC y Rosa Díez, y las 23 abstenciones del resto.


A esos 23 diputados se dirigió especialmente Zapatero cuando, en una breve intervención de diez minutos previa a la votación, reiteró su firme propósito de “cultivar lugares de encuentro, sin descartar cauces de colaboración estables y predecibles”. La disposición a cruzar esa puerta abierta fue también confirmada, con mayor o menor grado de confianza o escepticismo, por los portavoces de CiU, PNV, IU, ICV, BNG, Nafarroa Bai y Coalición Canaria.


Josep Antoni Duran Lleida, el portavoz de CiU, que se perfila como el aliado estable más plausible en el horizonte inmediato, confirmó su “predisposición al diálogo”. Pero también desde la segunda opción, el PNV, a pesar del malestar con Zapatero del sector más próximo al lehendakari y del escenario preelectoral en el País Vasco, su portavoz quiso dejar claro que “no renunciamos a influir en la agenda gubernamental”. Incluso el portavoz de ERC, Joan Ridao, aunque ayer se ratificó en el voto contrario, dio a entender que esta actitud puede cambiar a poco que se les dé cuartelillo: “Vinimos con ánimo de abstenernos, pero nuestra buena disposición no tuvo correspondencia”.


Sin ataduras de salida, Zapatero se reafirmó también en su estrategia de alianzas poliédricas al señalar que “hay muchos escenarios de encuentro posible”, que también buscará con el PP, cuya “colaboración singular” como primer partido de la oposición resulta imprescindible en algunos asuntos.


“A la primera fuerza de la oposición me dirijo en primer lugar para trazar y apoyar una estrategia de lucha antiterrorista compartida por todos para vencer a ETA, para acordar una pronta renovación de los órganos constitucionales, para preparar la presidencia española de la Unión Europea de 2010 y para consensuar las bases de la reforma de la administración de Justicia”, afirmó el líder socialista. Del enunciado de Zapatero se cayó ayer la reforma del sistema de financiación autonómica, pero fuentes gubernamentales aseguraron que sigue formando parte del bloque de pactos de Estado.


El líder del PP, Mariano Rajoy, utilizó los cinco minutos que le correspondían para reforzar la imagen de un cambio de talante en el ejercicio de la oposición. Este discurso, según fuentes próximas, responde a una “voluntad sincera” de llegar a acuerdos, los que ayer volvió a reclamar en terrorismo, modelo de Estado, presidencia de la Unión Europea, reforma de la Justicia, seguridad y Pacto de Toledo. “Mi grupo quiere acuerdos estables. No sólo estamos dispuestos, sino que los pedimos, porque son una necesidad nacional”, subrayó.


La economía, centro político


El mini debate que ayer precedió a la investidura del presidente del Gobierno permitió también confirmar que, al menos en el arranque de la legislatura, la economía será elemento central de la agenda política. Así lo puso de manifiesto la intervención de Zapatero, quien garantizó que “el Gobierno responderá con urgencia a los efectos de la crisis mundial sobre la economía española”, al tiempo que señalaba el diálogo con empresarios y sindicatos como “elemento estratégico” de su política económica y social.
Pero también le otorgó prevalencia Rajoy, quien insistió en que “España no está bien preparada” para afrontar la crisis” y abonó la “creciente preocupación” con el último dato de subida de la inflación y la previsión a la baja del crecimiento español hecha por el FMI. El portavoz de CiU, igualmente, identificó la economía como el ámbito para empezar a explorar las posibilidades de colaboración con el Gobierno, al que emplazó a negociar ya las medidas de choque que defiende su grupo.
En el resto del escaso tiempo del que dispuso, Rajoy metió el dedo en la llaga de “la confusión reinante” sobre la solución a los problemas de sequía, uno de los flancos más débiles de Zapatero en estos momentos por la disparidad de criterios con la Generalitat de Catalunya. Del asunto habló igualmente Duran Lleida, para recordar a Zapatero que en el acta de sesiones consta su compromiso de que el Gobierno “estudiará, valorará y someterá al oportuno debate público al obra de trasvase del Ródano”.
El reloj del hemiciclo del Congreso de los Diputados marcaba las 13,19 horas cuando su presidente, José Bono, proclamó la investidura como presidente –por segunda vez– de Zapatero, bajo la mirada emocionada de su padre y de su esposa, sentados en el palco de una tribuna de invitados semi vacía.


Los abrazos de Zapatero


Tras la votación, la bancada socialista brindó una ovación de gala a Zapatero, a cuyo escaño se acercó Rajoy para felicitarle. El gesto del líder de la oposición abrió un pasamanos por el que desfilaron portavoces y diputados de distintos grupos, y todos los socialistas puestos en fila.
La escena, que se prolongó durante diez minutos, dejó la imagen de cuatro abrazos con profundo, aunque dispar, significado político: aquellos en los que Zapatero se fundió con José Bono, José Blanco, Alfredo Pérez Rubalcaba y Jesús Caldera.

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