Han pasado 35 años, pero el desafío planteado entonces regresa de nuevo al debate político. La cuestión territorial vuelve, si es que alguna vez se había ido, y vuelve para quedarse. Al menos durante cierto tiempo. Partidos y agentes sociales andaluces consultados por Público son unánimes cuando se les pregunta por el papel que debe jugar Andalucía en el debate territorial, un papel, coinciden todos ellos, que no debería ser menor al desempeñado durante el diseño del Estado autonómico a finales de la década de los setenta.
José Manuel Mariscal Cifuentes, secretario general del Partido Comunista de Andalucía
Francisco Carbonero, secretario general de CCOO Andalucía
Manuel Pastrana, secretario general de UGT Andalucía
Diego Cañamero, portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores
José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz
Mario Jiménez, vicesecretario general del PSOE de Andalucía
José Luis Sanz, secretario general del PP de Andalucía
Concha Caballero, exparlamentaria de Izquierda Unida en el Parlamento de Andalucía
Mercedes de Pablos, periodista y concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Sevilla
Pilar González, portavoz de Primavera Andalucista y exsecretaria general del Partido Andalucista
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Lo que tenga de federal el estado de las autonomías es gracias a la movilización del pueblo trabajador andaluz, que jugó un papel crucial. Sin su protagonismo a través de la movilización a finales de los setenta y principios de los ochenta no se entendería la actual configuración autonómica del Estado español. La demanda de autonomía para Andalucía jamás se entendió desde una defensa de esencialismos historicistas, más bien al contrario, el grito del pueblo en las calles fue 'libertad, amnistía y estatuto de Autonomía'. El proceso de conquista de la autonomía se desarrolló porque daría satisfacción a las reivindicaciones de tierra, trabajo, libertad y justicia social. Esto sucedió porque la identidad andaluza es marcadamente cívica y popular.
El 4 de diciembre fue un momento histórico porque condensó en las calles la unidad popular en torno a dichas exigencias y frente a un guión diseñado por las oligarquías para nuestra tierra. Aquel día fue asesinado José Manuel García Caparrós y esperamos que la propuesta del PCA para que sea reconocido como Hijo Predilecto de Andalucía el próximo 28 de Febrero salga adelante.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
Hoy, como entonces, Andalucía tiene la responsabilidad histórica, como pueblo, de impulsar un proceso federalizante del Estado español. Frente a dinámicas que tratan de velar el debate social y la ofensiva contra el pueblo trabajador en forma de recortes a derechos cívicos y sociales, Andalucía debe propiciar la movilización frente a las oligarquías, sean 'españolas', catalanas o vascas. La demanda de un Estado Federal debe, y puede, partir de las demandas del pueblo andaluz, entre otros. Un Estado que garantice la igualdad de derechos para los pueblos de España y de Europa, pero nivelando por arriba, ojo, no por abajo, como nos quieren imponer.
Hoy es igual de gratuito el despido en Cataluña que en Andalucía, y eso no tiene nada que ver con la federalidad. Después del resultado electoral en Cataluña es clara la responsabilidad de Andalucía a la hora de impulsar un proceso federalizante que logre subordinar el debate territorial a la justicia social. Sé que es difícil porque el PSOE-A, tras treinta años, ha conseguido aniquilar el orgullo cívico y obrero de la identidad andaluza de la Transición, pero desde el PCA estamos empeñados en trabajar en este sentido junto a los nuevos actores sociales que surgen en el territorio español.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
El derecho a decidir forma parte de los principios básicos de Naciones Unidas y un proceso de construcción de un Estado Federal debe partir, necesariamente, de la firme voluntad de sus partes. Y esa voluntad debe expresarse a través de la decisión libre de los pueblos. Queremos construir solidaridad. Por eso me pregunto: independencia, ¿para qué? Si es para machacar al pueblo trabajador, lo mismo me da la bandera que ondee en los edificios oficiales. La independencia solo tiene sentido cuando eres capaz de poner tus recursos naturales y humanos al servicio de la felicidad del pueblo. Y hoy, hablar de independencia en un continente donde el FMI y la Banca dictan sus normas a sus gobiernos cómplices, me parece una broma macabra.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Los andaluces y andaluzas salimos ese día a las calles para reivindicar nuestra dignidad como pueblo y nuestro derecho a ser iguales a cualquier otro ciudadano de este país. Andalucía abrió la puerta a un modelo de Estado Autonómico basado en la igualdad entre territorios y personas y en la apuesta por reducir los desequilibrios históricos entre regiones; señaló el camino mediante la exigencia de ser reconocida como comunidad por el artículo 151. Nuestra tierra –con la mayor población y segunda en extensión- dio el impulso definitivo para que el modelo autonómico se desarrollara. Andalucía ha sido en estas décadas la mayor defensora de este modelo, que nos ha permitido progresar y reducir esas diferencias históricas.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
El mismo que ha venido jugando en tres décadas de autonomía. Andalucía y su ciudadanía, liderada por sus instituciones, partidos políticos y agentes socioeconómicos, debe reivindicar una salida de la crisis por el único camino posible: la igualdad. Esto solo es posible desde políticas que favorezcan la cohesión social y territorial. Por eso Andalucía debe movilizarse ante el intento de algunos por ser desiguales y contar con privilegios frente a otros territorios, debe defender lo que ya existe: nuestro reconocimiento como autonomía de primer nivel en la Constitución y el desarrollo completo de nuestro Estatuto de autonomía. Andalucía no pretende estar por encima de nadie, pero tampoco en situación de inferioridad ante nadie.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
El tan llevado y traído derecho a decidir es algo ambiguo. Depende de qué se quiera decidir y, sobre todo, para qué se quiere decidir. Porque si decidir supone ser desiguales, generar desequilibrios entre territorios y personas, obtener privilegios y empeorar la situación general, entonces eso no es un derecho, sino un anti-derecho o regresión democrática. El problema es que hay muchos que juegan con esa ambigüedad y pretenden obtener réditos políticos a costa de los sentimientos de los pueblos.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
El pueblo andaluz consiguió mediante un proceso de movilizaciones que culminaron el 4 de diciembre del 1977, en la mayor movilización de la historia andaluza, alcanzar el mismo nivel de autonomía que las llamadas comunidades históricas, Cataluña, País Vasco y Galicia.
Andalucía consiguió mediante el proceso de movilización y referéndum dotarse por la vía del artículo 151 de la Constitución, que su Estatuto de autonomía tuviese el mismo techo competencial que las comunidades históricas. Pero, además, fue la movilización del pueblo andaluz frente a los poderes institucionales y políticos de la derecha del momento, la que abrió la puerta para que todas las comunidades autónomas de España, pudiesen alcanzar el techo de autonomía deseado. La configuración actual del mapa autonómico, se debe pues a la movilización de los andaluces y de las andaluzas del 4 de diciembre de 77.
En la actualidad, cuando la derecha política y sus instrumentos mediáticos cuestionan con ferocidad la utilidad de las movilizaciones ciudadanas, olvidan interesadamente, y pretenden hacer olvidar, que hechos tan importantes como la configuración autonómica de nuestro país, les fue 'arrancada' por el pueblo andaluz en la calle y en las urnas, ya que sin aquellas movilizaciones la configuración autonómica hubiese sido totalmente diferente.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
Los andaluces hemos respetado, a lo largo de nuestra reciente historia democrática, las pretensiones de autogobierno de las demás comunidades que integran nuestro país, así como la defensa de sus hechos y derechos identitarios. Al mismo tiempo, hemos dejado claro, como pusimos de manifiesto en la calle y en las urnas primero, y posteriormente en la reciente reforma de nuestro Estatuto de autonomía, que estamos dispuestos a defender nuestro papel como comunidad en el conjunto del país, sin expectativas de privilegio, pero al mismo tiempo, sin renunciar a nuestros derechos.
El debate territorial, tras las últimas elecciones catalanas, se enfrenta a la misma incertidumbre que las pretensiones de soberanía de CIU tras los resultados electorales. En cualquier caso Andalucía defenderá su papel como comunidad, con fuerza y liderazgo, en todo aquello que afecte a nuestros intereses, sea cual sea finalmente el concierto territorial del país.
En el 77 los andaluces no permitimos que decidieran por nosotros cuál debía ser nuestro papel en el concierto autonómico. En la actualidad sin duda, sabremos defender con la misma fuerza y convicción democrática, el protagonismo que nos corresponde en cualquier debate que afecte a nuestros derechos e intereses, lo plantee quien lo plantee, y considero que no es posible, no lo permitiremos, que ningún debate territorial se realice sin contar con las posiciones y planteamientos de Andalucía.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
Yo creo en el derecho a la autodeterminación de los pueblos, pero considero que pueblos que caminan juntos deben tener en cuenta las consecuencias de sus pretensiones soberanistas, no sólo para sí mismos, sino para sus compañeros de viaje. Pienso que Cataluña es fruto del esfuerzo de su pueblo, pero también de las aportaciones del resto de España a su cultura y a su economía, y creo que antes de abrir el debate sobre una reforma constitucional para la autodeterminación, es necesario hacerlo sobre los pros y contras para el conjunto de las comunidades del derecho a la autodeterminación. Desde mi punto de vista, no se trata de aprisionar a nadie a la fuerza, sino de compaginar solidaridad entre los pueblos y autodeterminación. Sólo así, conseguiremos avanzar en un proyecto común que trasciende las fronteras y que se llama Europa.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
El 4 de diciembre de 1977 millones de andaluces y andaluzas salieron a la calle a demandar el autogobierno de nuestra tierra. Andalucía es una nacionalidad histórica. En la época de la II República su anteproyecto de Estatuto de autonomía estaba en la Comisión Constitucional de las Cortes republicanas. Pero nos quisieron dejar fuera de la vía rápida del artículo 151 para acceder a la autonomía. Y tuvimos que conquistar ese derecho en la calle. La autonomía se conquistó, pero no el autogobierno, no la soberanía. Así, vemos a un Gobierno andaluz que no puede apoyarse en el Estatuto andaluz y oponerse a los recortes impuestos por Bruselas y Madrid. Al contrario, los administra y los aplica. El Estatuto no representa nuestro autogobierno real, sino una mera descentralización administrativa. Andalucía debe aspirar a su soberanía.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
CiU no lidera el proceso soberanista catalán, es parte del mismo, pero no lo lidera. El proceso soberanista catalán que ha sacado a la calle a casi dos millones de catalanes y catalanas con la demanda de independencia es un proceso muy de base, muy popular, no un invento de Artur Mas y su Gobierno. Cosa distinta es que se quiera ahora aprovechar del mismo. Andalucía y Cataluña son naciones que estamos dentro de un estado plurinacional, llamado España. Ambas naciones necesitamos soberanía. La conquista de los derechos nacionales de Cataluña ayudará a nuestra lucha por la soberanía de Andalucía y viceversa.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
El derecho a decidir, es decir, el derecho de autodeterminación de los pueblos y la libertad de separarse es un derecho colectivo básico, es el primer derecho que tiene un pueblo. Somos firmes partidarios del mismo.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Creo que fue el momento clave para escenificar dos cosas: la evidencia de la aparición de una conciencia política andaluza y, además, una voz de atención al resto de España: Andalucía también está aquí.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
La evidencia de que un modelo territorial desarrollado no implica cuestionar otras esencias del Estado. Creo que desde Andalucía se ha labrado un concepto de autonomía como herramienta de desarrollo y de profundización del sistema democrático en escenarios próximos y transparentes para la ciudadanía.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
El amplio consenso explicó la Constitución y lo mismo debería exigirse para posteriores modificaciones. En todo caso, tengo otras prioridades sociales y de garantías de derechos como para señalar esas necesidades soberanistas que no percibo.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
El proceso autonómico en Andalucía tiene una particularidad, un “hecho diferencial” si se quiere, y es que está impulsado y avalado por la voluntad del pueblo andaluz. Desde el principio el ansia de libertad y de autonomía estuvo impulsada no por cuestiones históricas, ni por separatismos o individualismos, sino por la voluntad y la energía de un pueblo que sabía lo que quería y lo demostró con las herramientas democráticas. El pueblo andaluz dejó claro desde el primer momento que el proceso autonómico no podía ser de “unos pocos” sino que debía ser una posibilidad a la que accediera cualquier ciudadano o ciudadana que quisiera más y mejor gobierno, más y mejor capacidad de decisión, más y mejor futuro.
Lo que después se llamó despectivamente “café para todos” es la máxima expresión de igualdad, democracia, de lucha por los derechos y por extender la libertad en un país que, entonces, salía de la ruina que había supuesto el franquismo. Andalucía garantizó la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan y nazcan donde nazcan, esa es la gran aportación de esta tierra al modelo del estado de las autonomías.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
Esta crisis ha puesto en peligro los dos consensos constitucionales que se alcanzaron en 1978: el modelo social y el modelo de estado. Hay que volver al diálogo y el entendimiento y la clave de la respuesta política es la Constitución, desde la Constitución hay que reforzar los consensos que nos han permitido años de progreso e integración.
Nuestra propuesta es clara, queremos avanzar en un modelo federal, un modelo de federalismo cooperativo que, reconociendo y comprendiendo las peculiaridades y diferencias de cada Comunidad Autónoma, respete la igualdad de todos los españoles vivamos donde vivamos. Andalucía va a ser garante, otra vez, de la igualdad en este camino que es preciso emprender, porque Andalucía tiene mucho que decir y que hacer a la hora de establecer un nuevo modelo de convivencia, de confianza y de igualad. Estaremos muy vigilantes para eliminar cualquier tentación de dejar Andalucía, o a cualquier otra comunidad, fuera del nuevo modelo y del nuevo consenso que es preciso forjar en lo político y en lo económico.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
No. Esa necesidad “de decidir” surge de un momento histórico, económico y político muy particular, en el que una gran parte de la sociedad se ha sentido agredida y ese sentimiento se ha reforzado con discursos extremistas y radicales. Por eso es tan importante establecer un nuevo marco económico, social y político que permita rebajar la tensión social y garantizar la convivencia y el entendimiento.
Nuestro objetivo es establecer un nuevo marco de convivencia en el que no sea necesario entrar en esas cuestiones. Queremos construir un modelo en el que todos los ciudadanos y ciudadanas se sientan valorados y comprendidos, con sus diferencias y con sus particularidades así establecer un marco de igualdad, respeto y colaboración será mucho más fácil.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Una generación de andaluces protagonizó una marcha multitudinaria y responsable el 4-D para reivindicar la igualdad y la solidaridad entre las regiones y acabar con los privilegios de unos españoles frente a otros desde el derecho de Andalucía a su propia autonomía en el diseño territorial de España.
Este hito en la historia contemporánea de Andalucía, que marcó los primeros pasos del proceso andaluz y del Estado de las Autonomías, representó el sentir del conjunto de los andaluces, quienes querían romper la cadena de desigualdades existente entre comunidades desde el respeto al proceso democrático y constitucional recién estrenado.
El Grupo Popular ha presentado en el Pleno una iniciativa para que el Parlamento andaluz rinda homenaje a esta generación de andaluces que hace 35 años contribuyeron a sentar la base del modelo autonómico; reitere la defensa de la Constitución y el Estado de la Autonomía, y su compromiso con la unidad de España.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
El resultado electoral en Cataluña ha demostrado que el debate era ficticio, simplemente son estrategias de distracción de algunos dirigentes políticos, que ante su incapacidad e ineficacia para dar respuesta a la crisis económica y a los problemas de los ciudadanos, como por ejemplo, el paro y los recortes, inventan falsos debates y los retroalimentan para tapar su nula gestión.
El PP apuesta por el Estado de las Autonomías porque es la fórmula que ha permitido una mejor administración de los recursos públicos y más eficacia y eficiencia en la gestión pública desde la proximidad a la ciudadanía. Sin embargo, el problema que hoy encontramos en el modelo autonómico es el despilfarro y la mala gestión que impera en algunas administraciones autonómicas, como es el caso de la Junta de Andalucía. Los escándalos de malversación de fondos públicos, despilfarro y derroche del dinero de los andaluces es el pan nuestro de cada día del Gobierno andaluz. El fracaso son los gobernantes, no el pueblo andaluz ni la autonomía.
Por esto, defiendo el modelo territorial de la igualdad y la solidaridad que conquistamos en 1977 y rechazo las políticas de 30 años en Andalucía que son las culpables de las desigualdades que hoy sufrimos los andaluces frente al resto de españoles. El 35 por ciento de los andaluces están en paro y 400.000 familias viven una situación de emergencia al tener a todos sus miembros en paro. Esta realidad no tiene nada que ver con el modelo territorial, sino con 30 años de políticas fracasadas, agotadas, el despilfarro y la corrupción del PSOE en Andalucía.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
España ha logrado importantes logros y avances en las últimas tres décadas gracias al consenso constitucional y al posterior desarrollo del Estado de las Autonomías. Las propuestas nacionalistas o federalistas no conducen a nada positivo para los españoles.
El PSOE, el partido que nos ha metido en esta crisis, propone ahora confusos modelos federalistas con el único objetivo de tapar sus incumplimientos. El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, esconde su incompetencia como gobernante y su fracaso en su modelo con su propuesta de federalismo cooperativo.
El PP muestra su absoluto rechazo a experimentos federalistas que no llevan a nada y que solo traerían más confusión y llevarían a la deriva a Andalucía. Hoy más que nunca, el PP muestra su firme compromiso con nuestro modelo constitucional y autonómico.
Andalucía, la mayor comunidad de España, tiene que liderar la defensa de la Constitución y del Estado de las Autonomías, un modelo que garantiza los mismos derechos y obligaciones y las mismas oportunidades de todos los españoles. Un Estado federal cooperativo improvisado por Griñán, que ni él mismo sabe en qué consiste, lo único que traería a Andalucía más confusión, más pobreza, más desigualdad y más paro.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Andalucía rompió el marco previsto por el cual la España democrática tendría tres Comunidades Históricas más el peso de Madrid. Se quedaron atónitos ante la capacidad movilizadora de Andalucía e intentaron acabar con esa fuerza. Yo creo que todavía estamos en las mismas. La autonomía andaluza incomodaba porque ponía sobre la mesa profundos temas sociales que no estaban dispuestos a reconocer ni a debatir. Por eso niegan continuamente la identidad a Andalucía: porque su sustancia está compuesta de igualdad, reparto, derechos sociales.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
Creo que Andalucía determina, más que ninguna otra comunidad, el modelo de Estado. Es la única que se opone frontalmente al centralismo (que ha sido sumamente dañino para nuestra tierra) al tiempo que puede abanderar un avance hacia una España federal, plurinacional. Andalucía se siente cómoda en el discurso de la solidaridad y la descentralización, pero totalmente excluida en el centralismo o el nacionalismo soberanista.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
La constitución debe reformarse por muchos motivos y el principal es que el Tribunal Constitucional ha dinamitado cualquier tipo de lectura flexible de la carta magna, como ha demostrado en la sentencia de la deuda histórica o en el Estatuto catalán. El derecho a decidir es fundamental para un estado mínimamente federal. Nadie puede obligar a la unidad ni a la ruptura. Y es perfectamente compatible exigir el derecho a decidir y estar en contra de separar estados.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Fundamental pero no solamente en el equilibrio territorial que estaba diseñado para pactar con el nacionalismo catalán y vasco, y de paso el gallego pero sin presión, y desde los intereses de la derecha económica. La libertad invita a los andaluces a reivindicarse, sin complejos, desde la reclamación de dignidad y justicia. La derecha se asusta y se produce un hecho asombroso y trascendental en la historia reciente, que es la génesis de nuestra democracia: el Gobierno boicotea un referéndum que había propiciado por ley y del que se arrepiente. Andalucía rompe el mapa, pero además lo hace desde un ideario que no representa su propia burguesía rural, o sea la derecha tradicional. El hecho de que Andalucía peleara por su papel en la España de las autonomías, en igualdad de condiciones con las históricas, trajo un remedio provisional y en algunos casos no deseado: un mapa de 17, algunas de las cuales eran y son en realidad distritos únicos.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
El impulso más que el liderazgo, hay que matizar. Y hay que hacerlo porque la derecha catalana, aparte de sentimientos y emociones, ha sido muy práctica siempre y ha preferido un buen negocio ( pájaro en mano) que ciento volando (anhelos independentistas). El cabreo descomunal de la ciudadanía y la perplejidad general es un terreno fértil para sembrar las ganas de fractura con el Estado-culpable que se está mereciendo ser el chivo expiatorio de la desesperanza. En este contexto, el papel de Andalucía, que ha sido federalista hasta en sus planteamientos más nacionalistas, es fundamental porque añade un discurso real (equilibrio, solidaridad, desarrollo, derechos) aparte de las emociones y sentimientos casi religiosos de los nacionalismos esencialistas. Andalucía no es la sanguijuela que pintan rozando la xenofobia algunos discursos nada inocentes desde la derecha, y no solo la catalana: Andalucía es y debe ser un modelo de construcción de Estado desde el pacto y la cooperación.
Esto es algo que deben asumir todos los grupos políticos y no exclusivamente los que legítimamente se declaran independentistas.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
Olvidamos a veces que la intención final de toda acción política es la convivencia, así que si tras más de 30 años de paz y construcción de un Estado de Derecho... claro que hay que modificar la Constitución si es la voluntad de la mayoría de los ciudadanos y de sus representantes. Más, creo que ya estamos tardando en abordar cuestiones como el papel del Senado y la sucesión de la monarquía que sigue siendo, desde el punto de vista de la igualdad, inconstitucional. La espita que ha cabreado y exacerbado algunos nacionalismos, por ejemplo en Cataluña, ha sido el revés de un Estatuto al que cercena el Tribunal Constitucional y que apoyó la mayoría de Cataluña. Debimos habernos puesto de acuerdo antes. Todo el que no demuestre estar dispuesto a pactar nuevas formas de convivencia demuestra que le importan más las palabras, incluidos los textos legales, que las personas. Así solo lograremos que las personas no le vean utilidad a la política.
¿Qué papel jugó Andalucía con las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre del 77 en la configuración final del Estado autonómico?
Andalucía jugó un papel decisivo. Las manifestaciones del 4-D fundaron la autonomía para Andalucía, por la vía de mayores competencias, y, a la vez, fundaron la igualdad para el resto de comunidades. De las 17 comunidades autónomas, sólo Andalucía conquistó la autonomía. A otras tres se les otorgó (País Vasco, Cataluña y Galicia) y a las otras 13 se les concedió. Nada de esto hubiera ocurrido sin aquel 4 D en el que, de manera deslumbrante, el pueblo andaluz llevó a la práctica la letra de su himno de manera literal y se levantó por sí, por España y la Humanidad.
¿Qué papel debe jugar Andalucía en el nuevo debate territorial suscitado a raíz del proceso soberanista abierto en Cataluña bajo el liderazgo de CiU?
Un papel primordial. Sólo Andalucía puede garantizar el equilibrio sin privilegios. Por su peso poblacional y por su historia. Si las opciones son centralismo y/o soberanismo, la mía no sería el centralismo. Para trazar otro camino como es el federalismo (no como estrategia electoral al modo del PSC, sino planteando abiertamente una reforma de la Constitución en profundidad para cambiar algo más que el Senado) es imprescindible la lucidez, la cordura y el coraje de Andalucía.
¿Debe reformarse la Constitución e incluir en ella, con el consentimiento de las principales fuerzas políticas, el llamado derecho a decidir de los territorios que así lo reclamen?
Sí. Sin duda. El derecho a decidir es la base del federalismo entendido como un pacto libre entre naciones para crear una estructura con la que equilibrar el poder de los mercados. Una estructura como marco de políticas monetarias y fiscales. No sería la primera Constitución Federal de España, ya hubo una en 1873, durante la I República (aunque no fue promulgada).
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