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"A este ritmo, los bisnietos heredarán las fosas"

Santiago Fernández, sobrino de desaparecidos, recuperará los restos de su tío socialista represaliado en 1938 en Nerva (Huelva) el próximo 23 de noviembre

DIEGO BARCALA

La recuperación de los restos de su tío Nicomedes Emilio Fernández es una promesa que Santiago Fernández, de 62 años, le hizo a su madre en el momento de su muerte en 2002. 'Con el cuerpo todavía caliente le prometí llevar los restos de su hermano junto a ella. Los años le distanciaron del dolor, pero cuando cerraba los ojos sé lo que sufría', explica este exempleado de banca, vecino de Osuna (Sevilla).

La exhumación de la fosa del dirigente socialista Nicomedes Emilio Fernández y de su compañero desconocido de indigna tumba será la primera recuperación de restos de represaliados que se efectuará tras las próximas elecciones. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica emprenderá el 23 de noviembre la búsqueda de Fernández en una cuneta del pequeño municipio de El Álamo ante la atenta mirada de diez de sus descendientes. 'Es un duelo que todo el mundo tiene derecho a hacer. Al ritmo que van las exhumaciones, es posible que sean los bisnietos los que hereden el problema de las fosas. Que tome nota Rajoy', opina Fernández, que vaticina un Gobierno del PP.

'Es un duelo que todo el mundo tiene derecho a hacer', sostiene Fernández

Nicomedes Emilio Fernández era minero. Trabajó para la Rio Tinto Minera Company Limited hasta el 18 de octubre de 1934, según confirma un documento familiar. 'Estoy seguro de que participó en la revolución de octubre y fue represaliado', sospecha su sobrino. Una vez tomada Huelva por los franquistas al mando del general Queipo de Llano, Fernández pasó un tiempo escondido en la sierra local. Ante la posibilidad de que los golpistas tomaran represalias contra sus hermanas y su madre, Nicomedes volvió al domicilio familiar y, en mayo de 1938, decidió entregarse en el cuartel de Nerva. 'Mi tía Plácida la mayor de las tres hermanas de Nicomedes debió decirle que, al no tener las manos manchadas de sangre, no le iba a pasar nada. A la mañana siguiente ya le habían matado', explica Fernández. 'Cuando Plácida fue a llevarle ropa limpia, le avisaron de que no era necesaria', añade. Nicomedes tenía 33 años.

La vida de posguerra de la familia Fernández es la propia de muchos vencidos de la Guerra Civil. La historia de la disgregación familiar por toda España en busca de un nuevo punto de partida. 'Hasta el pasado verano no volví al pueblo de mi madre. En octubre falleció mi padre y nos juntamos varios primos. Todos estuvimos de acuerdo en buscar a nuestro tío', relata Santiago. La familia inició la búsqueda y fue el testimonio inesperado de una familiar la que dio la clave de la localización.

'Mi tía Esperanza, de 82 años, volvió al pueblo tras emigrar a trabajar en Bruselas. Nos contó que recordaba el lugar exacto de la fosa porque de pequeña llevaba flores a la tumba. Cuando fuimos a la cuneta comprobamos que el terreno denota que se ha movido la tierra', explica Santiago. La represión en la cuenca minera de Huelva fue tal que algunos historiadores consultados por Santiago, como Francisco Espinosa, describen que muchos cuerpos ni siquiera eran enterrados. 'Cerca de Nerva puede haber unos 500 represaliados. A Nicomedes le enterró su tío Francisco', añade.

'Si no hay dinero aquí para esto, habrá que buscarlo fuera', agrega el familiar

A diferencia de otras familias que decidieron en los setenta emprender la exhumación al morir Franco como ocurrió en muchos pueblos de La Rioja y Navarra, la familia Fernández no se sintió preparada para volver allí a cerrar su herida. Han sido los hijos de las hermanas de Nicomedes los que han impulsado la cicatrización del trauma de unas jóvenes hermanas de Huelva en 1936. La madre de Santiago tenía 18 años cuando vio desaparecer a su hermano Nicomedes. Dos años antes, otro hermano, Benito Fernández, también minero, murió desangrado en un tiroteo en la sierra de Nerva, donde se escondió tras el golpe.

'En cuanto supe dónde estaba acudí a varias asociaciones y he tenido suerte de que tuvieran una subvención para las exhumaciones. Además, los dueños del terreno, que es en parte de la Diputación y en parte de un particular, han dado todos los permisos. Han entendido que se trata de una cuestión familiar. Yo no busco al personaje, busco a la persona', describe Santiago. 'Hay sensibilidades de todo tipo y el dinero público debe estar para atender estas situaciones', opina. 'En cualquier caso, hay que ser optimistas y si no dan dinero para exhumaciones aquí habrá que buscarlo fuera. Por ejemplo, ¿las víctimas no son trabajadores? Pues igual se puede pedir dinero a la Organización Internacional del Trabajo', advierte.

Fernández tiene previsto llevar los restos al cementerio de Osuna, donde reposa su madre. 'Ella nunca nos habló de cómo murieron sus hermanos. No quería afrontar una película de guerra, pero el dolor lo llevaba dentro. Mi madre y yo nos entendíamos sólo con mirarnos', reflexiona Santiago emocionado por cerrar la herida de su madre.


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