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"La gente llega violenta a los centros sanitarios"

Las enfermeras aprenden defensa personal para evitar ataques

MARIOLA MORENO

Pocas veces van armados, pero pueden hacer mucho daño. La irrupción el pasado viernes de un hombre en un centro de salud de Fuelabrada (Madrid), donde la emprendió a hachazos contra tres trabajadoras del ambulatorio, constituye el último episodio conocido de violencia contra los profesionales de la sanidad. Sin llegar a esos extremos, médicos y enfermeras han de bregar a diario con la agresividad que manifiestan muchos pacientes y familiares, un fenómeno creciente que mantiene en alerta al colectivo. Algunos ya han decidido tomar medidas para saber cómo defenderse ante posibles ataques.

Es el caso de la delegación de A Coruña del Sindicato de Enfermería SATSE, que ha empezado a organizar cursos de defensa personal para sus afiliados después de llevar una década pidiendo medidas como el control de los accesos a los centros de salud o la contratación de seguridad privada en los ambulatorios más conflictivos. 'La gente llega agresiva y violenta a los hospitales', señala con contundencia Mercedes Borque, secretaria provincial de SATSE-A Coruña.

El curso de defensa personal, que lleva por título Si el arma no es el insulto, tiene una duración de seis horas y está dirigido exclusivamente a los afiliados del sindicato. 'El objetivo de esta formación no es la agresión física al paciente o supuesto agresor, sino tratar de evitar los ataques, tanto verbales como físicos', mantiene Felipe Meana, de SKM Combat and Self Defense, la empresa que imparte el curso. 'Lo que más nos piden es que les enseñemos cómo zafarse de los agarrones a la bata, los empujones y los zarandeos', explica.

'Nos piden aprender a zafarse de los agarrones', explica un monitor

Ana Fraile, de 21 años, participante en el seminario que se clausura hoy en A Coruña, confiesa que 'no se ve' repeliendo una agresión. 'Si me atacase un paciente, creo que me quedaría quieta; mi obligación es proporcionar salud, no mostrarme violenta. En la calle es distinto, ahí sí que no sé cómo actuaría', aclara.

Fraile se refiere a los riesgos a los que se enfrenta el personal sanitario al término de su jornada laboral. 'La gente paga sus frustraciones en el hospital y somos un blanco fácil para cualquiera que nos quiera agredir fuera del trabajo', señala por su parte Teresa Pereira, enfermera en el hospital de Cee (A Coruña).

A su colega Silvia Muñoz, un expaciente la abordó en plena calle para recriminarle los efectos secundarios derivados de la pomada que le había administrado. No es el único ataque que ha sufrido. En los tres años que lleva en ejercicio, Silvia ha sufrido vejaciones y agresiones verbales por su condición de 'enfermera emigrante'. 'Me dicen que le estoy quitando el trabajo a las españolas. Una señora ha llegado a poner una reclamación en mi contra, a pesar de que yo nunca la he atendido, sólo porque soy boliviana', sostiene.

José Seco, uno de los dos enfermeros que asisten al curso, cree que sus compañeras sufren más ataques que los hombres por razones de sexo: 'A mí, pacientes y familiares, por el hecho de ser un hombre y llevar barba, me tratan mejor, pero es cierto que se ha perdido el respeto a una figura que antes representaba cierta autoridad'.

Una enfermera: 'Somos un blanco fácil fuera del hospital'

'Esas reacciones violentas son fruto ni más ni menos que de la educación que reciben los niños', zanja Dolores Sánchez, del Hospital Universitario de A Coruña. José asiente y sugiere que el personal sanitario debería adquirir la condición de agente de la autoridad, porque cree que así se pondría coto a las agresiones: 'El que pega a un agente uniformado comete un delito que puede costarle una pena de cárcel, pero el que pega a alguien que lleva una bata blanca solo comete una falta por lesiones'.

En 2010, sólo en Galicia fueron agredidos 106 técnicos sanitarios. La mitad de las agresiones tuvo lugar en centros de atención primaria, el resto en hospitales, donde el servicio de urgencias acapara el grueso de las agresiones. Pero también la atención domiciliaria entraña riesgos para el personal sanitario, que alerta de los robos de instrumental y medicamentos durante los desplazamientos. 'En los barrios más conflictivos de las grandes ciudades, durante una época era normal que llamasen al médico o la enfermera con el único fin de robarles las ampollas o el material que transportasen', aseguran desde el Sindicato de Enfermería.

Por último, en cuanto al caso de Fuenlabrada, el agresor se negó ayer a declarar en la comisaría y pasará en las próximas horas a disposición judicial, mientras que las tres heridas evolucionan favorablemente.

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