'¿Tienen solución nuestros problemas? Rotundamente, sí. ¿Con Zapatero? Rotundamente, no. ¿España puede salir del trance? Sí. ¿Con Zapatero? No'. De este modo, y apoyado por el coro de voces de sus diputados, Mariano Rajoy se centró ayer en atacar la credibilidad del presidente del Gobierno.
Credibilidad y confianza fueron las dos palabras que más repitió el líder del PP durante su discurso. Y lo hizo para resaltar, una vez tras otra, que José Luis Rodríguez Zapatero carecía de ambas. El jefe de la oposición iba con dos objetivos claros: destacar que el 'único obstáculo' para que España salga adelante es el jefe del Ejecutivo socialista y pedir elecciones anticipadas.
'¿Cómo se puede confiar en un señor que dice una cosa y no la cumple? ¿En una persona que ha liquidado su programa de investidura? ¿En alguien que hablaba de compromisos con la igualdad y el bienestar, y luego hizo el mayor recorte social de la historia?', fueron algunas de las preguntas de una larga retahíla que Rajoy lanzó a su oponente. A juicio del líder del PP, sólo hay una respuesta y una conclusión: 'No se puede confiar'.
Para Rajoy, lo que está en cuestión no es la solvencia de España, sino 'la de su administrador'. 'Quien encarna, suscita y sostiene la desconfianza es usted', proclamó ante una bancada popular que cada dos por tres se ponía en pie y le gritaba '¡ Bravo!'.
Zapatero no se arrinconó. Recordó a Rajoy que la confianza la otorgan los ciudadanos en las urnas y que él había perdido dos convocatorias electorales. También reconoció que había descendido en los sondeos de opinión, pero apuntó que la valoración del presidente del PP no era precisamente 'para tirar cohetes.'
Pero al jefe de la oposición nada le iba a desviar de su blanco. Y, dejando a un lado por un instante la crisis económica, se refirió al Estatut de Catalunya para acusar al presidente de haber generado también 'una grave crisis institucional. No se puede decir que el TC ha respaldado globalmente la constitucionalidad del Estatut mientras el president de la Generalitat, José Montilla, encabeza una protesta contra el fallo'.
Por la mañana, en las filas del PP cundía la indignación al conocer la disposición de Zapatero a estudiar modificaciones legales para abordar los puntos del Estatut que habían sido interpretados por el Constitucional. 'Es todo un desafío', señalaban.
Al PP le pareció que lo único que intentaba hacer con ello Zapatero era 'ganar tiempo' con 'guiños' a los partidos nacionalistas. 'También lo ha intentado con los sindicatos que le han convocado una huelga general. Juega a todos los bandos', apuntaban algunos parlamentarios. En su intervención, Rajoy pidió al dirigente socialista que con el Estatut no añadiera 'más leña al fuego con nuevas promesas que sólo buscan la rentabilidad electoral inmediata'.
A los conservadores les pareció todo 'un despropósito' que el responsable del 'descalabro' se ofreciera como 'remedio'. Pero ellos tampoco se esmeraron en aportar soluciones. El PP no presentó ni una sola medida. No habló ni de la reforma laboral, ni sobre el futuro de las pensiones. Zapatero se lo reprochó desde el escaño. Pero los colaboradores de Rajoy reconocían que no les interesaba, que no era el momento. 'Este debate era para demostrar que Zapatero está quemado'. Y de ahí que Rajoy se lanzara a pedir elecciones anticipadas. Era su golpe de efecto. Y la primera vez que lo hacía en sede parlamentaria. Los suyos recordaban que también se trataba de la primera ocasión en la que se hacía oficialmente y de forma más directa que la de aquel famoso '¡Váyase señor González!' de José María Aznar.
'Para gobernar, no basta con el poder, se precisa la reputación. Usted no la tiene y sin ella no es posible crear el clima de certidumbre que sustente el crecimiento. Ni cuenta con la autoridad moral para reclamar sacrificios', le reprochó duramente Rajoy.
Hasta ayer, el líder del PP no se había atrevido pedir elecciones anticipadas y en su equipo había quien se lo había desaconsejado para no mostrar ansias de poder. Pero ahora sus filas le dan su aprobación. No lo ven como una medida 'desesperada' sino 'necesaria' porque es lo que 'la calle piensa y demanda'.
Zapatero retó a Rajoy a presentar una moción de censura y le dijo que su actuación obedecía a intereses partidistas. El PP asegura que se esperaban todo lo que les dijo el presidente. 'Las cuchilladas en el hígado ya no nos duelen', afirmaba un diputado.
Durante la comida, Rajoy se reunió en su despacho con su equipo, donde se encontraban su jefe de gabinete, Jorge Moragas; la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Los suyos dicen que no tuvo que utilizar mucho el típex para hacer retoques porque el discurso de Zapatero había sido 'muy aburrido' y no aportó 'nada nuevo'. Lo de las elecciones anticipadas ya lo llevaba escrito. 'Es una petición de gran calibre', juzgaban los suyos. En el PP cuentan que Rajoy hizo 'un gran esfuerzo' por controlar su tono.
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