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Series 'Des': la difícil tarea de buscar justicia para los olvidados e ignorados por el sistema

David Tennant vuelve a ser el antagonista. Esta vez como un asesino en serie que actuó a finales de los setenta y principios de los ochenta en Londres

Des, la nueva serie de Starplayz.
Des, la nueva miniserie de Starplayz. Starzplay

Des, miniserie británica de tres episodios que estrena este domingo Starzplay, toma su nombre del asesino de cuyos crímenes y juicio se nutre su trama. Pese a eso y a que este está interpretado por un actor tan certero como David Tennant, no se conforma con quedarse ahí. Viaja más allá construyendo un relato sólido en torno a Nilsen, al agente que lo detuvo e investigó y al biógrafo en cuyo libro se basaron Luke Neal y Lewis Arnold para crear una serie escrita por Kelly Jones. Como protagonistas omnipresentes, como si de una suerte de homenaje o resarcimiento se tratase, las víctimas.

Dennis Nilsen fue un asesino en serie escocés que operó en Londres entre 1978 y 1983. Se aprovechaba de la necesidad e indefensión de sus víctimas convenciéndolas para que fuesen con él a su casa a cambio de comida y techo. Eran hombres, jóvenes en su mayoría, que vivían en la calle, olvidados por la sociedad y el sistema en una ciudad donde si desaparecían (casi) nadie les echaría de menos. Les estrangulaba para después cumplir un ritual macabro que incluía asearles y vestirles, sentarlos a "hablar" con él y ver la televisión juntos. Después los descuartizaba y se deshacía de sus cuerpos por partes llegando a tirar algunas por el retrete. Así fue como le descubrieron. Una llamada por una cañería atascada sacó a la luz las primeras evidencias en su contra: restos de huesos humanos.

Ese es el arranque de Des, que tiene en el detective Peter Jay y en la interpretación que de él hace Daniel Mays la pareja perfecta junto a Tennant. El guion desgrana la relación de dependencia que se genera entre ambos. A Nilsen parece gustarle la atención y disfruta controlando la situación a sabiendas de que solo él sabe a cuántas personas mató en realidad y sus identidades. Por su parte Jay, que cumple con el perfil de agente implicado en un caso hasta afectarle en lo personal, necesita al detenido para poder resolver el caso. Se convierte en una obsesión. Quiere hacer justicia sacándoles del anonimato. De camino a comisaría para los interrogatorios Nielsen confesó haber matado a al menos 15 personas en el transcurso de cinco años. Sin embargo, no se le pudo acusar de todos los crímenes y solo una parte de ellos llegaron a tener nombre y apellidos en una investigación tortuosa, lenta y frustrante la mayor parte del tiempo.

De ahí las presiones de Scotland Yard para pasar página. Se trata, le dicen a Jay y su equipo en una escena, de una cuestión de "reputación". A ellos les basta con haber identificado a seis de las víctimas para sentar a Nilsen en el banquillo. No les importa, como parte del sistema que son, que el resto sigan en el olvido. Su excusa se ancla en el hartazgo de la opinión pública. Esa que se alimentó de la carnaza y los titulares de los tabloides. Todo eso, y las múltiples conversaciones que mantuvieron Nilsen y Brian Masters quedaron recogidas en Killing For Company, libro en el que se basa una serie en la que el biógrafo podría haber dado más juego como personaje ahondando en su camino y sus porqués.

Los dos primeros capítulos se centran en la investigación y en conocer al asesino a través de su propio relato y el que ofrecen las pruebas en su contra. Apodado como "el asesino amable" por sus buenos modales y su apariencia ordinaria y afable, Tennant firma un retrato tan inquietante como hipnótico que, por otra parte, no sorprende. En los últimos tiempos el que fuera viajero de la Tardis ha regalado a los seriéfilos más de un villano digno de análisis. Su Kilgrave en la primera temporada de Jessica Jones ha sido uno de los antagonistas mejor construidos e interpretados en una serie de superhéroes en mucho tiempo.

Aunque Des va más en la línea del médico de pueblo acusado de haber matado a su mujer y sus hijas en El incendio  o del padrastro señalado en la versión británica de Criminal. Tener a Tennant en el proyecto ofrece ciertas garantías. Pero no está solo, y sus escenas tanto con Daniel Mays, con el que ya compartió títulos de crédito en Buenos Presagios , como con Jason Watkins, sostienen el relato. En ambos casos funcionan muy bien para hacer avanzar la trama, pero también para ahondar en la psicología del asesino. Con el primero se muestra más calmado, colaborativo en ocasiones. Con su biógrafo da otra imagen, más altiva, más prepotente, llegando a perder los papeles.

Explorado eso, el tercer y último episodio está dedicado al juicio. A un lado, la defensa argumentando que el acusado no era completamente consciente de sus actos. Al otro, la acusación señalando precisamente todo lo contrario. Maldad y locura frente a frente mientras los agentes que llevaron la investigación no se conforman con ser meros espectadores del espectáculo en el que se ha convertido la sala y siguen buscando pruebas y testimonios que lleven a Nilsen a prisión.

Dirigida por uno de sus creadores, Lewis Arnold, Des encaja como una miniserie entre policial y judicial. Que solo sean tres episodios favorece que el guion no se pierda en intentar alargar una historia que puede contarse en menos de dos horas y media. No se dan rodeos, avanza con pulso firme y por un camino trazado que sabe muy bien cuál es su punto de partida y su final. De uno a otro poporciona toda la información necesaria para entender la magnitud del caso y lo que supuso en el Londres de los primeros ochenta incluso sin saber previamente quién era Nilsen o cuál era la realidad social de entonces.

Precisamente para no olvidar que fue algo que ocurrió, sus creadores no dudan en jugar la baza de recurrir a alguna imagen de archivo. Eso sí, antes de cada episodio aparece el aviso de que si bien la serie está basada en hechos reales, algunos nombres han sido cambiados y se han tomado ciertas licencias creativas con fines dramáticos. Después de todo, Des es ficción, no un documental.

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