Una película coproducida por Argentina y España que recrea el corralito financiero que afrontaron los ciudadanos argentinos en medio de la crisis de 2001, llegará el próximo jueves a las salas de Buenos Aires en medio de la polémica desatada en el país por los controles a las operaciones con dólares.

Acorralados, protagonizada por el argentino Federico Luppi, trata sobre un jubilado que, desesperado por la retención de los depósitos bancarios que impuso el Gobierno en medio de la crisis, decide ir al banco a exigir que le devuelvan sus ahorros de toda la vida con una granada en mano. 'Un inesperado decreto del Gobierno [del presidente Fernando de la Rúa] de congelar todas las cuentas bancarias provoca ingeniosas maniobras en los afectados para recuperar sus propios ahorros', señala la sinopsis de la película, dirigida por el cineasta Julio Bove.

El largometraje, una comedia dramática, es 'un cuento de esperanza, de solidaridad, de amistad, de familia y de supervivencia que cobra vida en medio del caos por el cual Argentina pasó cuando el pueblo perdió toda la confianza y la fe en las entidades públicas y financieras', indica un comunicado de los productores.

La profunda crisis social y económica de finales de 2001 derivó en una treintena de muertos durante protestas sociales, cacerolazos en todo el país, la renuncia de Fernando de la Rúa, la sucesión de cinco presidentes en menos de tres semanas y un fuerte crecimiento en los indicadores de desempleo y pobreza. Así lo pone de manifiesto el filme con imágenes de archivo que se combinan con las realizadas para esta nueva producción, en la que también actúan Gustavo Garzón, Gabriel Corrado, Ana Fernández y Esther Goris.

Acorralados está ambientada 'en una época reciente en Argentina que creó nuevos términos asociados con la protesta: el corralito y los cacerolazos', explica la productora, Bosco Entertainment. Precisamente, vecinos de algunos barrios de Buenos Aires realizaron los pasados jueves y viernes cacerolazos en la calle y desde los balcones, en rechazo a los controles impuestos por el Gobierno sobre las operaciones con divisas para desdolarizar la economía.

Los controles, que también afectan la compra de dólares para viajes al exterior y la adquisición de inmuebles con créditos hipotecarios, ha hecho resurgir el mercado informal del dólar, cuyo precio ha aumentado a casi 6 pesos, frente a los 4,49 pesos en los que se ubica en el cambio oficial.