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América Latina mira a la Primavera Árabe

Muhsin al Ramli y Miral al Tahawy disertan en la FIL sobre las movilizaciones

MAJO SISCAR

'Si un pueblo quiere vivir, el destino inexorablemente responde', reza un verso del poeta tunecino Abdul Qasim al Shabi, cuya voz, apagada hace 25 años, resonó este 2011 por todas las plazas de Oriente Próximo. La literatura, una vez más, ha canalizado ese anhelo de libertad que se respiraba en la Primavera Árabe. 'Escribir era arriesgar la vida. Ahora se abren nuevos escenarios', resume Muhsin al Ramli, escritor iraquí exiliado en España desde 1993 después de que su hermano fuera asesinado por el régimen de Sadam Husein y sus propios libros, prohibidos. 'Los escritores críticos con las dictaduras que se quedaron en sus países han sido héroes, han sufrido mucho para poder publicar e incluso han perdido la vida, y otros se han muerto en las cárceles', sigue contando. Sin embargo, ahora el respaldo social les ha dado fuerzas, 'han salido a las plazas y desafían la censura desde los periódicos, desde las redes sociales'.

Al Ramli, invitado a la Feria del Libro de Guadalajara, que se clausuró ayer, participó muy activamente en aquellos movimientos a través de las redes sociales, uno de los factores claves de las movilizaciones. 'Son revoluciones de dignidad y libertad. No sabemos mañana qué va a pasar, pero por lo menos ha habido un cambio, se ha creado un horizonte para soñar, antes estaba cerrado todo, estábamos muertos', explica, y se muestra optimista respecto a los nuevos escenarios que se puedan abrir. 'Un gran cambio sería que la religión pasase a un segundo término, porque ahora está presente en todos los elementos de la vida cotidiana', anhela, pero sabe que no es fácil.

'Un gran cambio sería que la religión pasase a un segundo término'

Es más, los recientes resultados electorales en Egipto dan la victoria al partido islamista. 'La gente ha votado por los religiosos, porque sienten que son honestos, trabajadores, que los pueden salvar de la corrupción anquilosada, pero hay que ver lo que hacen, podrían peligrar las conquistas de las mujeres o los derechos humanos', aventura la novelista egipcia Miral al Tahawy. Ella forma parte de esa generación de mujeres de los noventa que han empezado a escribir masivamente para mostrar la visión femenina en un mundo dominado por los hombres.

En su último libro, BrooklynHeights, por la que ha recibido la medalla Naguib Mahfuz de Literatura 2010, Al Tahawy explora el barrio neoyorquino desde la perspectiva de una madre soltera egipcia.

'Para conseguir la libertad que impregnaba Tahrir aún queda lucha'

Pero a la par, muestra la crisis de identidad que tiene cualquier inmigrante en un país que 'no es el paraíso ni la casa de la libertad' como ella pensaba. Al Tahawy lleva diez años a caballo entre EEUU y Egipto, y aunque le emocionaron las revueltas de su país, en las que participó, ve con recelo lo que se avecina. 'Para conseguir la libertad que impregnaba la plaza Tahrir queda un largo camino de lucha. No será justo ahora y no será fácil, pero por lo menos ya podemos soñar', señala.

Sobre el papel de la literatura, ambos coinciden en que el cambio no vendrá de la mano de las letras sino de la sociedad. 'Ahora hay que participar, ya habrá tiempo para reflexionar desde la escritura', subraya Muhsin al Ramli.

Sin embargo, las letras árabes han experimentado una renovación insólita en las últimas décadas. 'Antes de las revueltas ya existía una efervescencia en la literatura que avanzaba hacia esa transformación democrática; en los últimos años la ficción se ha liberado de su yugo específicamente árabe y de la censura', resume Karim Hauser, delegado de la Casa Árabe en Madrid.

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