En una secuencia de La red social, Eduardo Saverin, uno de los fundadores de Facebook, intenta desacreditar a Sean Parker, creador de Napster, espetándole que su proyecto de intercambio de música, finalmente, fracasó. Con un media sonrisa, el actor que interpreta a Parker le responde: '¿Y por qué no montas una tienda de discos, Eduardo?'. Esta frase, una especie de dogma en la industria musical ya en 2005, cerró la discusión. Eduardo no tenía nada más que decir.
Internet había cambiado radicalmente el negocio, lo que no impide que incluso a día de hoy todavía haya aventureros que abran tiendas de discos, como ha hecho esta misma semana la Unión Fonográfica Independiente (UFI) en Madrid ante el asombro de casi todos. 'La gente de la industria considera que internet no es la solución', declara a Público Fernando Rosado, uno de los representantes de UFI, consciente de que los dividendos del mercado digital no son aún suficientes para sostener su negocio. 'Para que evolucione el mercado digital debe haber un cambio en la ley', añadía, días después de que el Congreso rechazara la llamada Ley Sinde.
Eso opinan en el sector musical, que curiosamente es el que más ha avanzado, no sin una férrea (y hasta cierto punto comprensible) resistencia, en el mercado digital gracias a plataformas como Spotify. En esta plataforma, que ofrece un vasto catálogo musical con acuerdos con casi todas las compañías discográficas, su visión es radicalmente distinta. 'Nosotros creemos que si ofrecemos una clara alternativa legal, muchos internautas van a dejar de ir a los torrent', afirma Lutz Emmerich, jefe de Spotify en España. Y ofrece datos: 'Hemos hecho una encuesta entre nuestros usuarios y el 64% nos ha confirmado que desde que utilizan Spotify ya no recurren a la descarga'. El informe anual de la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI) lo corrobora: en España en 2009, el aumento de las transacciones digitales subió el 10,6%.
Por otro lado y contra lo que en principio pudiera parecer, no todos los actores implicados en el sector discográfico aprueban la Ley Sinde. Es el caso de Producciones Doradas, un sello de Barcelona que opta por nuevos modelos de negocio, conjugando la edición de discos (física y online, para descarga libre), la promoción y management de grupos y la oferta de servicios vinculados a la producción o programación de eventos.
Su director, Daniel Granados, cree que 'hay que superar los marcos restrictivos que promueven iniciativas tan inoperantes como la Ley Sinde, que conllevan un progresivo distanciamiento entre los consumidores de cultura y los proyectos empresariales que pretenden seguir abasteciendo de productos culturales a la ciudadanía bajo parámetros a menudo aberrantes e injustos (ahí están los precios de discos online). Y lo que es más preocupante, este distanciamiento se encuentra potenciado y promovido por los poderes públicos que se encuentran en manos de los lobbys que representan a la industria cultural'.
En el sector del cine, aunque la oferta en internet es escasa, parecen tener muy claro que el horizonte es digital. 'Va a haber cambio, queramos o no. Internet abre opciones a todo el mundo y elimina barreras', sostiene Pedro Pérez, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales. Pérez cree que con una oferta digital rápida, accesible y barata, el público no acudiría a otros sitios de descarga: 'Pasó con el vídeo. Cuando se empezaron a editar originales y con calidad, la gente dejó de comprar piratas. Prefería pagar un poco más y tener el original'.
Uno de los escollos del cine está en dirimir con los intereses de los exhibidores y las televisiones. Ahí surgen los miedos: 'Si estrenas en la red, a medio plazo te cargas el negocio de las salas', aventura Pérez, aunque no hay datos que relacionen tal causa y efecto, ya que todavía no se han estrenado filmes en la red de forma generalizada. Sobre las televisiones, el presidente de los productores lo tiene más claro: 'Que el cine se pueda ver por internet antes que por televisión es lógico. Es más, la experiencia nos dice que una película, cuando ha tenido éxito en taquilla, consigue mayor audiencia en televisión. Lo mismo puede pasar con internet'.
El sector editorial sigue en su plácida burbuja de papel, viendo con distancia la irrupción de lo digital. La plataforma de distribución en internet auspiciada por las editoriales, Libranda, que presenta una dificultad de acceso alarmante, es un decepcionante punto de partida. 'La oferta es escasa y de mala calidad. Algo va a cambiar, pero la preocupación de las editoriales no es alta porque el parque de lectores de ebooks es aún pequeño', dice Fernando Valverde, presidente de la Confederación Nacional de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL).
Las editoriales no se impacientan, pero los autores sí. Es el caso de Lorenzo Silva, que no ha logrado negociar su contrato con su editorial, Destino, para hacer una oferta en internet de sus libros. 'Vender libros en la red a 15 euros es poco verosímil, porque ese precio obedece a la logística del papel. La industria tiene que dar un paso adelante para que el consumidor no se acostumbre a la gratuidad', sostiene. A Silva sí le preocupa la circulación actual de ebooks: 'El 50% se leen en pantallas de ordenador, no hace falta un iPad'.
Muy sugerente suena la iniciativa de 24symbols, una suerte de Spotify de libros que se lanzará en marzo. 'La Ley Sinde no arreglará nada. No se puede controlar un fichero en internet. Hay que crear negocios puros online', concluye su director, Aitor Grandes.
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