Público
Público

La terapia gráfica del autor de Maus

Art Spiegelman (Estocolmo, 1948) se enfrentó a un 'puñado disperso de breves tiras autobiográficas' reunidas en 1978 bajo el título Break-downs, como una secuencia de relatos listos para hurgarse

PEIO H. RIAÑO

Dice que no suele confundir el arte con la terapia y al hacerlo no consigue más que confirmar que una parte muy importante de su carrera ha servido para coser una herida que supura desde su infancia. Art Spiegelman (Estocolmo, 1948) se enfrentó a un 'puñado disperso de breves tiras autobiográficas' reunidas en 1978 bajo el título Break-downs, como una secuencia de relatos listos para hurgarse en sus dolores: 'En 1969 (después de un año caótico que incluyó una crisis nerviosa en un hospital psiquiátrico, la expulsión de un colegio universitario, el suicidio de mi madre y un intento especialmente desastroso de vida en una comuna), volví a Binghamton para recuperarme', escribe en las últimas páginas del libro el propio dibujante.

Fue entonces cuando dejó de lado las historias de violencia underground, sexo y drogas. Fue el momento de plantearse las primeras páginas de una obra que cambiaría el destino de la incipiente novela gráfica: Maus. El cómic, que cuenta la supervivencia de sus padres polacos en el campo de concentración de Auschwitz, recibió en 1992 el Premio Pulitzer.

Pero fue en 1972 cuando dibujó las tres primeras páginas del libro protagonizado por ratones que representan a los judíos, gatos a los alemanes o cerdos a los polacos. Sin embargo, no eran buenos tiempos para recordar el genocidio nazi. Tuvo que esperar a 1980 para desarrollar durante once años la trágica memoria familiar en viñetas.

Breakdowns, al margen de los experimentos alucinógenos influidos por Robert Crumb y recogidos en las historietas de finales de los sesenta, es la explicación a las causas que hicieron posible el nacimiento de Maus.

Ahora entendemos la importancia de la compilación de esas pequeñas fábulas, pero un año antes de su salida a la calle tuvo que hacer frente a la muerte de Elvis Presley, a la locura de su editor por invertir todo el dinero en libros con ilustraciones a tamaño póster del ídolo y a la resultante ruina. Todo se paró hasta que un proveedor de libros de bondage y pornografía animó al impresor a hacer su tarea con un explícito: 'No entiendo ni dos terceras partes de la mierda de este libro, pero alguien capaz de hacer la historieta Maus y la del suicidio de su madre, se merece una oportunidad'.

Manifiesto incondicional

Empezaba la carrera de Art Spiegelman. La revista Raw le ofreció un espacio para publicar por entregas el material definitivo de lo que terminaría siendo el Maus que hoy conocemos. Es por eso por lo que para Breakdowns supone para el autor un 'manifiesto, un diario, una nota de suicidio arrugada y, a la vez, una importante carta de amor a un medio que adoro'.

Art Spiegelman no se da tregua. Aunque no sea un personaje incapacitado para la alegría, sino un ser arruinado por la imposibilidad de una vida alegre, el autor sobrevive gracias a su pequeña utopía: la inadaptación y el dolor, llega a decirnos, se combaten con mucha fantasía. Por eso es capaz de dibujarse a sí mismo entre rejas, gritando: 'Pues si estás escuchando, mamá ¡Enhorabuena! Has cometido el crimen perfecto'.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias