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'1899', lo nuevo de los creadores de 'Dark' para Netflix, juega con la mente de protagonistas y espectadores

Rodada en varios idiomas y ambientada en un barco, apuesta por el misterio, la oscuridad y buenos personajes.

Netflix serie 1899
Escena de la serie '1899' (Netflix). NETFLIX

Jantje Friese y Baran bo Odar, creadores de Dark (Netflix), han convertido un viaje en barco en una historia de misterio, terror, cosas raras y grandes personajes en la que se obliga al espectador a estar atento a cada detalle, a cada figura geométrica y a cada giro para intentar recomponer un puzzle tan enrevesado como fascinante. 1899 se descubre desde su primera escena como una serie que hace gala de una complejidad bien calculada, un universo apabullante, inquietante e infinito y un tema central, la mente humana, con mucho donde ahondar.

Dark, aquella serie alemana estrenada por Netflix en 2017 que durante tres temporadas fascinó y desconcertó a partes iguales, es el mejor aval para 1899. Esta sigue la línea marcada por la que fuera la carta de presentación internacional de Jantje Friese y Baran bo Odar, quien, además, dirige la primera temporada de su nueva aventura. Compuesta de ocho episodios rodados en varios idiomas, cuenta en el equipo de guionistas con Darío Madrona (Élite, Besos al aire), que ha coescrito El niño, el segundo capítulo.

En una ficción como esta, donde conocer demasiado antes de llegar a ella resulta contraproducente, basta con saber que la acción se ambienta a bordo de un barco alimentado con carbón y cargado de migrantes que viajan de Europa a América en busca de un futuro mejor. Todos, como se va desvelando capítulo a capítulo, arrastran algo, un suceso traumático, del que huyen. Y todos, en mayor o menor medida, comparten la creencia de que alejándose del problema este desaparecerá. Algo que no siempre funciona. Encontrarse en mitad del océano con el Prometheus, otro buque de la naviera dado por desaparecido cuatro meses antes, hará que tanto la tripulación como el pasaje del Kerberos deban afrontar a sus peores miedos y unirse para enfrentarse a lo que no entienden.

Netflix 1899
Escena de la serie '1899' (Netflix). NETFLIX

Vistos los seis episodios de 1899 facilitados a los medios antes de su estreno, lo que propone esta serie es un viaje a lo más profundo de la mente humana. Además de por el planteamiento en el guion y su puesta en escena, se menciona en varias ocasiones el interés de algunos de los protagonistas principales en comprenderla. Si lo hacen con el fin de poder "arreglarla" o manipularla, eso es parte del secreto a descubrir. Adentrarse en su mundo supone entregarse de lleno a un juego en el que nada ni nadie son lo que parece, las segundas lecturas dominan y las pistas que se van dando son cada vez más desconcertantes.

Una estimulante propuesta que consigue, como lo hacía Dark, atrapar con un misterio sólido, un diseño visual muy atractivo (imposible imaginarse de antemano todo lo que puede ofrecer un barco como escenario) y unos personajes tan bien construidos que logran, incluso los que gozan de menos minutos en pantalla, importar. Jantje Friese y Baran bo Odar consiguen, junto a su equipo de guionistas, no solo construir un universo enrevesado y apabullante, sino que no olvidan en ningún momento ni pierden de vista a sus protagonistas dándoles las herramientas necesarias para avanzar cada uno en su propio arco narrativo y, a la vez, como grupo.

Además de la historia en sí, de los giros, del misterio planteado y de una producción impecable, uno de los aspectos en los que mejor funciona esta serie es en su reparto, que desprende química. Algo que resulta evidente en un episodio, La pirámide, centrado en la necesidad de sentirse escuchado y comprendido. El sexto capítulo, uno de los más potentes, está plagado de escenas llenas de belleza en las que sus protagonistas hablan cada uno en un idioma diferente. El poder de esos momentos en pantalla (y son varios a lo largo de sus más de 50 minutos de duración) es brutal.

Un personaje que se desahoga, que se abre a contar qué le ocurre y cómo se siente, con un interlocutor que no entiende ni una palabra de lo que dice pero que, con la mirada y con su silencio, es pura empatía. Al otro, a quien se desahoga, le da igual que no se le entienda (de hecho eso es probablemente lo que le anima a sincerarse), solo necesita decirlo en voz alta. Todo este capítulo es un ejercicio de sinceridad por parte de los personajes que solo podía funcionar con un sólido guion detrás y unas interpretaciones a la altura en una serie en la que se habla un puñado de idiomas. Incluido el español, con la participación de Miguel Bernardeau y el portugués José Pimentão.

Netflix 1899
Escena de la serie '1899' (Netflix). NETFLIX

Quienes viesen Dark reconocerán en Eyk Larsen al Extraño interpretado por Andreas Pietschmann. El actor alemán se convierte aquí no solo en el capitán del Kerberos, sino en quien lleva el timón de la narración junto a Maura Franklin (Emily Beecham), una doctora que viaja sola, dos rarezas para la época. Juntos conducen la búsqueda de una explicación a lo que está ocurriendo a bordo del barco, pero también en sus cabezas, dañadas. Descubrir qué es lo que hirió a cada uno de los personajes es parte del viaje y lo que lo hace, junto con toda la parte de rarezas y misterio, que la serie sea adictiva.

Saber qué esconde esa familia de religiosos daneses con un hijo mayor con el rostro desfigurado (Lucas Lynggaard Tønnesen) y una hija embarazada (Clara Rosager); esa pareja de recién casados franceses carente de amor y pasión (Jonas Bloquet y Mathilde Ollivier); esa madre (Gabby Wong) y esa hija disfrazada de geisha (Isabella Wei) mangoneadas por una madame; ese polizón (Yann Gael); esos trabajadores cubiertos de carbón (Maciej Musial)… Conocerles y descifrarles es tan atrayente como descubrir qué está ocurriendo en el Kerberos, qué sucedió en el Prometheus o quién está detrás de todo lo extraño y por qué. Y, como extra, una banda sonora que se queda resonando con cada cliffhanger.

El único "pero" que se le podría poner a 1899 es que esos dos episodios no vistos antes del estreno ofrezcan un cierre no satisfactorio o que la explicación al misterio no sea del todo convincente. Y, aún así, en el caso de que eso sucediese, el trayecto a bordo de este barco habría merecido la pena.

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