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La historia de Sibi, el migrante que cruzó el Sáhara y el Mediterráneo para cumplir su sueño de ser futbolista en Italia

El joven portero gambiano, tras un viaje de ocho meses, encontró su segunda casa y su segunda familia en el equipo profesional de la Virtus Verona: "Por suerte ha ido bien y estoy aquí. Los del fútbol son los partidos más fáciles de mi vida".

Sheikh Sibi, durante la entrevista, en el estadio de la Virtus Verona.
Sheikh Sibi, durante la entrevista, en el estadio de la Virtus Verona. Lorenzo Bizzego

El viaje de Sheikh Sibi (Serekunda, Gambia, 1998) hacia su nueva orilla empezó el 24 de noviembre de 2014, día en el que dejó su tierra de origen para atravesar el desierto del Sáhara, cruzar el mar Mediterráneo y llegar casi ocho meses después a la pequeña isla italiana de Lampedusa. Desde aquí fue trasladado hacia el norte del país, a un centro de acogida de la ciudad norteña de Verona (Veneto), que pisó por primera vez en julio de 2015.

Aquí Sibi —el nombre por el que se le conoce— cultivará y cumplirá su sueño de convertirse en un portero de fútbol profesional, ya que pocos meses después de su llegada a la ciudad véneta, la Virtus Verona, club de fútbol originario del barrio popular de Borgo Venezia, lo acogió y lo incorporó en su primer equipo.

Actualmente Sibi está jugando su novena temporada con el club veronés y compite en la Serie C (tercera división del fútbol italiano). El guardameta gambiano es un jugador clave y una bandera del conjunto rojo-azul. Banderas a lo largo de su vida ha visto unas cuantas en diferentes latitudes, pero la que recuerda más intensamente es la de su país, al que consiguió representar con la selección de fútbol debutando en 2021.

"Es una de aquellas historias bonitas que se convierten en fábulas", sostiene Simone Antolini, periodista deportivo de L' Arena, el principal periódico de Verona. "El viaje que tuvo que hacer Sibi fue inicialmente un camino de esperanza, un viaje de sueño y de libertad. Se reveló como un trayecto hacia algo nuevo, indefinido, que luego se demostró como la redención de una vida. De una nueva vida", concluye.

La sonrisa a pesar de todo

Cuando Sibi nos recibió fuera de los vestuarios de las instalaciones de la Virtus Verona en el barrio de Borgo Venezia acababa de entrar en el periodo de Ramadán. Su equipo venía de una derrota y el portero gambiano estaba ya focalizado en el siguiente partido, en casa, contra el Renate. Nos acoge con una sonrisa y con aquella capa de timidez que hace de armadura para una vida que ha pasado por muchos desafíos.

"Pasado todo este tiempo me resulta difícil volver a entender todo. Era muy joven, tenía dieciséis años cuando me fui", reconoce Sibi. "No estoy orgulloso de haber dejado mi tierra; sabía que este viaje podría haber ido mal, pero por suerte ha ido bien y estoy aquí", confiesa.

Sibi, aquel 24 de noviembre de 2014, no comenzó su viaje en solitario; inicialmente lo acompañó un amigo suyo de toda la vida, quien poco después tuvo que parar y volver a casa. "Antes de atravesar el Sáhara, él estuvo muy mal. Por su parte, fue una decisión correcta porque cuando yo estaba cruzando el desierto pensé que si mi compañero hubiera continuado conmigo probablemente se habría muerto. En aquel momento medité volver atrás con él, pero pensé en todas las dificultades que pasé y lo que dejé en Gambia. Me dije a mí mismo que no podía regresar", revela el portero gambiano, quien revive este tramo cruzando el Sáhara como el momento más complicado de su viaje: "Cuando parábamos, no podía ni andar. Bajaba de la camioneta y parecía un niño que estaba empezando a caminar; la rodilla no podía. Si la mafia te dejaba allí o si te perdías, estabas muerto. No podías volver atrás. En el desierto vi fosas cubiertas; todos decían que si las veías significaba que había gente muerta dentro", recuerda Sibi.

El entonces adolescente Sheikh, una vez atravesado el Sáhara, llegó a la capital de Libia, Trípoli, donde trabajó como pintor durante un tiempo. "Aquí vi a gente morir asesinada por disparos. Cené con personas que durante la misma noche cogían una patera y pocas horas después morían en las aguas del Mediterráneo", rememora. En la ciudad norteafricana, según lo que nos cuenta su entrenador y presidente del club, Luigi Gigi Fresco, Sibi fue "despojado tres veces de todo su dinero, llegando al punto de tener que decirle a su jefe que lo guardara hasta que no se hubiera ido de allí".

Durante el verano de 2015, finalmente, tras casi ocho meses de viaje, consiguió llegar a las costas de la isla italiana de Lampedusa. Cruzó el mar Mediterráneo por la ruta central, el recorrido marítimo más complicado que desde 2014, según el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Mundial para Migrantes (OIM), ha provocado —hasta día de hoy— un total de 23.109 víctimas o desaparecidos. "Mi hermano me contó que cuando desembarqué en Lampedusa y le llamé para decirle que había llegado, mi madre al principio pensaba que había muerto", señala. "A veces tengo un sentimiento de culpabilidad cuando escucho noticias de la muerte de algunas personas de mi país durante el viaje. Escuchando mi historia puede que algunos decidan emprender este camino, y eso en parte me hace sentir responsable si les ocurre algo malo. La positividad en este viaje no está", admite el guardameta gambiano.

El 19 de abril de 2015, un barco pesquero que transportaba entre 700 y 950 migrantes naufragó en el mar Mediterráneo a 130 kilómetros de las costas de Lampedusa. "Esta tragedia me impactó mucho. Conocía a tres personas de mi país que iban en este barco y que murieron en aquellos naufragios", confiesa Sibi.

La llegada a Verona: “Yo quiero jugar al fútbol; quiero ser futbolista”

Era verano de 2015, más precisamente julio de 2015. Sibi pisó por primera vez la calurosa Pianura Padana, extensión que cruza de este a oeste al norte de Italia y que entre bandadas de mosquitos y conciertos de cigarras atrapa la preciosa ciudad de Verona. Aquí Sibi fue asignado al centro de acogida Costagrande y empezó a conocer aquella tierra que cruzó su destino y que se convirtió en su nueva segunda casa.

"Me acuerdo que el verano en el que llegó Sibi, la situación en el centro de acogida era muy caótica y difícil; había muchísimas personas y numerosas llegadas diarias", rememora Francesca Albertoni, quien por aquel entonces trabajaba como colaboradora del centro Costagrande. "Era más joven que la media, aunque había coetáneos. Creo que sobre todo para un adolescente, como lo era él, no era el mejor clima para instalarse, sobre todo a nivel de socialización, un aspecto que nunca se toca, y que sin embargo creo que es muy importante en el proyecto de vida de estas personas", sostiene Francesca.

"Cuando Sibi llegó nos impactó mucho su actitud de tener el objetivo de jugar al fútbol; desde nuestro punto de vista inicialmente lo veíamos como un sueño inalcanzable que entraba en todas las demás historias imposibles. Para él era casi una obsesión. Decía a cualquier persona que quería jugar al fútbol y ser futbolista. Junto a todos los demás, habían construido un campo rudimentario con porterías hechas con ramas y organizaban constantemente torneos de fútbol", afirma la ex colaboradora del centro.

El destino de Sibi y de la Virtus Verona se cruzó cuando la situación en el punto de acogida Costagrande requería desplazar a gente del centro. Francesca recuerda que se "daba prioridad a todos los que se encontraban en una situación de vulnerabilidad o que sus propias exigencias no se ajustaban con la realidad del centro".

"Allí se abrió la posibilidad de que un grupo restringido de personas pudieran ir a vivir en un piso encima de los vestuarios de las instalaciones del equipo", afirma la colaboradora. "Cuando nos propusieron esta posibilidad, pensamos enseguida en él y en otro chico. Al club le dijimos que a ellos les habría gustado entrar en el conjunto, pero más como actividad de socialización. Luego la Virtus hizo su evaluaciones y a partir de ahí el resto es historia", concluye Francesca Albertoni .

Massimo Costa: “Para Sibi todo era fácil y difícil al mismo tiempo”

Sibi entró oficialmente en la Virtus Verona durante la temporada 2017-2018, cuando el club consiguió ascender de categoría y pasar de la Serie D (cuarta división) a la Serie C (tercera), lo que significaba acceder al universo del fútbol profesional italiano. La trayectoria humana y deportiva de Sibi en las filas del conjunto veronés no se puede entender sin el testigo de Massimo Costa, entrenador de porteros que por aquel entonces acogió bajo su ala a Sibi en la plantilla. Massimo nos recibe junto a su perro Milos en el almacén donde desarrolla su actividad de comerciante de objetos y mobiliario vintage en la zona industrial de Verona.

Costa se acuerda perfectamente de los primeros momentos en los que se relacionó con Sibi, al que el entrenador y presidente del club, Gigi Fresco, le había encargado empezar a entrenar "a un chico que decía ser un buen portero". 

Massimo Costa, ex entrenador de porteros de Sibi, durante la entrevista en su almacén junto a su perro, Milos.
Massimo Costa, ex entrenador de porteros de Sibi, durante la entrevista en su almacén junto a su perro, Milos. Lorenzo Bizzego

"A nivel deportivo, me impresionó su agilidad y rapidez de ejecución, pero sobre todo me impactó su temperamento de guerrero", afirma Massimo. "Era un chico que había desafiado a la vida; para él todo era fácil y difícil al mismo tiempo. A nivel técnico, había que construirlo desde cero, aunque empezó a jugar oficialmente tras siete u ocho meses desde que empecé a entrenarlo. Pudo mejorar gracias a su personalidad y también gracias al grupo de arqueros con el que se ejercitaba. Hubo mucha solidaridad entre todos: hicimos una recaudación para poder comprarle los guantes y recogimos material deportivo para entregárselo. Pero sobre todo le pusimos el apodo de Tano, que nació así espontáneamente, un poco fruto del azar", recuerda con cariño Costa.

Sibi, durante un tiempo, trabajó en el almacén de Massimo, con el que aún a día de hoy sigue manteniendo una muy buena relación. "Su historia a nivel humano me ha dado mucho amor. Hablaba bastante de su viaje conmigo, aunque se veía que no le gustaba demasiado. Una vez, hablando del tema, me confesó que durante la travesía de Trípoli a Lampedusa en mar abierto tenían solo un vaso de agua", confiesa. "Los bellos momentos con él se circunscriben principalmente a las sonrisas en el vestuario; se veía que estaba a gusto con los demás. Revivo con placer también cuando me anunció su boda y que iba a tener una hija", rememora.

"Sibi fue afortunado, llegó sano y salvo aquí. En Verona, y sobre todo en la Virtus, encontró su segunda familia y su nuevo contexto. Por fin tenía su nueva casa", asegura Massimo, quien recuerda un episodio que le marcó profundamente relacionado con el tema de la migración. "Mucha gente que había llegado a Italia como Sibi no tenía previsto quedarse en el país. Querían ir con conocidos o familiares en otros lugares de Europa. Me acuerdo cuando una noche de verano, sofocante, me llamó Gigi Fresco para traducir un comunicado en inglés a un grupo de migrantes. Llegué allí, estaban jugando al fútbol entre gritos y risas. Tuve que pararlos. Se sentaron en círculo en torno a mi y le revelé que el documento decía que no podían desplazarse y salir de Italia. Nunca podré olvidarme del silencio que cayó y la desesperación en sus caras. Sus sueños volvían a estar bloqueados nuevamente", confiesa con lastima Massimo Costa.

El episodio de racismo

El pasado 17 de diciembre de 2023, Sibi fue víctima, en su propio estadio, de un lamentable episodio de racismo por parte de algunos aficionados del equipo lombardo de la Pro Patria. Estos últimos, desde la grada visitante justo detrás de su portería, empezaron a proferir insultos racistas hacia el número 1 de la Virtus Verona. "Fue un episodio que me impactó mucho; los ultras estaban gritando desde muy cerca, como si estuvieran cara a cara. Fueron ofensas fruto de la mala educación de estas personas. Insultaron también a mi madre", recuerda.

El suceso ocurrió en los primeros instantes de la segunda mitad de juego del partido, cuando Sibi volvió al campo para prepararse para los últimos 45 minutos de juego del partido. "Mis compañeros, tras el episodio, me comentaron que cómo había podido seguir jugando tranquilamente tras este hecho. Yo les contesté que fui más fuerte que ellos. Que sí, que fue algo que me impactó, pero no me hizo perder la cabeza", sostiene Sibi, quien mantuvo el control de la situación y pudo terminar el partido serenamente. En las horas siguientes, la Virtus Verona hizo una publicación en sus redes sociales en apoyo a su arquero y el juez sancionó con 4.000 euros al club de Pro Patria.

Un episodio que en ciertas medidas fue similar a lo que le ocurrió el 30 de marzo de 2023 al guardameta senegalés del Rayo Majadahonda, Cheikh Sarr, quien fue víctima de unos episodios parecidos en la localidad vasca de Sestao (Bizkaia).

La relación con Gigi Fresco y el papel social del club

En la Virtus Verona, Sibi encontró su segunda familia, eso es cierto. En Verona halló el amor de su mujer y de su hija de cuatro años, eso también es cierto; sin embargo, las geometrías de su vida no se pueden entender sin mencionar la importancia que tuvo el entrenador y presidente del equipo, Gigi Fresco, quien desde 1982 lleva las riendas del club. "Muchos bromean y dicen que es mi hijo", admite el número uno de la Virtus. "Las primeras imágenes que recuerdo de Sibi son de un chico silencioso, delgado y con el pelo largo. Conmigo es un libro abierto y con sus compañeros y con el ambiente en general se ha soltado más solo en el último periodo", confiesa Fresco.

A lo largo de su historia, la Virtus Verona siempre ha prestado una especial atención a las situaciones sociales de dificultad, debido también a su origen en el barrio popular de Borgo Venezia y a su implantación en el territorio. "Lo que marca la identidad de nuestro club, desde hace cuarenta años, es la ayuda que damos a quien tiene más necesidad", afirma Diego Campedelli, director general de la compañía.

"La Virtus Verona siempre ha trabajado para los más débiles y ha buscado dar segundas o terceras oportunidades a cualquier tipo de persona. La demostración de todo esto es la historia de Sibi, que resume un poco todo su recorrido de empeño social", declara el periodista Simone Antolini. "Gigi Fresco tiene muchísimos hijos sin ser padre de sangre. En toda su trayectoria, siendo presidente y entrenador desde 1982, siempre ha creado una segunda familia más allá de la suya. La Virtus ha sido un refugio de almas; con el tiempo, está claro que pasando de la Segunda Categoría (penúltima división) al fútbol profesional, el aspecto social no fue preponderante. Siempre se ha mantenido arraigado al territorio y a su gente, con un claro componente solidario permanentemente", añade.

La selección de Gambia, el crecimiento y el futuro

Sheikh Sibi, en el campo de entrenamiento de la Virtus Verona.
Sheikh Sibi, en el campo de entrenamiento de la Virtus Verona. Lorenzo Bizzego

Sibi fue convocado por primera vez con la selección de Gambia en 2019, pero el debut con la camiseta de su país no llegó hasta 2021, cuando jugó sus primeros noventa minutos en un partido de clasificación para la Copa de África contra la República Democrática del Congo. "Fue muy emocionante. Ver la bandera de mi país y escuchar su himno me recordaron todo el camino y los sacrificios que hice", admite Sibi, quien formó parte también de la selección gambiana que participó en 2022 en la Copa de África, sin jugar ningún partido.

A lo largo de estos años, los periodistas locales han visto en Sibi un crecimiento notable, tanto en aspectos personales como deportivos: "Creo que, actualmente, a nivel profesional ha alcanzado una cierta madurez. Técnicamente ha mejorado mucho y tiene más autoridad en el campo. Además, para penaltis con frecuencia", sostiene Francesco Arioli, jefe de la sección deportiva de L' Arena de Verona.

En la misma línea se expresa el otro periodista veronés, Simone Antolini: "Sibi ahora tiene mayor seguridad entre los postes y sobre todo en la lectura de las jugadas. Lo veo más seguro con los pies; en el pasado demostró tener prontitud, dinamismo y capacidad de respuesta, aunque a veces se perdía en episodios que llevaban a encajar goles evitables. Ahora creo que ha encontrado su equilibrio", agrega.

"Llegar a ser portero profesional siempre ha sido mi sueño. Soñar no cuesta nada; aún sigo soñando. Hoy estoy aquí en Verona y mañana ya veremos. Siempre he sido un luchador. A nivel mental creo que no hay nada en el mundo que me pueda destruir tras lo que he pasado. Los del fútbol son los partidos más fáciles de mi vida", concluye Sibi.

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