'Salvador Allende marcó mi vida. No sería el que soy, si él no hubiera encarnado aquella utopía de un mundo más justo y más libre que recorría mi país en esos tiempos'. Así comienza el documental Salvador Allende de Patricio Guzmán, expresando en primera persona lo que fue para él, como testigo ilusionado de la victoria y el inicio del gobierno de la Unidad Popular, la aparición de un presidente con un mensaje diferente, socialista, de igualdad y justicia social.
Una victoria conseguida pueblo a pueblo y persona a persona, como se observa en la película, que permitió a Salvador Allende conocer la realidad de su país y de los chilenos. Escuchar sus deseos y necesidades. Esa cercanía hizo confiar a muchos de ellos en un político que, por primera vez, les miraba a la cara.
Qué llevó a Allende a luchar por los ideales socialistas, que luego intentó convertir en su proyecto político como Presidente de Chile, es la cuestión que Guzmán intenta descifrar en este documental. Desde su infancia, con la influencia de su abuelo y el amor por su madre de leche, Mama Rosa, cuya hija Anita nos recuerda la niñez junto a Chicho (el apodo que le pusieron), hasta sus cuatro intentos para intentar llegar a la presidencia, que logró al fin en 1970.
Tras repasar los tres años de un gobierno sacudido por las huelgas organizadas por la patronal y las amenazas constantes de un golpe de Estado, la cinta muestra cómo se fraguó el fin de Salvador Allende. Queda perfectamente claro en la entrevista que realiza Guzmán al embajador estadounidense de aquella época. De igual manera, la forma en que Allende gestionó el bombardeo a La Moneda, con su trágico fin, da una muestra del concepto de responsabilidad política que tenía y que le hizo ganarse el favor de la mayoría de chilenos.
Patricio Guzmán ha dedicado gran parte de su obra a recuperar la imagen y el mensaje de Allende
Patricio Guzmán fue uno de los que confió en él y ha dedicado gran parte de su obra como documentalista a recuperar la imagen y el mensaje de un presidente que marcó a una generación. También ha denunciando los crímenes cometidos por el régimen militar de Pinochet y la importancia de recordar lo que ocurrió desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante.
Con Salvador Allende, Guzmán consiguió uno de sus mayores éxitos. El documental recorrió varios de los festivales más importantes del panorama cinematográfico, como Cannes (Sección Oficial Fuera de Competición) o San Sebastián (Perlas de otros festivales). También compitió en los Goya de 2005 como Mejor Documental.
¿Cómo cree que han ayudado sus obras en la recuperación y difusión de la imagen de Salvador Allende?
La película Salvador Allende tuvo 75.000 espectadores en las salas de Chile, lo que es una cifra muy alta. Para que te hagas una idea, las películas de Michael Moore han alcanzado 13.000 espectadores. Fue un estreno positivo. Se proyectó en 22 salas del país. Otro de mis documentales, La batalla de Chile, que igual que Salvador Allende nunca se ha pasado por televisión porque los canales son todavía muy conservadores y temen cualquier problema político, tuvo una buena repercusión. Aunque ningún distribuidor se atrevió a proyectarla, yo introduje copias en cintas Umatic (un soporte anterior al BetaCam) durante la dictadura. La gente reprodujo las copias en VHS por miles y jugó un papel importante de contra información sobre lo que había pasado en el gobierno de Allende y en el Golpe de Estado.
Hay que tener en cuenta que durante los 18 años del régimen de Pinochet, la época de la Unidad Popular fue borrada del mapa. Nadie publicó que había pasado día a día, y La Batalla de Chile muestra jornada tras jornada el último año de Allende. Este película contribuyó mucho a mantener la memoria reciente de lo que había sido su gobierno, el boicot de parte de la sociedad chilena (la burguesía y grandes fortunas) y el apoyo del gobierno de Nixon y Kissinger al golpe militar.
Usted expone el documental como una forma de descubrir quién era Salvador Allende e intenta responder a esa dicotomía que suponía su intención de ser 'revolucionario y demócrata a la vez' ¿Cree que hoy en día es posible esa combinación, la revolución dentro del juego democrático?
Una de las cosas que sorprendían en Allende era su larga trayectoria como político, que obviamente siempre fue dentro de la ley. El era un reformador social dentro de la ley. Siempre me llamo la atención su independencia. A pesar de que dentro de su coalición estaba el Partido Comunista condenó las invasiones de la URSS a Hungría y Checoslovaquia. No le gustaba la idea del partido único, sino tener muchas voces. La dictadura del proletariado era un concepto que nunca apareció en el programa de su partido.
En la base ideológica de Lula, Kirchner, Chávez o Correa están las ideas de Allende. Frenar las injusticias, la pobreza y transformar el reparto de los bienes del país, pero siempre desde dentro del propio sistema democrático. El se adelantó a ellos, se adelantó en el tiempo. El pensamiento de Allende tiene un peso grande en ellos, pero no lo mencionan. Y no sólo en América Latina, sino en Europa también. La influencia de Allende fue muy grande y por eso la solidaridad que recibió de Europa fue enorme. Para que te hagas una idea, yo participo en unos 25 actos esta semana en Francia y en Alemania por la conmemoración de los 40 años del Golpe. Por eso creo que estamos bastante más cerca de esta utopía que hace 10 años.
Usted vivió en primera persona lo que en este documental define como 'ese sueño despierto que vivimos con Allende', explíquenos ¿qué hacía de él y de su proyecto algo en lo que el pueblo confiaba?
Allende es la culminación de 100 años de trabajo social en Chile. Desde la fundación del Partido Comunista y el Partido Socialista en los años 20, hay un enorme trabajo de hormiga de estos dos partidos y de muchas organizaciones independientes que luchaban por un mejoramiento de la sociedad. Entre esas fuerzas también estaba la Democracia Cristiana. Los hechos se precipitan cuando Eduardo Frei toma el gobierno en los 60 y hace una tímida reforma agraria y otras reformas sociales. El gobierno de Frei hace que la gente quiera ir más lejos, y en las siguientes elecciones Allende gana con un 36%, que es muy poco, tan sólo la mayoría relativa. Y la Democracia Cristiana, cuyo candidato llevaba un programa muy parecido al de Allende, le cede el voto en el Parlamento para evitar una guerra civil.
Allende es la culminación de 100 años de trabajo social en Chile
Tres años más tarde, en las elecciones municipales, Allende logra llegar al 44% de votos en unas circunstancias muy complicadas. No había casi víveres en las casas y la electricidad fallaba gracias a una campaña de desabastecimiento organizada por la derecha. A pesar de todas estas dificultades Allende gana. Cuando ocurre esto la derecha decide dar el golpe de Estado porque ven que no pueden acabar con él mediante vías políticas. Entonces EEUU da el visto bueno al golpe y lanza huelgas en todas las industrias para crear el desorden social que era necesario para justificarlo.
'Los que tienen memoria, son capaces de vivir en el frágil tiempo presente. Los que no la tienen, no viven en ninguna parte'. Es una frase de su documental Nostalgia de la luz. ¿Por qué cree que países que se dicen democráticos, como Chile o España, tienen tantos problemas a la hora de revisar y juzgar su pasado más reciente?
La memoria es un problema complicado. Es un proceso muy lento. Antes de ayer el Jefe de Estado alemán, Joachim Gauck, estuvo en un pequeño pueblo en Normandia por primera vez desde hace 70 años. Fueron a una iglesia donde las SS realizaron una matanza brutal y se abrazó con los familiares de las víctimas. Aunque pase mucho tiempo es necesario este tipo de gestos. Hay que reconocer la culpa. El presidente alemán dijo 'la culpabilidad que tenemos nunca podrá ser borrada'. En Chile no hay ningún militar que haya dicho algo ni remotamente parecido. Hay 3.200 personas ejecutadas y desaparecidas y no se sabe quiénes fueron los ejecutadores ni donde están los cuerpos.
Mi camarógrafo Jorge Muller, que era también mi íntimo amigo, desapareció en 1974 y todavía no sabemos dónde está. Hubo un reconocimiento por parte del presidente Lago sobre lo que paso, se han realizado dos comisiones para analizarlo y eso es positivo. Pero todavía el 60% de los casos de violaciones a los derecho humanos no han sido juzgados, y el otro 40% si, pero con pena muy leves. Falta ese 60%, y eso hace que aunque Chile es un país económicamente interesante, con rascacielos y grandes ciudades, no juega ningún papel en el concierto de naciones porque no tiene un pasado limpio. La memoria no es un concepto universitario, abstracto o que esté sólo en los libros. La memoria transforma la dinámica de una sociedad. Cuando una sociedad tiene una memoria fresca es capaz de crear más, de jugar un mejor papel en el concierto de las naciones. La memoria es algo tan dinámico como la sangre que recorre el cuerpo.
Jorge Müller, cámara y amigo de Patricio Guzmán, que desapareció en 1974, trabajando en el rodaje de 'La Batalla de Chile'. Foto: www.patricioguzman.com
¿Cree que se puede avanzar como sociedad sin condenar cosas tan graves como las desapariciones, las torturas, los asesinatos políticos a manos del propio Estado?
Yo creo que igual que un ser humano que olvida lo que ha hecho sigue trabajando y avanzando, un país también. Pero mientra no se libere la memoria, las limitaciones de ese país quedarán patentes.
La desaparición de personas la inventó un colaborador directo de Hitler, el mariscal Keitel. Según decía él, desapareciendo a una persona, creas una ola de terror a su alrededor y provocas la incertidumbre total que la misma desaparicion causa. Es un método de terror que pusieron en practica los nazis y que la CIA aplicó. Francia también los usó en la guerra de Argelia. A través de los militares que estudiaron en el Escuela de las Américas pasó a América Latina.
Yo creo que mientras no aparece el cuerpo de una persona, queda flotando en la sociedad un vacio que no se borra y que se va extendiendo. Siempre sale a la luz. ¿Cuánta gente del Ejercito está involucrada en los crímenes? Se dice que directamente están involucrados 500 ó 600 personas. Podrian ser juzgados si el Ejército nos diera la lista. Nos evitaríamos otros 100 años de dolor. No lo hacen porque hay un falso concepto de protección de grupo sobre un gravísimo error que cometieron compañeros suyos.
'La figura de la desaparición es una de las mayores torturas a las que uno puede someter a una persona'. Esta afirmación la hace usted, que estuvo detenido en el Estadio Nacional tras el golpe de Estado y que perdió a compañeros que fueron asesinados o desaparecidos. ¿Una represión tan brutal y cruel puede superarse?
Yo creo que los únicos que tienen que dar el perdón son las víctimas directas. Los familiares de desaparecidos. Son los únicos que pueden decir si perdonan o no. No somos nosotros. Hay que respetar ese derecho. Es el principio para no deslizarse en reconciliacioens retoricas. Aquí se ha cometido un crimen de Estado que hay que castigar. Si no se hace, la sociedad entre en una autodestrucción moral. No se puede contemporizar.
Allende: 'Nadie me va a apartar de la presidencia ni de mis ideas a pesar de los ataques que recibo'
Los militares golpistas pensaron que habían armas entre los seguidores de Allende y se requisó durante un mes y medio todas las fabricas de Santiago. No había nada, ni para reistir medio día. Sólo había en el sótano del Palacio del Gobierno y Allende no lo quiso utilizar. Su camino era distinto. 'Nadie me va a apartar de la presidencia ni de mis ideas a pesar de los ataques que recibo. Hay que resolverlo con la política' dijo. La represión fue brutal. Un Ejército entero cayó sobre un población que sólo tenía libros, eran militantes pacíficos. Sólo el MIR quería iniciar la lucha armada, y fueron asesinados. Cuando una echa hacia atrás la máquina del tiempo, el crimen fue espantoso.
El movimiento estudiantil que actualmente sale a las calles a protestar es la primera vez que esta formado por gente sin miedo. En Chile durante 40 años ha existido miedo. Y no hay nada peor que el miedo para conformar un país aunque esté lleno de tarjetas de crédito.
¿Qué opinión le merece que los jueces chilenos hayan pedido perdón por sus omisiones y acciones, al no proteger los Derechos Humanos y a las personas, durante la dictadura de Pinochet?
Es enormemente positivo. Porque cuando uno analiza los Habeas Corpus o Recursos de Amparo que presentaron los abogados de la Vicaría de la Solidaridad (la oficina de la Iglesia chilena que repesentaba a los presos), estaban muy bien hechos. Con datos muy específicos. Los jueces no consideraron ninguno, hasta que Pinochet cayó preso en Londres ningún Habeas Coprus fue respondido y no atendieron a ninguna familia. El juez Garzón fue el primero que escucho a las madres de los desaparecido. Cuando Pinochet fue arrestado en Londres es cuando comenzó la verdadera transición chilena. Lo anterior era un acuerdo entre el Ejército de Pinochet y la clase política para guardar silencio.
Salvador Allende en una planta metalúrgica en Santiago, 1971. Foto: www.patricioguzman.com
Usted ha insistido en diferentes artículos y entrevistas en la necesidad de crear un partido que represente de verdad los intereses de los trabajadores, como lo hizo en su día Allende. ¿Es posible hoy en día recuperar un gobierno que representa esas ideas?
Sí, estoy convencido de que sí. No se puede construir futuro pensando sólo en el mercado. El momento en que la URSS cae y Cuba entra en una profunda crisis, el peor sector del capitalismo internacional toma el poder y nos precipita en un mundo que nadie cree. Mucha gente está de acuerdo en que no es posible una vida tan inhumana donde la cultura está en un espacio tan rezagado. No se discute, se acusa. El principio de la civilización se ha perdido. Si no se recupera vamos hacia un lugar de conflicto muy peligroso. Hay que dialogar. Hay que restablecer el diálogo, la confianza en nosotros mismos. Hay una capacidad de reacción en el ser humano y es posible recuperar la ilusión.
Aun habiendo similitudes económicas, sociales y políticas a las de la época previa a la victoria de Allende, da la sensación de que hoy en día sólo unos pocos luchan por mejorar las cosas. ¿Hay tanta diferencia entre esa generación que aupó a Allende a la presidencia y la actual?
Falta que aparezca una proposición política de acuerdo a los tiempos de hoy. Agotado el leninismo, el socialismo real, el nacionalismo de las Revoluciones Árabes, el movimiento de Países No Alineados, falta un planteamiento ideológico que nos conduzca a un renacimiento político diferente. Creo que se está gestando, pero falta tiempo. La primavera árabe demuestra el enorme deseo colectivo de cambio, pero no hay un modelo que algutine las fuerzas desatadas.
Creo que la existencia de 5 ó 6 regímenes políticos que defienden las riquezas básicas y tratan de modernizar el Estado en América Latina no está mal. Es la primera vez que EEUU está preocupado por problemas internos, y América Latina tiene libertad de hacer cosas que no podía hacer antes porque EEUU se lo impedía. Hay mucho signos positivos, pero hay que organizarlos. En Chile hay un movimiento estudiantil potente, muy potente y ya se está habalando de organizar un partido. Eso se hará. Hay una nueva generación de historiadores que están en esta línea de renovar a la clase política, porque la actual es la que después del referéndum de Pinochet aceptaron esa ley del silencio.
La visualización del documental Salvador Allende está disponible en la plataforma online Filmin.
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