El cohete Falcon 9, representante de una nueva generación de vehículos espaciales privados, cumplió ayer su misión de alcanzar la órbita baja de la Tierra. Con varias horas de retraso debido a problemas técnicos y fallos de coordinación, el vehículo, fabricado por la empresa SpaceX despegó ayer desde una base de la Fuerza Aérea estadounidense en Cabo Cañaveral a las 14.45 (seis horas más en la España peninsular). Nueve minutos después, la cápsula situada en la punta del cohete ya estaba flotando en su órbita espacial, a unos 250 kilómetros de la Tierra.
El lanzamiento supone un éxito sin precedentes para el empresario de 39 años Elon Musk, dueño de SpaceX. También es un importante refuerzo para Barack Obama, que quiere que la NASA use este tipo de taxis privados para alcanzar la Estación Espacial Internacional (ISS) en los próximos años. 'No sería correcto cifrar el destino de los vehículos espaciales privados en lo que suceda en los próximos días', adelantó el jueves un cauto Musk, que también posee la empresa de pago por Internet Paypal. Sólo un tercio de los cohetes probados en los últimos 20 años tuvieron éxito.
El lanzamiento de ayer se postergó por problemas con el sistema de seguimiento del artefacto, según Space.com. Después, la Fuerza Aérea denegó el permiso para despegar porque un barco entró en la zona de seguridad del océano Atlántico marcada por la ruta del cohete. Luego, los sistemas de seguridad del Falcon cancelaron el primer intento de despegue por un indicador fuera de límites. Un cuarto de hora antes de que finalizase su margen de tiempo para lanzar el cohete, los técnicos lograron enviarlo al espacio.
El Falcon 9 es una versión revisada del anterior cohete de SpaceX, el Falcon 1. Se trata de un cilindro de 47 metros que lleva en la punta una cápsula con forma de bala. Esa bala es un prototipo de la cápsula Dragon, con la que SpaceX quiere enviar material y astronautas al espacio. El impulso lo dieron primero nueve motores Merlin diseñados por la empresa de Musk. Tres minutos después, la cápsula se separó del grueso del cohete y otro motor la impulsó hasta su órbita. Este tipo de taxis espaciales para llevar astronautas a la ISS son parte del 'audaz nuevo rumbo' para la NASA que ha trazado Barack Obama y que está levantando muchas críticas en el Congreso, donde aún no se ha aprobado.
En 2008, SpaceX ganó un contrato de 1.600 millones de dólares de la NASA para asegurar 12 vuelos a la ISS a bordo de los Falcon. Si demuestran ser viables, estos vehículos aportarían más independencia a EEUU que, con la retirada de sus actuales transbordadores, sólo puede llegar a la ISS a bordo de naves rusas Soyuz. SpaceX competirá ahora con otras empresas como Lockheed Martin para convertirse en los taxistas de la NASA.
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