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No sin mi eMule

La idea de Francia de multar a quien descargue tiene truco: los ciudadanos siguen pagando el canon para compensar por una copia de obras que, ahora, no podrán hacer

PATRICIA FERNÁNDEZ DE LIS

'Los autores y productores no obtienen remuneración alguna' de las descargas 'salvajes' en Internet, donde el 'consumo es gratuito'. Para decir algo así hace falta tener mucho rostro o haber sido presidente de la FNAC. Dennis Olivennes es lo segundo, pero no parece importarle presumir de lo primero, porque para compartir obras por Internet es necesario pagar un ordenador, una conexión, una grabadora y CD que están gravados por un canon. En el caso de España, ese 'consumo gratuito' ha reportado a la SGAE 20,9 millones de euros en 2006.

Es hora de que las gestoras de derechos dejen de engañar a la opinión pública: si quieren compensar a los autores por el dinero que dejan de ingresar cuando copiamos sus obras, deben dejarnos compartirlas. En EEUU, la descarga es ilegal porque no existe canon. En Europa pagamos una tasa, pero tenemos la libertad para copiar. Sarkozy ha decidido que quiere los dos sistemas e ignoro la razón por la que los franceses no se han echado a la calle a quemar discos de Carla Bruni, ya que van a pagar una compensación a alguien que no necesita ser compensado. Algo así como si una tienda cobrara a sus clientes por si les entran ganas de robar un visón. Lo que Francia quiere no es sólo cobrar a los presuntos ladrones sino también retirar los visones.

El canon es injusto e indiscriminado. El Gobierno ha sufrido un gran desgaste aprobándolo. Pero si ahora quiere ir a por las redes de intercambio debe saber que se arriesga a una revolución callejera. Estamos pagando el canon y, con él, el derecho a compartir. Hará falta mucho más que una ley auspiciada por el dueño de una tienda con intereses de que no quiebre para convencernos de que apaguemos el eMule.

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