La escalera llega a su fin. Y Gaspar Llamazares ha subido prácticamente todos los escalones. Anduvo en la primera parte de la campaña aventando el voto útil y clamando contra el bipartidismo. Pero después, pasado el trago de los debates a dos y con la ya obvia ventaja de Zapatero en las encuestas, pasó a la ofensiva. A rescatar todos los votos que prestó en 2004 al PSOE y ofreciéndose, un día tras otro, a gobernar con los socialistas.

Ya le ha dejado claras al presidente sus prioridades con un documento de 25 propuestas. Ayer, en Sevilla, disipó a Zapatero con quién no desea compartir La Moncloa, en el sentido de la entrevista que Público lanzó el miércoles. CiU no puede estar, como siempre ha dicho, pero tampoco quiere al PNV. 'IU está dispuesta a compartir un Gobierno con un programa de izquierdas. No formaremos parte de uno de nacionalistas conservadores', vociferó. Por la mañana fue aún más explícito. IU no tragaría un Gobierno 'puzzle, a la carta', con un 'ala nacionalista y un ala de izquierdas'. El único pacto posible está a la izquierda. Punto final.

Llamazares acudió ayer a capturar el voto de los jóvenes 'normales', no como el de la 'niña de papá' de Rajoy. El electorado que puede contribuir a apartar el espantajo de la mayoría absoluta. 'O política felipista y absolutista o política de izquierdas con IU'. Tanto vale para el Congreso como para Andalucía, donde el PSOE ha 'momificado a la izquierda'. Pero el candidato, a punto de liquidar la campaña, busca que su público le crea: 'Desbordaremos las previsiones. Estamos claramente al alza'. Que nadie se venga abajo ahora.