Zarigüeya: por qué no deberíamos tenerla como mascota

El embarazo más corto, sus increíbles mecanismos de defensa (como hacerse el muerto) y un aspecto extraño con ese pelo desgreñado y su largo hocico convierten a la zarigüeya en un animal misterioso y singular. 

Tal vez por su tamaño y su apariencia pueda resultar un animal apto para una casa, pero este marsupial requiere un gran periodo de adaptación a un espacio reducido alejado de su verdadero hogar que está en la jungla o en el bosque. Te lo explicamos. 

La zarigüeya, el primer marsupial que llegó a Europa 

Zarigüeya - Pixabay
Zarigüeya – Pixabay

Los célebres hermanos Pinzón, compañeros de Colón en el primer viaje a América, fueron los responsables de llevar la primera zarigüeya de ese continente, de donde son nativas, a Europa. En aquel momento todavía no tenían tan en cuenta criterios como el de “especie exótica invasora”: las fuentes señalan que las crías de la zarigüeya murieron durante el viaje, pero la madre pudo presentarse ante los Reyes Católicos “excitando su curiosidad”. 

En aquellos relatos ya se hace una descripción de este animal como “fétido y pesado para andar”, pero lo más importante es que mostró a los zoólogos europeos el primer ejemplar de marsupial conocido en Europa, nombre que se refiere a la bolsa en la que portan a sus crías: marsupium o “pequeña bolsa”. 

Y es que la zarigüeya es pariente de animales tan célebres como los canguros o los koalas, aunque habita de forma nativa en América, desde Canadá hasta Argentina, conociéndose con distintos nombres dependiendo del país, por ejemplo, “chucha” en Colombia o “tlacuache” en México. 

En este sentido, un estudio publicado hace unos años confirmó que la divergencia evolutiva entre los antepasados de las zarigüeyas y el resto de marsupiales se produjo hace al menos 65 millones de años, en la época de extinción de los dinosaurios, proceso que alteró considerablemente el reino animal terrestre debido a su enorme influencia en la cadena trófica. 

Este estudio también confirma cómo los marsupiales de Sudamérica se diversificaron y emigraron a Australia: fue el origen de las célebres especies de marsupiales que ahora son animales icónicos de ese país. 

Así mismo, los investigadores señalan que los marsupiales de Norteamérica se extinguieron hace 20 millones de años… hasta que hace tres millones de años dos especies volvieron al subcontinente desde América del Sur dando lugar a la zarigüeya virginiana (Didelphis virginiana) y a la zarigüeya común americana (Didelphis marsupialis). 

La zarigüeya y su embarazo ‘exprés’ 

Zarigüeya con sus crías - Pixabay
Zarigüeya con sus crías – Pixabay

Uno de los aspectos más singulares de la zarigüeya es su periodo de gestación, generalmente menor de dos semanas. Pero este dato tiene “trampa”, porque las crías (pueden nacer hasta 20 de un solo parto) son apenas embriones cuando ven la luz por lo que deben permanecer en el marsupio de la madre hasta dos meses, alimentándose de su leche materna hasta que alcancen un tamaño y desarrollo adecuado.  

Una vez que abandonan la bolsa, todavía no están listas para desplazarse en solitario por lo que se cuelgan de la espalda de la madre dando lugar a una de las imágenes más insólitas de este animal: así pues, el embarazo es exprés, pero la crianza no tanto… 

Además de esta curiosa gestación, otras características de la zarigüeya la convierten en un animal extraño y, en algunos casos, vilipendiado como señala esta guía de biólogos colombianos: “se les cree sucias, apestosas, dañinas, y feroces. Sin embargo, sus hábitos generales no se distinguen de los conocidos para otros mamíferos”. 

La tanatosis de la zarigüeya: hacerse la muerta para vivir

Tanatosis de la zarigüeya - Wikimedia
Tanatosis de la zarigüeya – Wikimedia

El olor que les da fama de “fétidas” ya desde su primer desembarco en Europa se debe a varios factores. Por un lado, a la sustancia que segrega la hembra cuando está en celo que llama la atención del macho.  

Por otro, está la otra característica que más las define: la tanatosis o inmovilidad tónica, una estrategia de defensa que usan estos marsupiales para defenderse de los depredadores. Las zarigüeyas “fingen su muerte” literalmente: se acuestan de lado, sus músculos aparecen rígidos, no responden al tacto, su respiración y latidos se ralentizan, llegando a expulsar saliva por la boca que permanece abierta. Y también descargan orina y heces, olor que termina por ahuyentar a muchos depredadores. 

Una vez que perciben que el peligro ha pasado, la zarigüeya necesita varios minutos o incluso horas para “volver a la vida”: desde luego no es un proceso sencillo, ni se hace por gusto. 

¿Por qué no deberíamos tener una zarigüeya en casa? 

Zarigüeya - Pixabay
Zarigüeya – Pixabay

Primero porque la ley solo permite tener como animales domésticos a aquellos que aparecen referidos en el artículo 34 de la actual Ley de Bienestar Animal. Pero a falta de que se elabore el Listado Positivo de animales de compañía, debemos tener en cuenta las características del propio animal, más allá de lo que diga la ley. 

La zarigüeya es un animal nocturno de escaso comportamiento social que suelen pasar las horas de luz refugiado. Su hábitat natural no está en nuestras casas… ni siquiera en nuestro continente: pese a su gran capacidad de adaptación, la zarigüeya vive en bosques y junglas, aunque se haya ido adaptando a entornos urbanos debido a su tipo de alimentación oportunista: come casi de todo, así que se las arregla bien sola. 

Por otro lado, son animales nómadas y solitarios, que no necesitan a los humanos para desenvolverse. Y además de hacer el muerto, también saben atacar si se sienten amenazadas: tienen dientes afilados y su boca es capaz de abrirse más de 80 grados.  

Por todo ello no son animales aptos para vivir en un hogar humano. No nos necesitan y no se adaptan bien a un espacio doméstico, salvo que sean acostumbradas desde pequeñas.  



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