¿Qué son los etólogos? Así trabajan los ‘psiquiatras’ de los animales

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En las últimas semanas hemos venido hablando periódicamente de los etólogos, así que es pertinente dedicarles un artículo para aclarar sus funciones, rastrear su origen y comprender la importancia que puede tener su papel en el bienestar de los animales, también de los domésticos.  

Y es que la etología surge como una rama de la biología y de la psicología experimental que tiene por objeto el comportamiento animal —incluyendo a los humanos— en su medio natural.

Con la proliferación de animales domésticos en los hogares y en las familias, el interés por la etología entre los amantes de los animales aumenta sin cesar: entender las causas de su comportamiento no deja de ser imprescindible para completar un conocimiento integral de los animales y de nuestra relación con ellos. 

¿Qué son y qué hacen los etólogos? 

Un perro en una clínica - Fuente: Unsplash
Un perro en una clínica – Fuente: Unsplash

Un cachorro canino que se come la pared, un caballo con ataxia, un gato que se muestra inesperadamente mimoso, y un pájaro que se ha vuelto agresivo son algunos de los casos en los que puede ser imprescindible el análisis de un etólogo.  

Pero la etología no es una carrera universitaria en sentido estricto como pueda ser la biología o la veterinaria. Se trata de una especialización a la que pueden optar biólogos, veterinarios y/o profesionales de la psicología, además de médicos psiquiatras. En este sentido, sería como la psiquiatría que es una especialización médica. 

Y aunque la etología, como veremos después, también se vincula al estudio del comportamiento del ser humano, especialmente en su origen, la etología se relaciona más al estudio del comportamiento en animales, debido a que existe una mayor tradición del estudio psicológico y conductual del ser humano.

De hecho, en Latinoamérica también se denomina de forma elocuente como zoopsiquiatría, un término que combina los dos aspectos fundamentales de la etología animal: el estudio de la psique y la salud mental en animales y su interacción con el medio, haciendo énfasis en las causas de su comportamiento en su medio natural, estudiando las características conductuales distintivas de un grupo determinado y cómo estas evolucionan para la supervivencia en un ambiente determinado. 

Así pues, un etólogo observa el comportamiento de un animal, especialmente los anómalos, y, en base a su conocimiento teórico, expone las causas que lo pueden explicar estipulando una serie de medidas para atajarlo en caso de que sea necesario.  

¿Cómo trabajan los etólogos? 

Un perro en un sofá - Fuente: Unsplash
Un perro en un sofá – Fuente: Unsplash

Cómo señalaba el premio Nobel Niko Tinbergen, cuando nos preguntamos por qué un animal actúa de una manera concreta, la pregunta se interpreta desde cuatro ángulos diferentes

  • Qué estímulos (internos o externos) han desencadenado este comportamiento. 
  • Cuál es la función de ese comportamiento.
  • Cómo este comportamiento ha surgido dentro del conjunto de pautas que caracterizan a una especie. Es el problema de la historia del comportamiento dentro de la especie (filogenia) y la de su génesis en cada representante de la misma (ontogenia). 
  • Qué valor adaptativo o de supervivencia tiene este comportamiento. 

Esta es la base teórica de la etología, tal y como lo recogía el catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Barcelona Adolfo Perinat en su conferencia de 1980 titulada Contribuciones de la etología al estudio del desarrollo humano y socialización.  

Como sabemos, buena parte de las consultas que se producen en las clínicas veterinarias tienen una causa orgánica, pero cuando se trata de un problema de comportamiento, es cuando el veterinario aplica sus conocimientos en etología. En este sentido, es común que los problemas orgánicos y psicológicos tengan relación, tal y como sucede con los humanos.  

Uno de los instrumentos básicos de trabajo del etólogo es el etograma, repertorios detallados de pautas de comportamiento como punto de arranque de su tarea. Es el informe que se toma como base para el estudio etológico, el análisis del comportamiento del animal a través de la observación de sus reacciones ante diferentes estímulos, así como anotando la información que proporcione el tutor del animal en relación a su presunto comportamiento anómalo. 

Gato maullando
Gato maullando/Foto: Unsplash

Y decimos presunto porque, por desgracia, la mayoría de los tutores de animales, especialmente domésticos como perros o gatos, desconocen buena parte de la etología de dichos animales de forma que lo que ellos consideran un comportamiento “extraño” no deja de ser una conducta normal en perros o gatos: ladridos considerados excesivos pero naturales, gatos que no quieren ser acariciados o la masturbación en los propios perros, costumbres que, como humanos, nos pueden resultar molestas o embarazosas, pero son propias de cada animal. Ya sabes, todos somos animales, pero ni los perros ni los gatos son humanos ni se comportan como tal… ni deben hacerlo.  

Para llegar al diagnóstico, el etólogo parte de la entrevista, la exploración física del animal —generalmente para descartar problemas orgánicos relevantes que se manifiesten con comportamientos extraños—, así como el mencionado etograma fruto de la observación directa o de los videos proporcionados por el tutor.  

En cuanto al tratamiento, siempre y cuando el diagnóstico sea concluyente, se puede incluir desde medicación, hasta simples ejercicios o técnicas de enriquecimiento ambiental, incluyendo pautas de comportamiento o adiestramiento. Y aquí es donde puede entrar un adiestrador que, puede ser etólogo, pero puede no tener formación profesional en este ámbito.  

Recuerda, un etólogo es un veterinario o biólogo especializado, mientras que un adiestrador no tiene por qué tener una formación especializada en veterinaria o biología. Por el momento, no existen en España unos criterios oficiales ni una formación reglado como adiestrador o entrenador de animales. 

¿Cuándo solicitar la ayuda de un etólogo? 

En principio, lo habitual es consultar en primer término a tu veterinario habitual en relación a ese problema de comportamiento que no parece tener una raíz orgánica a tu juicio. Será el propio veterinario el que evalúe el caso y descarte problemas físicos relevantes. El propio veterinario podría encargarse de proponer un diagnóstico etológico o recomendarte que visites a un profesional específico, cada vez más requeridos dada la proliferación de animales domésticos.  

En este sentido, los etólogos caninos son figuras cada vez más en boga que tratan de estudiar los comportamientos de los perros en su medio natural que, en este caso, es la sociedad humana en la que se hayan integrados desde hace siglos. 

El origen la etología: la trascendencia del trabajo de los etólogos 

Mono
Macaco

Resulta muy interesante profundizar en el conocimiento de la etología para todos aquellos amantes de los animales. Y es que la raíz de la etología no deja de ser el estudio de las causas de comportamiento, empezado por el humano.  

Se dice que fue el zoólogo británico John Ray uno de los primeros en escribir sobre el comportamiento animal en la era moderna —después de que Aristóteles lo hiciera en la Antigua Grecia— publicando en 1676 un texto científico que trataba sobre el estudio del comportamiento instintivo de los pájaros. 

Pero sería, una vez más, Charles Darwin el que volvería a ello en 1859 con la publicación de El origen de las especies, que comienza a despertar dudas acerca de la visión mecanicista del comportamiento animal.

Un siglo más tarde, Karl von Frisch, Konrad Lorenz y Niko Tinbergen reciben conjuntamente el Premio Nobel de Medicina y Fisiología. Lorenz señala entonces que las líneas evolutivas pueden ser dilucidadas a partir de rasgos etológicos e identifica componentes innatos, útiles para el estudio de la evolución, mediante el análisis del fenómeno de adquisición de hábitos durante el cual los animales jóvenes prestan atención a determinados individuos u objetos durante un breve período crítico de su desarrollo, tal y como indica este estudio sobre etología de la Facultad de Agronomía y Zootecica de la Universidad de Tucumán. 

Lorenz propone, en este sentido, la hipótesis de que muchas tendencias animales y humanas se basan en pautas genéticas latentes que son desencadenadas por sucesos o estímulos del ambiente, haciendo énfasis en la impronta, un proceso de aprendizaje especialmente rápido y relativamente irreversible que ocurre usualmente dentro de horas o a los pocos días después del nacimiento de aves y herbívoros, e incluye, como concepto básico, el aprendizaje que hace cada animal acerca de quién es su madre y a qué especie pertenece

Hoy en día, la etología, considerada en un sentido amplio, integra en su conjunto la neurobiología, la ecología y la teoría de la evolución, una disciplina cada día más en boga para asegurar el bienestar animal y la adecuada convivencia (y comprensión) entre humanos y el resto de los animales. 



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