¿Cuántas veces has mirado a los ojos de tu perro tratando de averiguar lo que siente? Porque por muy bien que conozcamos a nuestro amigo peludo, siempre hay cosas que se nos escapan, especialmente a nivel emocional. Sabemos que no se encuentra bien, pero desconocemos la causa.
Una de las consecuencias de los problemas conductuales de tu cachorro puede ser el acto de comer la pared. Es una situación extraña y que nos genera malestar por no ser capaces de detectar la causa y actuar en consecuencia.
El primer paso para evitar que tu perro se coma la pared es descartar un problema físico, de índole nutricional o gástrico. Para ello, debemos llevar a nuestro cachorro al veterinario explicando el caso. El veterinario nos preguntará que tipo de material está masticando el perro y si ingiere o no parte de lo que mastica.
El procedimiento correcto, en este caso, es evaluar la salud nutricional de nuestro perro ya que puede ser la causa de su actitud. Así, por ejemplo, el perro puede tener una deficiencia de minerales u otros componentes. El organismo del perro percibe que necesita una mayor ingesta de comida y se lanza de forma instintiva a lo que tiene más cerca, como la pared.
Como cualquier otro animal, los perros necesitan un equilibrio nutricional entre minerales, vitaminas, proteínas y otros componentes esenciales. Los piensos para perros deberían cumplir estas necesidades de su organismo, pero no siempre es así, ya sea por la baja calidad del pienso o por algún problema gástrico del animal.
En este sentido, el veterinario analizará si el perro puede tener un problema concreto de gastritis aguda o crónica que puede derivar de diversos desencadenantes como la ingestión de sustancias venenosas o tóxicas, medicamentos o parásitos intestinales. Como reacción a este malestar, el perro puede mascar o mordisquear objetos como la pared, como si buscase aliviar su dolencia de esta manera. De cualquier forma, es el veterinario el que debe establecer la relación entre ambos problemas.
Por último, un caso menos preocupante y de más fácil solución sería que el perro coma la pared porque no está a gusto con el menú que le proponemos: en este caso, tan solo tenemos que probar a cambiar de pienso para ver cómo reacciona. Tal vez, tan solo sea eso: una señal de que quiere otra comida.
Si se han descartado todas las opciones nutricionales y el perro está completamente sano a nivel físico, es hora de buscar una explicación conductual: el acto de comer la pared es un problema de conducta que puede derivar de diversos factores.
Como sabemos, los perros tienen una gran sensibilidad a los ruidos o a los olores. Es posible que nuestro perro se haya sentido atemorizado por un ruido excesivo procedente de una tormenta, de fuegos artificiales, de obras en la calle u otro motivo.
Se trataría, en este caso, de una reacción ante una situación de estrés, que no tiene por qué ser inmediata, sino que puede producirse más adelante. Es entonces cuando el perro se siente “encerrado” y puede tener una actitud reactiva mordiendo y arañando la pared, como si quisiera huir para estar lejos de ese ruido o de esa situación que le produjo miedo o estrés.
Para evitar estas situaciones, le debemos alejar de los ruidos fuertes, poniendo música relajante apta para perros, por ejemplo, o cambiándolo de habitación para que se sienta más seguro. Así mismo, dejar las puertas abiertas puede facilitar la sensación de seguridad al no sentirse encerrado.
Uno de los momentos más duros que viven perros y gatos es la separación de su amigo humano. Por mucho énfasis que pongamos en “explicarles” la situación, nuestro amigo peludo no lo va a lograr entender. Y en el peor de los casos, tampoco lo va a aceptar.
Las reacciones ante la separación —dependiendo también de la extensión de la misma— pueden ser de menor o mayor gravedad, incluyendo, incluso, la aparición de enfermedades. Así que es un aspecto que deberemos tener muy en cuenta antes de llevar un animal a casa: ¿vamos a poder estar el suficiente tiempo con él? Porque a poco que se acostumbre a nosotros, va a necesitar nuestra presencia, sino constante, sí habitual.
Y una de las reacciones menos graves, en principio, ante la ansiedad de separación puede ser comer o rascar la pared, una actitud reactiva de buscarte al otro lado de la pared, tal vez porque estés en otra habitación o porque no estés en casa: pero, para él, atravesar esa pared puede significar encontrarse por fin contigo.
La sensibilidad auditiva que tienen los perros también nos puede jugar una mala pasada en otro sentido: que masque y/o arañe la pared porque oye a otros animales o insectos tras ella, que pueden ser los del vecino. Aunque nosotros no lo escuchemos, él sí, activando entonces su carácter depredador. O quizás tan solo quiera jugar, en el caso de que escuche a otro perro.
En este último caso, también debemos valorar si el hecho de que nuestro amigo peludo se coma la pared se puede deber a la apatía. Y es que, ante la falta de otros estímulos, un perro puede acudir a lo que tiene más cerca: la pared. Y no olvidemos que a los perros les encanta masticar.
En este sentido, tal vez nuestro perro nos esté indicando que no tiene suficientes estímulos o juegos en casa, de que necesita ir a dar un paseo: los perros más enérgicos y activos son los más candidatos a mascar la pared por aburrimiento.
En la misma línea de lo anterior, pero no tanto por aburrimiento, sino por necesidad de tu presencia, el perro puede comer la pared como una forma de decirte: “¡Eh! Estoy aquí, juega conmigo que si no… te hago un boquete en la pared”. Así que, si estás disponible, es hora de jugar o hacer alguna actividad con tu amigo peludo y mantener las paredes de tu casa sin marcas.
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