Mientras estábamos en el parque, alguien miró hacia el cielo y se deslumbró con un espectáculo único: no era un avión (ni Superman), era un grupo de aves volando en armónica formación en V, tal vez unas cigüeñas que estaban iniciando su migración poniendo rumbo a África.
Pero, pese a que las migraciones otoñales de las aves son las más espectaculares (y visuales), no son los únicos animales que recorren miles de kilómetros durante el otoño para buscar un lugar (y clima) más propicio para pasar los meses más fríos del calendario.
Si hay un animal que no tiene reparo en viajar por todo el mundo (marino) esa es la ballena jorobada. En este sentido, los científicos han contabilizado casi 19.000 km recorridos en 265 días, desde los lugares de alimento en verano, cerca de la Antártida, hasta sus zonas de reproducción en invierno, en el Caribe o Hawái, para luego volver a “casa” en el extremo sur del planeta.
Otro animal marino que sabe bien lo que es viajar son las tortugas bobas que en otoño comienzan su migración desde las playas de anidación de zonas como la costa estadounidense hasta enclaves de alimentación al otro lado del Atlántico. Las tortugas bobas que frecuentan el Mediterráneo también migran hacia el Atlántico cuando llega el otoño.
Las mantas rayas o los atunes son otros animales acuáticos que viajan en otoño: las primeras suelen acudir durante estos meses a sus zonas de alimentación en la costa o regiones oceánicas abiertas siguiendo corrientes ricas en nutrientes. Por su parte, los atunes también viajan en otoño en diversos lugares del mundo, como el propio Mediterráneo.
¿Y qué decir de los salmones? Los que frecuentan el Atlántico comienzan sus migraciones en otoño: ya sabes, tras pasar unos años en mar abierto, regresan a los ríos de agua dulce donde nacieron para desovar.
Los mamíferos terrestres también pueden recorrer grandes distancias cuando llega el otoño. Es el caso de los ñus, los bóvidos africanos que se extienden por las llanuras y los bosques de Serengueti, en Tanzania.
Al inicio de la primavera se dirigen hacia los pastos frescos del Lago Victoria o de la Reserva Nacional Masái Mara en Kenia. Seis meses más tarde regresan a los bosques en un viaje multitudinario que es uno de los grandes espectáculos de la naturaleza, también para los depredadores que viven de estos largos viajes para saciar su apetito: más de un millón de ñus que migran en bucle siguiendo las agujas del reloj como nos explican en este artículo, siempre en busca de tierras frescas para pastar.
Algo parecido, aunque menos organizado, sucede con los renos, que en Norteamérica bajan hacia el sur cuando llega el otoño buscando un clima más benigno, mientras en Finlandia, donde son todo un símbolo nacional, 200.000 renos vagan siempre libremente recorriendo hasta un tercio del país.
Dicen de ella que se trata de la migración de mamíferos más grande del mundo (al menos en número): diez millones de murciélagos frugívoros Eidolon Helvum viajan hasta el Parque Nacional de Kasanka, concentrándose en una sorprendentemente pequeña zona de pocas hectáreas.
Tal es la concentración de animales en tan poco espacio que los científicos sugieren que este desplazamiento, al contrario de otros menos masificados, puede tener consecuencias negativas en la zona de recepción de los animales migrantes: “La estructura del bosque se vio profundamente alterada por la presencia de E. helvum, con un aumento de la mortalidad de los árboles de descanso, la reducción y apertura del dosel forestal y una disminución del área basal de los árboles”.
Además, se considera que la presencia de este murciélago aumenta la gravedad de los incendios dentro de sus sitios descanso porque “los cambios estructurales dan lugar a un microclima más seco”. Por todo ello, esta singular (y masiva) migración puede “amenazar la viabilidad a largo plazo” de su sitio de descanso estacional en Kasanka.
Es otra de las migraciones otoñales más famosas del mundo animal. Los cangrejos rojos que viven en la isla de Navidad y la isla de Cocos, en territorio insular australiano, cerca de las islas indonesias de Java y Sumatra, protagonizan una verdadera “marea roja” cuando llega la temporada de lluvias.
Son tantos los cangrejos que se dirigen al litoral desde el bosque que se llegan a cortar carreteras para que los animales pueden cumplir con su ritual de apareamiento sin peligro. Tras desovar en el mar, de vuelta al hogar, lo que supone otro desafío de regreso, aunque en este caso es por grupos: primero vuelven los machos y, más tarde, las hembras que se quedan más en el litoral para poner y cuidar los huevos.
Los insectos también migran siendo la mariposa monarca una de las más viajeras. Tal y como explica este artículo, tenemos dos tipos la migración de las mariposas monarcas. Por un lado, la del este protagonizada por las mariposas que van de algunas zonas de Estados Unidos y Canadá al centro de México, donde se asientan y se reproducen.
Y, por otro, la migración del oeste, que se refiere a las mariposas que viven y se reproducen en las Montañas Rocosas del occidente americano, a donde llegan desde el sur de Canadá.
Vengan de donde vengan, y vayan a donde vayan, se trata, sin duda, de una de las hazañas más sorprendentes del mundo animal, teniendo en cuenta el tamaño y la velocidad de vuelo de estas diminutas criaturas: ¡pueden llegar a recorrer hasta 4.000 kilómetros!
Y, para finalizar, volvemos al principio, al cielo que surcan millones de aves cada otoño en todas las partes del mundo. Resulta imposible resumir el número total de especies que migran durante esta época del año, así que, a modo de ejemplo, nos podemos quedar con nuestra querida cigüeña.
Este valioso monográfico de Seo Birdlife explica con todo lujo de detalles la migración de la cigüeña blanca que frecuenta la península ibérica. Actualmente, muchas cigüeñas adultas ya no se mueven de España volviéndose sedentarias gracias a los cambios en el clima y la abundancia de alimento, mientras que las jóvenes siguen recorriendo miles de kilómetros desde sus nidos peninsulares hasta el Sahel.
Bueno, y mención aparte, tenemos al albatros, que puede pasar varios años en vuelo sin ni siquiera tomar tierra. Lo suyo es algo más que migración: es el viajero más insigne del mundo animal. Quién pudiera, ¿verdad?
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