El cerebro de los delfines sigue siendo uno de los grandes desafíos para la neurobiología. Y es que en el interior de este órgano se custodian los secretos que convierten a este mamífero cetáceo en uno de los animales más inteligentes del mundo, capaz de comunicarse de forma sofisticada, resolver problemas de cierta complejidad, cooperar con otras especies y tener autoconciencia.
A continuación, acudimos a los últimos estudios científicos para explicar por qué el delfín es considerado el animal más inteligente del planeta y cuáles son los aspectos que lo convierten en un animal tan especial.
¿Por qué el delfín es el animal más inteligente?
A menudo, se nos escucha celebrar la inteligencia de nuestros bebés, de nuestros perros o hasta de nuestras tortugas. Pero ¿qué entendemos por inteligencia a la hora de valorar las habilidades cognitivas de un animal? La inteligencia sería la capacidad para aprender y aplicar el conocimiento, comprender y afrontar situaciones y nuevos retos y la capacidad para pensar de manera abstracta. Y no cabe duda de que la inteligencia, en primer término, deriva de la estructura y la complejidad cerebral.
El fascinante (y misterioso) cerebro de los delfines
Hace 50 millones de años, los ancestros de los delfines eran mamíferos terrestres que solían refugiarse en el agua hasta que, tras miles de años de evolución, su adaptación a la vida acuática fue definitiva… olvidándose de la tierra. Este singular origen explica también su legendaria complejidad cerebral que aún sigue estudiándose.
En particular, la evolución de su sistema nervioso central sigue siendo desconocido al margen de su morfología externa, lo que complica su análisis ya que el SNC “actúa como interfaz entre el cuerpo del animal y el entorno”. Y es que el resto del cuerpo y el SNC están tan íntimamente relacionados que “cada cambio evolutivo en el cuerpo de una especie se refleja en las dimensiones, estructura y función de los respectivos componentes cerebrales y, por lo tanto, puede incluso cambiar el tamaño del cerebro”.
Cociente de encefalización
Podríamos pensar que, a mayor cerebro, más inteligencia, pero no es exactamente así lo que sucede con el ser humano ni con el resto de animales. No se trata de masa ni de peso, sino de la relación del tamaño del cerebro al resto del cuerpo, lo que se conoce como cociente de encefalización.
Si el ser humano tiene un EQ (Encephalization Quotient) de 7,4 – 7,8, el delfín nariz de botella tiene un 5,26, siendo el segundo animal con mayor EQ. Le sigue el delfín pío, la orca —la especie más grande de delfínido—, el mono capuchino, el babuino y el chimpancé, este último con un 2,2 – 2,5. El perro, por cierto, tiene 1,2, por debajo del coyote o el elefante, y el gato un 1,00, igual que el loro gris africano. Y la oveja tiene un EQ superior al león… o a la ballena azul.
Tener un cerebro con un alto cociente de encefalización supone una vida larga y una lenta evolución: las crías se toman su tiempo para aprender las habilidades que les enseñan sus padres mientras crecen y maduran sexualmente hasta que se independizan.
La comunicación de los delfines
Según el estudio previamente citado del Instituto de Anatomía de la Universidad de Frankfurt, el gran tamaño del cerebro de los delfines en relación al cuerpo está íntimamente vinculado con su sistema acústico motor guiado por sonar para la navegación y la vocalización en un entorno acuático.
En este sentido, el principal reto al que se enfrentó la evolución del delfín fue mantener la comunicación y la audición en un entorno subacuático desarrollando un sistema eficaz y complejo de ecolocalización, navegación y comunicación.
Y esta es la principal diferencia entre el cerebro de los delfines y de los humanos, contar con un área completa dedicada a la ecolocalización: los delfines pueden ver con el sonar, ya que el sonido viaja mucho mejor en el agua que la luz, por lo que estos cetáceos perciben su entorno con el sonido más que por la visión u otros sentidos.
Los tres tipos de sonidos que emiten los delfines —silbidos de frecuencia modulada, sonidos en impulsos de ráfagas y clics para la ecolocalización— cumplen diversas funciones, desde identificarse a cazar, además de la propia navegación y localización. Por desgracia, los experimentos para profundizar en el conocimiento de su lenguaje son muy complejos debido a las frecuencias que usan, mucho más amplias que las nuestras, y al propio hecho de vivir en un ambiente acuático.
Cooperación social
Un aspecto que define la inteligencia de una especie es su capacidad para cooperar por el bien común. Un reciente estudio del Centro de Investigación de Delfines de Grassy Key en Florida concluyó que los delfines de nariz de botella pueden comunicarse con señales vocales para resolver problemas.
Pero es que los delfines también son capaces de cooperar con otras especies, llegando a reportarse casos de ayuda a ballenas varadas o a nadadores humanos. Así mismo también cooperan con barcos de pesca trabajando junto a los pescadores arreando cardúmenes de peces hacia las redes a cambio de una parte de la captura.
Cultura y habilidades sociales
Un estudio publicado en Nature en 2017 abordó las raíces sociales y culturales de las ballenas y los delfines, otra faceta más que explicaría la inteligencia de estos cetáceos. En este sentido, los investigadores se preguntaron si el elevado cociente de encefalización sustenta la cognición social de los delfines como sucede con los humanos, siendo clave en el desarrollo del lenguaje, la atención conjunta, los objetivos compartidos, la enseñanza, la toma de decisiones por consenso y la empatía.
Los resultados de sus pruebas sugieren que la cognición social de los cetáceos podría haber surgido de manera similar a la de los humanos para proporcionar la capacidad de aprender y utilizar un conjunto diverso de estrategias de comportamiento en respuesta a los desafíos de la vida social.
En este sentido, no hay que olvidar que los delfines viven en grupos familiares en lugares con abundancia de alimentos estableciendo fuertes lazos sociales, incluso cuidando a animales heridos o enfermos, como hemos visto en el caso de las suricatas. De hecho, los delfines nariz de botella podrían tener nombres propios descritos a través de un silbido específico para identificarlo dentro de una manada.
Uso de herramientas
El aprendizaje en el uso de herramientas fue un evento clave en la historia de la evolución humana que ejemplifica nuestro desarrollo cognitivo. Pues bien, los delfines también usan herramientas para cazar, por ejemplo, sosteniendo esponjas con fuerza en sus bocas que empujan en el fondo arenoso molestando a los peces que se esconden para luego devorarlos una vez que se depositan en la esponja.
Así mismo, también existen indicios de que los delfines pueden usar caracolas para atrapar peces: las llevan en la boca creando una perturbación en el fondo marino lo que hace que los peces naden hacia la caracola que funciona como una trampa.
¿Son los delfines conscientes de sí mismos?
Pero si hay un aspecto que marca la diferencia entre el ser humano y el resto de los animales es la autoconciencia, la capacidad de reconocernos a nosotros mismo como individuos, tratando de entender nuestras emociones y características personales, lo que nos diferencia y nos une a otros individuos de la misma especie.
Aunque se trata de un concepto ambiguo y difícil de definir y, por tanto, probar o estudiar científicamente, es un hecho que los delfines son de los pocos animales que han logrado pasar con éxito la prueba del espejo: de nuevo los delfines de nariz de botella, junto a los chimpancés, los elefantes y las urracas se han reconocido a sí mismos en un espejo, mirando partes de su cuerpo que no pueden ver sin un espejo, como el interior de sus bocas, examinando sus propios movimientos en el mismo.