Encuentran una nueva explicación al ronroneo de los gatos

Es uno de los sonidos más seductores y misteriosos de nuestros animales domésticos, una suerte de murmullo sostenido que es capaz de eliminar el estrés de todo el que lo escucha. Desde luego, que nos perdonen nuestros amigos perrunos, pero el ronroneo es un poquitín más relajante que el ladrido. 

Pero, así como no existen muchas dudas acerca de cómo los perros son capaces de vocalizar, una fórmula de comunicación heredada de los lobos, sí que llevamos años debatiendo acerca del mecanismo del ronroneo que nos puede ayudar, también, a explicar su función, también dudosa.  

A continuación recordamos lo que ya sabíamos hasta ahora sobre el ronroneo de los gatos, y os ofrecemos el último estudio publicado en Current Biology el pasado mes de octubre que aspira a resolver el enigma del ronroneo gatuno de una vez por todas. 

¿Qué sabíamos del ronroneo de los gatos? 

Caricias al gato
Mano acariciando al gato/Foto: Unsplash

La mayoría de los mamíferos producen sonidos vocales según el principio mioelástico-aerodinámico que explicaría la vibración laríngea. Y es que la voz, en el caso de los humanos, no es un sonido producido por un órgano o un sistema, sino que en términos anatomofisiológicos se produce gracias a la acción coordinada de varias estructuras de nuestro cuerpo tal y como expone este estudio.  

Por el contrario, durante mucho tiempo, como indica el estudio publicado en Current Biology liderado por investigadores de varias universidades europeas, se ha creído que los gatos producen sus vocalizaciones de ronroneo de baja frecuencia a través de un mecanismo radicalmente diferente que involucra contracciones musculares activas, donde los patrones de ráfagas electromiográficas de las cuerdas vocales, que son impulsados neuronalmente, hacen que los músculos laríngeos intrínsecos se activen. 

Treinta años antes de que estos investigadores volvieran a ocuparse del ronroneo, un estudio elaborado por el Departamento de Ingeniería Bioquímica de la Universidad Tulane de Nueva Orleans estudió el ronroneo analizando felinos salvajes, como pumas y guepardos, pero también gatos domésticos. 

El estudio concluyó que el mecanismo principal para la producción de sonido y vibración del ronroneo felino es una modulación laríngea impulsada centralmente por el flujo respiratorio, una contracción muscular de la laringe cuando la boca está cerrada en la que no intervienen ni el diafragma ni otros músculos. 

No hay que olvidar, en este sentido, que la vibración del ronroneo es la vocalización felina más baja, inferior al maullido situándose en una media de 26 hercios, una vibración que se mantiene tanto en la exhalación de aire como en la inhalación generando esa suerte de patrón rítmico. 

Poco después, un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad Stony Brook de Nueva York analizó la promoción de crecimiento óseo por tensión mecánica de baja amplitud y frecuencia específica cimentando esa hipótesis acerca de las propiedades curativas del ronroneo felino que sería continuada por este estudio elaborado por la experta en bioacústica y actual presidenta de Fauna Communications Research Institute Elizabeth von Muggenthaler.  

Según esta investigación, la vibración interna de baja frecuencia de los gatos sería un mecanismo de curación y rehabilitación que mantiene músculos y huesos fuertes en una situación sedentaria, algo que podría explicar su sofisticación ósea: estos felinos suelen tener muchas menos enfermedades óseas y articulares que otros animales, como el caso de los perros. 

¿Y si el ronroneo de los gatos no fuera tan ‘misterioso’ ni exclusivo? 

Un gato se estira
Un gato se estira

Esto es lo que propone el nuevo estudio aparecido en Current Biology que podría derribar anteriores teorías sobre el ronroneo gatuno, afirmando que la base física y fisiológica del ronroneo de los gatos involucra los mismos mecanismos basados en el principio mioelástico-aerodinámico, al igual que otras vocalizaciones de gatos como los propios maullidos y que la mayoría de las otras vocalizaciones de vertebrados. 

Para llegar a esta conclusión —sin descartar, no obstante, la influencia de las contracciones musculares activas como venían sugiriendo los estudios precedentes citados—, los investigadores analizaron los rangos de frecuencia fundamental de las laringes extirpadas de ocho gatos domésticos. ¿Y por qué extirpada? Para probar, justamente, que, sin actividad neuromuscular, puede producirse el ronroneo. 

“Sorprendentemente, las ocho laringes extirpadas produjeron oscilaciones autosostenidas al ritmo típico de ronroneo de los gatos”, afirman los investigadores, revelando, además, “el análisis histológico de la laringe de los gatos la presencia de masas de tejido conectivo, de hasta 4 mm de diámetro, incrustadas en las cuerdas vocal”, una suerte de almohadillas que podrían ralentizar las vibraciones de las cuerdas vocales haciéndolas más densas. 

Según el estudio de Current Biology, esta especialización de las cuerdas vocales podría permitir los valores inusualmente bajos de frecuencia fundamental, la más baja de una forma de onda periódica y que es el aspecto más característico del ronroneo.

Persona acariciando gato
Persona acariciando gato/Foto: Unsplash

Y es que los animales más grandes, con cuerdas vocales más grandes, pueden generar frecuencias de sonido más bajas —como ocurre entre los instrumentos musicales de cuerda—, pero las cuerdas vocales de los gatos, sin embargo, son cortas, lo que sí supondría una excepción, según señala el estudio.  

Así pues, los investigadores concluyeron que la laringe de los gatos puede producir fácilmente sonidos en el régimen de ronroneo con frecuencias fundamentales de 25 a 30 Hz sin estímulos neuronales ni contracción muscular

El hecho de que este estudio haya aportado una perspectiva diferente a todo lo que sabíamos (o creíamos saber) sobre el ronroneo de los gatos desde hace medio siglo ha despertado cierta controversia en la comunidad científica especializada como expone este artículo del prestigioso Smithsonian Magazine

Y es que no hay que olvidar que el estudio de Current Biology analiza las cuerdas vocales de laringes extirpadas, “como quitar la boquilla de un instrumento de viento y analizar sus sonidos de forma aislada”. Pero es que el análisis del ronroneo gatuno “en directo” es mucho más complejo, exigiendo el uso de máquinas de resonancia magnética y/o la inserción de sondas en su laringe. Pero “como los gatos no ronronean cuando se les ordena” —son gatos, no lo olvidemos, odian las órdenes casi tanto como un anarquista—, su investigación es ardua… y cara.  

Sea como fuere, no cabe duda de que estudios como el presentado este pasado octubre aportan un nuevo enfoque sobre uno de los sonidos más adorables del reino animal que, por el momento, sigue pendiente de desvelar su misterio. 



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