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Italia estrena la legislatura... a la italiana. Con división, bronca y espectáculo. Esto es, fiel a sus señas de identidad. Todo ha empezado, otro clásico, con el reparto de poder. Meloni, la que ahora manda, ha colocado en el Congreso a Fontana, de la Liga de Salvini, de historial homófobo. En el Senado, a uno de los suyos, Ignazio Larrusa, de ideología posfascista. En principio, previsible. Lo novedoso es que la designación de éste último llegó con el estallido las primeras, evidentes, fisuras en el pacto a tres bandas de la derecha. Parte de Forza Italia no le apoyó. "¡Que le den por culo!", se le oyó decir a su líder, Silvio Berlusconi en la misma ssesión en la que, para más inri, llevaba unas notas que decían: "Meloni: sabionda, prepotente, arrogante, ofensiva, ridícula". ¿Le robaron la foto? ¿Se la dejó robar? La cuestión es que apelaba, mal asunto, a alguien con quien aspira a compartir gobierno. Que es el quiz del asunto. Berlusconi, incómodo como tercero en discordia, como segundón frente a quien en su día fue una de sus ministras, está teniendo, además, problemas para lograr carteras que pretende: Sanidad o Justicia (él que aún tiene causas abiertas en los tribunales). Y Meloni no parece que vaya a ceder. "No soy chantajeable", dice que le faltó decir a Berlusconi en su ya famosa lista cuando le pidieron una respuesta a las acusaciones, dando a entender que eso es lo que pretende el líder de Forza Italia. Todo un pulso a cielo abierto, muy a la italiana, en vísperas de la semana decisiva. -Redacción-