Fue el pasado Diciembre. Paseaba por Bến Tre, una tranquila ciudad del delta del Mekong, cuando encontré un bello y colorido edificio colonial que resultaba ser el museo de la ciudad. Estaba sola en un museo por primera vez en mi vida. Iba encendiendo las luces de las salas mientras repasaba fotografías antiguas de guerreras de pelo largo, textos polvorientos de duras historias, tragando en seco, a mi ritmo y apagando las luces antes de pasar a la siguiente sala.
Descubrí lo que no estaba escrito en las historias que había leído sobre el país, lo que no aparecía en las películas que había visto sobre la guerra de Vietnam, lo que no me habían contado. Vietnam no hubiera logrado la independencia sin la contribución crucial e imprescindible de las mujeres vietnamitas. Unas semanas después, visité el Museo de las Mujeres Vietnamitas en la capital del país, Hanói, para complementar la información del valioso descubrimiento que había hecho esa tarde de Diciembre.
Desde aldeanas que lideraban las guerrillas en las zonas rurales con armas artesanales, el llamado Ejército del Pelo Largo («Long Hair Army«), oficiales de las fuerzas armadas, mujeres de negocios, académicas, estudiantes y monjas revolucionarias que lideraban la lucha en los centro urbanos y hasta una princesa vietnamita que trabajaba para las fuerzas de liberación del país. Todos los esfuerzos de las mujeres vietnamitas permanecen en la sombra de las historias de valientes guerreros contra los militares estadounidenses, sometiéndolas a esa condición de agente pasivo, de víctimas, obviando su importante papel de agente activo en la guerra de Vietnam. Museos como el de Bến Tre y el de Hanói arrojan luz sobre esa sombra y llenan sus salas de su voz, dándoles el protagonismo y visibilidad merecida. Es precisamente para hacerlas visibles que escribo este artículo hoy.
Vietnam era un país esencialmente rural. Con lo cual no podía considerar derrotar al ejército estadounidense adoptando métodos convencionales, sería imposible hacer frente a tamaña maquinaria belicista. Así que desarrollaron una estrategia exitosa combinando acciones militares con políticas revolucionarias. ¿Quién fue una de las mentes que diseñó dicha estrategia? Exacto, una mujer. Madame Nguyen Thi Dinh, comandante de la Frente Nacional de Liberación de Vietnam (FNLV o Viet Cong). En esas fechas Madame Dinh era la nº2 al cargo de las fuerzas armadas del Sur de Vietnam durante la guerra, pasando después a obtener el título de General. La ofensiva que lideró en la provincia de Bến Tre en 1960 fue usada como paradigma, como modelo de estrategia a implementar para todas las fuerzas de liberación del sur del país. Esta ofensiva combinaba, pues, la lucha armada con la lucha política.
Las fuerzas insurgentes en la provincia rural de Bến Tre involucraron muchas aldeanas que se organizaban en comités auto-gestionados. Fue Madame Dinh quién movilizó esas aldeanas que habían estado involucradas anteriormente en la resistencia al colonialismo francés.
Sus armas consistían en palos afilados de bambú y cuchillos de cocina. Una de las tácticas usadas por las mujeres guerrilleras en las zonas rurales era disfrazarse de vendedoras callejeras (un trabajo muy extendido en Vietnam, mayoritariamente llevado por mujeres) en la que usaban el enorme palo al hombro – el que sujeta las dos cestas de productos en equilibrio – como arma, con un cuchillo de cocina en la punta del palo. Cuando el blanco se acercaba, estas guerrilleras disfrazadas de vendedoras, sacaban el palo y lo atacaban. Con esta táctica, por ejemplo, el ataque de Truong Thi Tam a un puesto militar fue exitoso.
Otra técnica muy importante usada por las guerrilleras aldeanas en las protestas políticas eran los pañuelos en su vestimenta. Usaban sus pañuelos para dar señales secretas en las manifestaciones sin que el ejército estadounidense se percatara. Si llevaban el pañuelo en la cabeza significaba que la protesta no corría peligro y podía seguir; si usaban el pañuelo sobre los hombros con los dos extremos caídos, hacia abajo, significaba algún peligro, con lo cual deberían estar alerta y preparadas para lidiar con el enemigo; si se sacaban el pañuelo significaba fuerte represión del enemigo y peligro inminente.
Fue principalmente después de 1965, cuando el ejercito estadounidense envió tropas a larga escala al Sur, que se unieron más mujeres al ejército, trabajando a tiempo completo en las fuerzas armadas, muchas de ellas en puestos de liderazgo. Para que os hagáis una idea, en estas fechas aproximadamente el 40{a1e53c54ca57e0797f884eabbea71603dfba7247db31986516b8fe803a83b21d} de comandantes del regimiento del ejército (FNLV ) eran mujeres. ¿Cuántos países pueden presumir de este número, y más en la década de 60?
Al ser voluntarias, estas mujeres no percibían salario y, cuando no estaban combatiendo, estaban en los campos cosechando, construyendo escuelas y casas o administrando los servicios de salud a la población. Por otra parte, la mayoría de las mujeres no trabajaban a tiempo completo en la FNLV , trabajaban en las unidades de autodefensa, en las milicias locales y en las guerrillas regionales. Luchaban cuando la región donde vivían era atacada y se protegían con trincheras y trampas al enemigo.
Estas tácticas de defensa tuvieron un impacto enorme en desmoralizar Saigón y las tropas estadounidenses. Durante la Ofensiva Tet (Tet es el año nuevo) de 1968, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (FNLV o Viet Cong) llevó a cabo el golpe donde tomaron posesión de la embajada estadounidense en Saigón. La noticia del golpe invadió las portadas de varios periódicos y la foto de la bandera de la FNLV ondeando en el tejado de la embajada fue vista en todo el Mundo. Pero, ningún periódico mencionó que fue un grupo comandado por mujeres el que perpetró el golpe. De hecho, la líder de esta ofensiva fue Le Thi Rieng, en su día vicepresidenta de la importantísima Women´s Union, asesinada a pocos días del golpe.
Las protestas en los centros urbanos del Sur como Saigón fueron lideradas sobre todo por mujeres de negocios, académicas, estudiantes y monjas. Sí, monjas. De hecho, Ngoc Phuong fue un monasterio budista muy importante durante la guerra que pasó a ser conocido como «central de protestas» ya que era el punto de encuentro donde las mujeres se organizaban y buscaban refugio y comida. En 1974, ya reconocido el templo como amenazante, se llevó a cabo una protesta en las que varias mujeres sostenían carteles de «There is no Freedom in South Vietnam» («No hay Libertad en Vietnam del Sur») con lo cual el régimen de Saigón envió agentes para «conocer» sus demandas. Muchas acabaron heridas y muertas.
Así que en el empuje final hacia la victoria en Abril de 1975, las mujeres estaban en primer plano, ocupando centenas de puestos militares, bases administrativas, fábricas y escuelas en las distintas provincias del Sur. Sin embargo, para muchas guerrilleras el final de la guerra tuvo un sabor muy amargo.
Muchas de estas mujeres que trabajaban a tiempo completo en la lucha armada, dejaron a sus hijas e hijos con amigas, familiares o, en algunos casos, en guarderías. Estas guarderías fueron vistas, «oportunamente» como orfanatos para muchos estadounidenses al final de la guerra. Y la verdad es que eran guarderías y con lo cual no todos los niños y niñas se habían quedado sin madre y sin padre. La famosa operación «Babylift» del final de la guerra consistió en que muchos de estos niños y niñas fueron «rescatados» por el ejército estadounidense y llevados para adopción en Estados Unidos, Inglaterra y Australia. Conclusión: muchas de las madres guerrilleras supervivientes se encontraron en el medio de la celebración de la victoria sin saber el paradero de sus hijas e hijos…
Además, las consecuencias de la guerra se hicieron sentir también en sus propios cuerpos y sigue haciendo víctimas hoy, 40 años después. Los principales armamentos químicos usados por los militares estadounidenses en la guerra química contra Vietnam fueron el napalm y el llamado agente naranja, más perjudicial que el napalm, arrojados contra las fuerzas del Viet Cong pero también contra aldeas civiles y plantaciones.
El «Agente Naranja» dejó a miles de mujeres y hombres con problemas de fertilidad y, cuando las mujeres lograban quedarse embarazadas, había una probabilidad enorme de que el feto sufriera alguna malformación. En el «Museo de los Vestigios de la Guerra de Vietnam» en Ho Chi Minh City (antes Saigón), dedican una planta entera a las consecuencias del «agente naranja» en la población vietnamita, y nos recuerdan que este «agente» sigue cobrando víctimas a día de hoy. Más de cuarenta litros de Agente Naranja se irrigaron sobre los bosques del país entre 1962 y 1970 desde aviones estadounidenses. Aterrador.
Respeto a las mujeres en el Norte, aunque su rol fuera distinto no fue por ello menos importante. Mientras las mujeres en Sur participaban en la lucha armada y política, en el Norte se organizaban en unidades de auto-defensa en contra de las aeronaves estadounidenses.
Sin embargo, aunque estas recibían más entrenamiento militar que las vecinas del Sur, pocas fueron miembros del ejército. La mayoría era responsable de «limpiar» los destrozos de la devastación causadas por las bombas reconstruyendo carreteras, casas, escuelas e industrias. También cuidaban de los heridos, enterraban a los muertos y eran las responsables de la producción de arroz, crucial en la guerra ya que tenía que ser suficiente para alimentar a todo el país. El 70{a1e53c54ca57e0797f884eabbea71603dfba7247db31986516b8fe803a83b21d} de la producción de comida en el Norte, principal proveedor de mantenimientos durante la guerra, estaba a cargo de las mujeres.
Las trabajadoras en el Norte asumían con mucha convicción política la importancia de su contribución productiva, de tal forma que uno de los importantes eslóganes de la Unión de Mujeres del Norte era el siguiente «Let the women of the North shed more sweat so their sisters in the South could shed less blood«, algo como «Que las mujeres del Norte derramen más sudor para que sus hermanas de Sur derramen menos sangre«.
Y fueron muchos los ejemplos de mujeres que llevaron este eslogan al pie de la letra. ¿Os acordáis de Le Thi Rieng, la líder asesinada después del golpe que lideró con éxito la ofensiva Tet a la embajada estadounidense de Saigón? Pues después de su muerte, muchas mujeres del Norte trabajaron varias horas extras en distintas fábricas para vengar su muerte. Estas tenían sus propios eslóganes como «Cada metro de tela es una bala a nuestro enemigo«. Podrá costar entender estos eslóganes sin leerlos como la explotación laboral, la opresión de las asalariadas.
Habrá que intentar ponerlo en contexto y acordarse, por ejemplo, de las reflexiones de Alexandra Kollontai (que fue, junto a Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, una de las principales voces del feminismo socialista soviético) cuando decía «La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir las tres tareas que pesan al mismo tiempo sobre ella: disponer de las horas necesarias para el trabajo, lo mismo que hace su marido, en alguna industria o establecimiento comercial; consagrarse después, lo mejor posible, a los quehaceres domésticos; y, por último, cuidar de sus hijos»…
Habrá que preguntarse si es cierto que estas mujeres estaban trabajando por una convicción política, trabajando más horas por una causa mayor, sudando más para que sus hermanas sangraran menos, consagrándose en la lucha. Muchas de ellas caminaban varios km hasta las fábricas, dejando a sus hijos en el campo, lejos del bombardeo, a cuidado de familiares.
Fue esta convicción política llevada a cabo por luchadoras del Norte y del Sur, parte fundamental de la estrategia exitosa que combinaba las políticas revolucionarias con [the_ad id=»5141″]las acciones militares que os comenté al principio del artículo, y que les condujo a la victoria. Y aquí cabe destacar el papel primordial de las guerrilleras del Sur en la lucha política, del protagonismo de este «Ejército del Pelo Largo«. Fue crucial para aumentar las inquietudes políticas de la población porque con su ejemplo, convencieron a la población para tomar un papel activo en la guerra. Y con sus protestas y manifestaciones lideraron movimientos sociales que condujeron a que los soldados de Saigón desertasen finalmente.
Fueron las fotografías antiguas y polvorientas de estas guerreras de pelo largo descubiertas esa tarde de Diciembre en Bến Tre que me empujaron a indagar más y hoy contaros la historia de estas mujeres, arrojando luz sobre una Historia que insiste en mantener a las protagonistas como personajes de reparto, a la sombra de las trincheras de una guerra que acabó gracias a su fuerza, determinación y voluntad.
Fue la sociedad vietnamita fuertemente unida y cohesionada quien consiguió la independencia. Y esa unidad no se puede separar en partes. Hombres, mujeres y niños actuaron en colaboración estrecha, aunando todas sus fuerzas para conseguir una meta en común, de tal manera que incluso a las mujeres vietnamitas les resultaría raro que se hablara de ellas por separado. Nosotros los inventores de la guerra de s e x o s, de la individualización y de la convivencia de millones de soledades con los lazos rotos nos queda demasiado lejos y olvidado qué era aquello de ser todos uno y de luchar todos juntos por el bien común.
Ya no podemos entender que las mujeres en Vietnam luchaban junto a los hombres y los hombres junto a las mujeres y el dolor de uno era el dolor de todos, y la muerte de una era reemplazada con la vida de otro y viceversa. No lo podemos entender porque ya hemos olvidado como éramos antes de que nos rompieran los lazos.
¡Gracias por tu comentario! Totalmente de acuerdo en que sin la fuerza de una sociedad unida ante un objetivo común, Vietnam no hubiera logrado la independencia. Pero el articulo no dice lo contrario, lo que pretendo en el artículo es arrojar luz sobre esa parte de la sociedad unida de la que la mayoría de las narrativas sobre la guerra de Vietnam no habla: de ellas, las mujeres vietnamitas. No creo que les resulte raro que se hable de ellas para sacarlas de la sombra, de la invisibilidad de una historia contada mayoritariamente por ellos, más bien lo contrario, lo verán como necesario. Y por eso mismo en la capital del país, Hanoi, se hizo un museo muy interesante dedicado exclusivamente a ellas: el Museo de las Mujeres Vietnamitas, http://www.baotangphunu.org.vn/. Un saludo,