Un sueño hecho realidad. Y no es una vulgar frase hecha de un publicista sin ideas. Lo de este pueblo del occidente de La Palma, a unos minutos de Tijarafe, es una fantasía esculpida en la roca del acantilado, una obra maestra de la tenacidad constructiva, tal vez el pueblo pesquero más fascinante de España. Y porque Hollywood todavía no lo ha descubierto, sino el próximo escondite de Jack Sparrow sería aquí, en Porís de Candelaria.
Porís de Candelaria, la cueva bonita de la isla bonita
Seguro que conocéis esos poblados de los nativos americanos, esculpidos en la roca de las montañas, que se han convertido en monumentos nacionales de Estados Unidos. Pues Porís de Candelaria nos recuerda a esos enclaves ancestrales del otro lado del Atlántico, aunque en este caso se construyó al borde del océano… y muchos años más tarde.
Pero la construcción de este poblado no tiene nada de sueño azaroso, sino que es consecuencia natural de un proceso habitual en la configuración de muchos pequeños pueblos pesqueros de nuestro litoral.
Primero los pescadores localizan un puerto natural que parece apto y seguro para atracar las embarcaciones. Después construyen almacenes temporales para guardar los aparejos y las capturas. Y, por fin, esos almacenes se convierten en viviendas cuando los pescadores y sus familias deciden convertir el asentamiento temporal en indefinido.
De hecho, “proís”, del que derivaría “porís”, es un término marítimo que hace referencia a la piedra u otro elemento al que se amarra en tierra una embarcación. ¿Y “Candelaria”? La virgen que llegó hace siglos a este puerto natural… y no quiso irse. Es un clásico entre las historias milagrosas: la de una imagen sagrada que, de alguna forma, indica a sus adoradores que ese es su lugar.
En este caso, la tormenta que se desataba cada vez que los marineros trataban de mover a la imagen de la virgen obligó a aceptar que aquella figura había encontrado su destino definitivo. Esta leyenda entronca con la adoración ancestral de La Candelaria en Tijarafe, ya constatada desde el siglo XVI, cuando se empezó a construir la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria.
La habitación (secreta) del Atlántico
Cuentan otras leyendas que esta cueva no solo sirvió como puerto natural para pescadores sino como refugio de los oriundos frente a los piratas. Y es que la cueva tiene dos grandes bocas por donde entra y sale constantemente agua de mar, como describe Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, cronista de La Palma, en su obra Noticias para la Historia de La Palma.
Lorenzo Rodríguez señalaba que tanto en una como otra boca podían guardarse los candray (embarcación pequeña con dos proas) que hacían la travesía entre Tazacorte, al sur de Porís, y la vecina isla de La Gomera. Pero también sirvió como escondite durante las peores décadas de azote de los piratas berberiscos, especialmente en el XVII.
Adorada posteriormente por muchos visitantes, como el propio César Manrique que la denominó “la habitación del Atlántico”, el propio Lorenzo Rodríguez dejó para el recuerdo su descripción más poética:
Después de estar dentro de esta cueva no sabe el viajero qué admirar más, si la bóveda que la cubre, jaspeada de azul, blanco y verde como si fuese de mármol exquisito y pulimentada por la mano de un hábil, o si el fondo claro de la misma, en donde se ven correr de un lado para otro una multitud de pececillos que recrean el ánimo y la vista.
Y es que la combinación de la roca del acantilado que es el extremo del Monumento Natural Barranco del Jurado con el azul del mar genera un espectáculo visual que ninguna cámara puede lograr captar… aunque lo intentan.
Y, claro, la puesta de sol desde una de las terrazas del puñado de casas que forman este poblado es un recuerdo difícil de olvidar para los afortunados que lo han vivido. Por cierto, unas escaleras también permiten darse un baño y disfrutar de uno de los spots de snorkel más venerados de la isla. Pero cuidado con las corrientes que esto no es el Mediterráneo…
¿Cómo llegar a Porís de Candelaria?
Tras leer esta descripción y, sobre todo, echar un ojo a las imágenes del pueblo a buen seguro que te han entrado ganas de escaparte hasta La Palma para conocer este escondite al borde del mar.
Para llegar en coche debes tomar el Camino de La Molina desde Tijarafe y en poco menos de 20 minutos llegarás a un pequeño parking en el que podrás dejar el coche. En temporada alta se puede llenar.
Y atención porque se trata de una carretera estrecha con mucha pendiente y numerosas curvas. No olvidemos que este camino salva el mencionado Barranco del Jurado. Tras aparcar el coche, te restan unos pocos minutos andando por un sendero que baja hasta el pueblo.
Así que si no quieres riesgos y/o te dan miedo las alturas, existe una forma mucha más agradable (aunque también más lenta) de llegar a Porís de Candelaria: el sendero PR LP 12.2. Se trata de una ruta circular que parte de la iglesia de Candelaria y desciende casi 700 metros de altura hasta la cueva bonita.
Después puedes volver por el mismo camino o completar la ruta hacia el sur pasando por la playa del Jurado para después subir hacia El Jesús hasta regresar finalmente al punto de partida en la iglesia de Candelaria. En total, un sendero de algo más de 10 kilómetros con más de 800 metros de desnivel acumulado. No está mal…
Bueno, y también puedes llegar por mar, apuntándote a algunas de las excursiones que se organizan desde los puertos vecinos. Así sentirás lo que vivieron los primeros marineros que se asomaron a uno de los emblemas naturales de la isla de La Palma… ¡que hasta aparece reflejado en el escudo de Tijarafe!
