¿Por qué escapar del postureo en verano?
En verano se comparte el doble de fotografías en redes sociales que en invierno. Las vacaciones nos regalan tiempo libre para invertirlo en planes que merecen ser inmortalizados, pero no todo lo que vemos en redes sociales es de verdad. La próxima vez que mueras de envidia porque tu compañero de trabajo ha colgado unas stories en Instagram desde la playa más bonita que hayas visto nunca, piensa que, igual está lleno de filtros y los mismo aquello está hasta la bandera, aunque no se vea en cámara.
Helena Ortega
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Lo que no se cuenta, no existe. O al menos eso nos hacen creer las redes sociales. Durante los meses de verano, es habitual que nuestra presencia en redes aumente. Mostrar que estamos en el sofá enredados en una manta viendo la última temporada de Mujeres ricas de Beverly Hills quizá no es tan glamuroso como un paseo en barco al atardecer, por lo que los planes de verano se prestan mucho más al temido postureo, haciendo que Instagram, Facebook o TikTok se inunden de imágenes idílicas con un objetivo en mente: dar envidia a nuestros 'mutuals'.
En los meses de verano, los posts y stories en redes sociales se duplican si hacemos una comparativa con el contenido publicado en invierno, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que la vida social estival es mucho más ajetreada que la del resto del año. Entre festivales, conciertos, viajes en furgonetas o barbacoas, es difícil encontrar una semana de verano en la que chillear, y este ritmo de vida nos anima a ser partícipes del postureo en redes.
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No importa que se coja un vuelo a las Islas Canarias, que se visite la piscina municipal del pueblo, o que se disfrute de un arroz en un chiringuito, el teléfono móvil estará presente para inmortalizar cada momento, colgarlo en redes y recibir una ansiada lluvia de likes que nos transmita cierta aprobación.
Asimismo, tendemos a pasar el filtro a cada experiencia vivida: si es un plan cool y alternativo, llegará a ver la luz en nuestro perfil, mientras que si no cumple con nuestras expectativas, haremos como que nunca ha sucedido, haciendo que el Instagram de cualquier mortal en verano parezca el de una Kardashian, algo más perjudicial de lo que parece.
Los peligros del postureo
El afán de mostrar continuamente nuestra mejor versión puede llegar a ser detrimental, generando un sentimiento de ansiedad y depresión. Ya lo mencionaba María Salmerón, doctora de la Unidad de Medicina de Adolescencia del Hospital de La Paz, a este medio hace unos años: "Hay factores predisponentes y otros perpetuantes, y la depresión y la ansiedad con las nuevas tecnologías se pueden convertir en refugio y en desencadenante", aseguró en el año 2018. Y la cosa no parece haber ido a mejor. En la actualidad, esa presión por tener unas vacaciones increíbles hace que no disfrutemos del momento, ya que la foto que hemos subido no es suficientemente guay, o el outfit que llevamos es demasiado simple.
Cuando eso te suceda, piensa que un estudio de la Universidad de Columbia y la de Northwestern elaborado con datos de las redes sociales de 10.560 personas ha concluido que los usuarios auténticos, aquellos que suben imágenes sin editar, no solo suelen tener una mayor autoestima, sino que también combaten mejor la ansiedad y el estrés.
Lo 'instagrameable' no siempre es mejor
Que levante la mano quien haya visitado alguna vez un restaurante porque alguna influencer enseñó lo aesthetic que era, para acabar encontrándose con un servicio pésimo y precios desorbitados; o el que haya gastado tres horas en desplazarse a una cala alejada de la mano de Dios porque a las ocho de la tarde de la primera luna llena del mes se forma una sombra que parece una flor, solo para terminar llegando sudado a una playa corriente cuya sombra es más bien deforme.
Estas situaciones, que en palabras de la generación Z, “nos mantienen humildes”, son lecciones de vida que conviene aprender cuanto antes. Por más florituras que tenga un sitio, nada nos asegura que merezca verdaderamente la pena. Es mucho más genuino ver la puesta de sol con tus amigos de toda la vida con una cerveza de un euro, a estar en una terraza con bailarines haciendo claqué al son de un remix speed-up de Calvin Harris mientras luchas por conseguir algo de oxígeno.
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Ojo con compartir más de la cuenta
Otro elemento a tener en cuenta al sobreexponerse en redes es la privacidad, ya que mostrar lo que hacemos en tiempo real puede ser utilizado con fines delictivos. Con la publicación de nuestras vacaciones podemos estar poniendo en peligro nuestra vivienda, por lo que siempre se recomienda configurar la cuenta para que sea privada y no publicar cada paso que demos.
La Policía lanza unos tips para librarnos de dramas, como desactivar la función GPS de la cámara de tu smartphone, denegar permiso a ciertas apps que utilicen tus datos de ubicación, o aceptar en redes exclusivamente a personas conocidas. Tener miles de seguidores random no es la opción más segura.
Nada es lo que parece
Aunque en Instagram parezca que hasta nuestro vecino vive la vida de Carmen Lomana, lo cierto es que muchas de las fotografías compartidas en redes no son verdad. Según un estudio llevado a cabo por We Are Testers, uno de cada diez españoles miente al publicar fotografías de verano en Internet. Del 10% de usuarios que reconoce haber mentido, un 37% admite haber colgado fotografías de destinos que no ha visitado, y un 34% afirma haber colgado algún que otro post en restaurantes en los que no ha comido. Shocking.
Por lo tanto, debemos intentar discernir entre la realidad y la ficción, y no romantizar todo lo que vemos, ya que existe la posibilidad de que el colega que muestra un paseo en barco por el mediterráneo igual esté con una fatiga de mil demonios deseando pisar tierra.