Este artículo se publicó hace 2 años.
Blues navideño: ¿Vas a pasar las fiestas solo? No te montes el drama
Son muchas las personas que experimentan desánimo y malestar cuando llega la Navidad. La conocida como depresión blanca o blues navideño puede estar causada por diferentes situaciones, como la añoranza por personas que ya no están o el malestar por la obligación social de ser felices durante esta época del año.
Una cena navideña con los compañeros de trabajo, un amigo invisible con los amigos del colegio o un reencuentro familiar por Nochevieja. Para muchos la Navidad es el mejor momento del año, una época de felicidad y bienestar marcada, entre dulces y decoración, por los reencuentros con amigos y familiares. Pero para otros la Navidad no siempre es motivo de ilusión o alegría y el espíritu navideño no es precisamente el gran protagonista durante estas semanas. Para estas personas las fiestas se caracterizan por un malestar constante y una melancolía sombría al tener que disfrutarlas en soledad o haciendo cosas que no apetecen.
Si alguna vez has experimentado ese desánimo durante las fiestas navideñas, no te preocupes, lo que te pasa tiene hasta nombre. Hablamos del blues de Navidad o depresión blanca. Este no se considera un trastorno psicológico como tal, sino un estado de ánimo temporal marcado por el contexto navideño. Ánimo bajo, falta de energía, desinterés por hacer cosas, irritación, malestar y negatividad son algunos de los síntomas de este blues navideño.
Soledad y ausencia de seres queridos
Según un estudio de la revista académica Social Behavior and Personality, los sentimientos negativos más comunes en época navideña están asociados a la soledad (40%) y la ausencia de la familia (38%). De hecho, una de las causas más frecuentes de este malestar navideño es el duelo por haber perdido a un ser querido, ya sea porque este haya fallecido o porque haya habido discusiones que nos hayan distanciado. Estas fiestas suelen ser la ocasión en la que más se notan las ausencias de las personas que ya no están.
La añoranza y la melancolía por tiempos pasados también pueden ser una de las causantes del blues navideño. Esta idea de “tiempos pasados fueron mejores” puede hacernos creer que las Navidades de ahora no merecen la pena, provocándonos un sentimiento de tristeza y frustración. Otros muchos sienten malestar por no haber podido cumplir sus propósitos de año nuevo o, influenciados por el consumismo exacerbado de estas fechas, se sienten mal por no poder comprar cosas al tener una situación económica difícil.
La obligación de ser felices en comunidad
A esto todo se suele sumar la tradición social que nos “obliga” a ser felices durante la Navidad. Los medios de comunicación, las redes sociales y la publicidad reproducen continuamente esa imagen de que “todo el mundo es feliz en Navidad”. Especialmente se hace hincapié en cómo las fiestas son un momento para reunirse en familia y pasarlo bien en comunidad. En caso de no encajar dentro de ese prisma, puedes quedar como un absoluto Grinch navideño. Esto puede provocar un sentimiento de angustia importante: “Todos son felices, menos yo” o “todos tienen una familia con la que pasarlo bien, menos yo”.
Quizás para ti la Navidad es un momento donde te reencuentras con personas que no te tratan bien o con los que estás incómoda/a, por lo que es normal que aparezcan sentimientos de malestar o desánimo. Otras personas ni siquiera tienen a familiares o amigos de confianza con los que poder celebrar estas fiestas y tienen que pasar las fechas importantes en soledad. Como diría Inés Hernand, los que tienen familias alternativas o disidentes también se enfrentan cada año a la Navidad. Esa imagen estereotipada de felicidad y alegría durante esta época no está presente en todos los hogares.
Aceptarlo y poner límites
Si lo tuyo es el verano y la Navidad, las luces, Papá Noel y el turrón no te gustan, tranquilo/a, acéptalo. Tenemos que tener claro que no podemos elegir o programar nuestros sentimientos. Si la Navidad es una época que te hace estar especialmente susceptible, el primer paso es aceptarlo. También es importante no compararse, especialmente a través de redes sociales. Las fotos de reuniones multitudinarias de gente sonriendo, casas deliciosamente decoradas y multitud de regalos bajo el árbol no son más que una parte de la realidad que viven la mayoría de personas en la época navideña.
Pero además, es necesario dejar clara una cosa: cada persona debe decidir cómo quiere pasar la Navidad. Esto consiste en evitar aquellas obligaciones que no nos hacen sentir bien. ¿Tiene sentido seguir aguantando los comentarios de tu tío el machirulo cada Nochebuena? ¿Por qué ir a aquella cena de antiguos alumnos si pasaste una mala época en el instituto? ¿Vale la pena salir de fiesta en fin de año con aquel grupo con el que realmente no lo pasas tan bien?
El malestar que nos provocan los compromisos familiares y sociales se puede paliar tratando de poner límites. Por ejemplo, explicando de manera razonada qué nos hace sentir mal o proponiendo alternativas a las celebraciones típicas que se repiten cada año. ¿Y si un año te apetece quedarte en casa? Pues tampoco pasa nada. Navidades hay de todo tipo y al final estas fiestas no son más que una fecha en el calendario. Por eso lo importante es disfrutar, ya sea en soledad o acompañados.