La participación de la nadadora trans, Lia Thomas, en los campeonatos de la NCAA en Estados Unidos, donde ganó el oro en las 500 yardas y llegó a las finales de 100 y 200 el pasado viernes, ha generado una gran polémica que se ha extendido a todo el mundo del deporte.

Muchas son las voces que no han dudado en pronunciarse afirmando que se sienten indignados por su presencia debido a la "superioridad natural del sexo masculino". Otras, en cambio, sostienen que, en el caso de que se vete su participación, se corre el peligro de segregar a las personas trans como en su día se hizo con las negras.

La nadadora de la Universidad de Pensilvania inició en 2020 su transición hormonal para reducir su testosterona; no obstante, su notable ventaja sobre las demás competidoras durante las carreras ha generado suspicacias en el mundo del deporte de EEUU. 

Sus rivales han declarado públicamente su rechazo a la participación de Thomas en las competiciones e incluso han calificado su victoria de ilícita. El público, por su parte, cuando finalizó la carrera no arrancó a aplaudir hasta que la segunda competidora llegó a meta. Así pues, el desprecio a su presencia fue prácticamente generalizado.

La polémica no se ha quedado ahí. A raíz de lo ocurrido, profesionales de todos los deportes se han hecho eco de la disyuntiva y se ha reabierto el debate sobre si debe existir o no un tipo de regulación específica para este tipo de casos.

En esta línea, muchos han mostrado su preocupación por la "amenaza" que supone la inclusión de personas que nacieron con sexo masculino y participan en competiciones de mujeres. La protesta ha llegado a las redes bajo el hashtag #SaveWomenSports (en español, #SalvemosElDeporteFemenino). "Se podría correr el riesgo de volver a relegarlas a una posición discriminatoria", declaraba Sebastian Coe, presidente de World Athletics.