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Turismo coronavirus ERTE y turismo nacional: así ha sido el primer verano de la covid en Baleares

En destinos donde el turismo lo es todo, el desastre (o la transformación) se siente todavía más.

Un camarero desinfecta una mesa de una terraza / EFE
Un camarero desinfecta una mesa de una terraza / EFE

Para hablar de una crisis con empatía, primero hay que entender a las personas que la sufren. El primer verano del coronavirus ha dejado tras de sí tantos problemas económicos como existencias trastocadas. Y recurrir a las cifras para combatir la incertidumbre (porque necesitamos saber, porque no queda otra) puede conducirnos a una peligrosa pérdida de realidad; a una falsa sensación de pies-en-la-tierra que nos haga olvidar, como beber, lo que de verdad importa. Tal vez, la única manera de revertir la situación sea cambiar números por historias y centrarnos en contar las segundas.

A.N. trabaja en una gran cadena hotelera con sede en Mallorca y lleva en ERTE desde marzo. En su caso, la regulación temporal de empleo ha sido aplicada al cien por cien: "Como muchas personas del sector turístico, mi vida laboral quedó en stand by a mitades de marzo de este año. Algo inédito que ni yo ni nadie se hubiera imaginado. A día de hoy, seis meses después, sigo sin perspectiva de reincorporarme a corto plazo y, lo que es peor, hasta me pregunto si se considerará necesario mantener mi puesto de trabajo. En todo caso, la palabra representativa de este año a nivel laboral para el turismo es incertidumbre, a la cual todos nos tenemos que adaptar, sea cual sea nuestra situación. "Frente a esta falta de seguridad, ¿dónde acudir en busca de certezas? ¿Cómo recuperar la confianza?

"Ya nadie está seguro de nada", añade A.M. "Personalmente, a mí este tiempo me ha dado para pensar mucho, sobre todo a un nivel más profundo, yo diría que incluso existencial. Volver al sector turístico sería para mí volver a algo que resultó ser la última de las preocupaciones en tiempos de crisis. Me doy cuenta de que estaba en una zona de confort que en verdad no lo era, pues resultó ser tan frágil como una pompa de jabón. Ahora mismo me gustaría dedicarme a algo más útil para la sociedad y sigo dándole vueltas a qué podría hacer. Por suerte, esta cantidad de días, semanas y meses me ha permitido explotar pasiones que siempre se habían quedado en segundo plano en mi vida y, a día de hoy, seis meses después y ante la ausencia de perspectiva en el sector turístico, estoy desarrollando un proyecto de e-commerce enfocado a la cosmética natural que, por poco que me aporte a nivel económico por el momento, es lo único que me mantiene activa e ilusionada."

G.S. es responsable de equipo en otro gran conglomerado hotelero, con algunos de sus alojamientos insignia ubicados en las islas. A la mayoría de su departamento se le ha aplicado un ERTE total. Él ha pasado del cincuenta al setenta por ciento aunque, a día de hoy, su futuro sigue tan difuso como en el momento en que le comunicaron la noticia: "Supongo que a todos nos pilló desprevenidos. Cuando en marzo nos vimos llevándonos los ordenadores a nuestras casas para empezar a trabajar en remoto, ninguno supimos ver la magnitud de la tragedia. El equipo del que soy responsable ha quedado muy reducido a consecuencia de los ERTE. Además, el sector hotelero todavía se estaba recomponiendo del varapalo de la caída del touroperador Thomas Cook en el último trimestre de 2019, por lo que los últimos 12 meses han sido bastante duros."

A pesar de las dificultades, como profesional se muestra optimista: "Nuestra responsabilidad es seguir haciendo soñar a la gente con unas vacaciones seguras. Saldremos de esta. Es cuestión de paciencia, de cuidar al cliente, de pensar en él y en su seguridad y de ponerle siempre en el centro. Esta y la vacuna para el virus son las únicas herramientas para que recuperemos la confianza y volvamos a viajar."

De las cadenas hoteleras, a la gestión familiar

Chiara López Gabarda, que gestiona junto a su familia un hotel propio en la zona de Palmanova, el Hotel Gabarda & Gil, alude a los gobiernos de los países de origen, quienes en su opinión utilizan la crisis para beneficio propio: "Este año hemos tenido más turismo nacional porque los países de origen de la mayoría de turistas que vienen a Baleares, como Reino Unido, Alemania o Francia, han puesto impedimentos. Sin embargo, nosotros no hemos decretado ningún tipo de restricción a otros países. En el caso concreto de Reino Unido, creo que se han querido aprovechar de la situación, usando todo esto de una forma muy fea y como una oportunidad para potenciar su turismo nacional. Pero no se dan cuenta de que el virus está por todas partes, de que no entiende de naciones. También tengo que decir que, en nuestro caso, el turismo nacional se ha portado muy bien. Dentro de España nos hemos movido: en el hotel hemos tenido muchos españoles que nunca se habrían planteado venir a Palmanova y les ha gustado."

Según datos oficiales de Turespaña, dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Cultura, más de dos millones de personas llegaron a España en julio procedentes de aeropuertos internacionales, lo que supuso un descenso del 80% con respecto al mismo mes del año anterior. Casi la mitad (923.593) procedían de Alemania (23,6%) y de Reino Unido (20,3%).

Parte de su plantilla ha sido enviada al ERTE, algo que también ha cambiado el día a día de Chiara: "Cuando no eres un megaempresario, sino que tienes una empresa familiar, ahí es cuando la clase media se ve más afectada. Sobre todo porque esta ha sido la mayor crisis a nivel de incertidumbre. Tanto que todavía no la entendemos. Al ser tan pequeños, yo como propietaria me he puesto a servir cañas, a hacer turnos de 12 horas en recepción con mi hermana, a recoger mesas…".

Las restricciones a los viajes, sumadas a las medidas anticovid implementadas en los establecimientos hosteleros, están cambiado por completo el concepto de vacaciones. Y, con él, también la vida de las trabajadoras y trabajadores cuyo empleo depende de la capacidad de viajar de un mundo en caos. En destinos como Baleares, donde el turismo lo es todo, el desastre (o la transformación) se siente todavía más. Las mediciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo sitúan a Baleares como la Comunidad Autónoma con más llegadas a principios de verano (29,6% del total), seguida de Andalucía (15,5%), Comunidad Valenciana (14,5%) y Cataluña (13,5%); siendo el aeropuerto de Palma de Mallorca el que más pasajeros internacionales recibió (21,6% del total), por delante del Adolfo Suárez-Madrid Barajas (13%). Lo que también podría interpretarse como que las islas tenían más que perder, pues estos últimos datos no anulan ese 80% negativo que afecta a todos los territorios: cuantos más viajes ganados, más viajes perdidos.

Bares y restaurantes que viven del turismo

La vermutería El Barco, situada en el paseo marítimo de Palma, junto al puerto de la ciudad, es uno de esos bares y restaurantes cuya supervivencia peligra debido a la bajada de la afluencia de turistas en la zona, punto clave tanto para el paso de cruceros como para los yates de lujo. Paco, el dueño, habla de una reducción de sus ingresos de hasta un 70 %. Y de un verano inexistente: "Este año tenemos seis inviernos. Hemos pasado el invierno de 2020, una primavera que ha sido un invierno negro porque hemos estado cerrados, después un verano que ha sido como un invierno medio bueno, ahora mismo estamos en invierno en otoño y luego vendrá el invierno que nos espera desde enero hasta abril del año que viene."

En este contexto, el hostelero afirma no confiar en las instituciones: "Yo soy una persona optimista, pero aquí está ya todo inventado… y cada medida que han aplicado hasta ahora ha sido perjudicial para la hostelería. No nos han ayudado en nada. Porque no hay nadie preparado en el Gobierno para gestionar esta crisis como se debería, no hay nadie que sepa cómo funciona la profesión ni el trabajo en el mundo real." Tampoco considera que los clientes faciliten las cosas: "La gente debería colaborar un poco más. Es muy fácil: si está la mesa sucia, no te sientes. Si sabes que ahora estamos todos bajo mínimos, no metas presión donde no se pude hacer más. Si sabes que tienes que esperar a que se desinfecte la mesa, ten paciencia. Si sabes que no puedes fumar, no fumes.

Entre los hosteleros está habiendo ataques de ansiedad y problemas de salud de todo tipo. Sin ir más lejos, yo mismo desde que empezó el confinamiento, soy diabético, me ha dado una infección de orina y he pasado por una prostatitis. Algunos clientes no son conscientes de que los negocios queremos vender, que si no vendemos más no es porque no queramos sino porque hay que respetar unas normas. Porque queremos vender pero queremos vender bien."

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