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Salir del armario en el trabajo: una asignatura pendiente para siete de cada diez personas LGTBI

Ni un sólo futbolista de la liga profesional se ha declarado LGTBI. Cuanto más masculinizada está una profesión, menor es la capacidad de sus miembros de mostrar su orientación sexual.

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El beso entre Harder y Eriksson para festejar el pase a cuartos de Suecia en el Mundial (archivo). — Fifa

madrid, Actualizado:

Desde hace ya 17 años que España tiene una de las leyes más progresistas del mundo sobre matrimonio igualitario. Los avances en derechos para el colectivo LGTBI han sido importantes en las últimas dos décadas, y en los próximos meses se debatirá en el Parlamento la aprobación de una ley que garantiza y amplía estos derechos a nivel nacional. Sin embargo, hay un ámbito en el que el colectivo sigue viviendo mayoritariamente en el armario: el laboral.

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Según algunos informes, siete de cada diez personas que pertenecen a este colectivo no hacen pública su orientación sexual en el trabajo, viviendo una realidad en el mundo laboral muy diferente a la que disfrutan en su vida social. Los motivos por los que cada día millones de personas se vuelven a meter en el armario en el trabajo están muy relacionados con el miedo a ser objeto de insultos, burlas o comentarios negativos.

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Pero no solo. También está el miedo a que su orientación sexual o su identidad de género suponga un freno en su carrera, pueda ser motivo de no alcanzar puestos de mayor responsabilidad o simplemente pueda ser considerado una causa de despido

Pero hay profesiones y profesiones. Hace dos décadas prácticamente ningún político reconocía su orientación sexual. En el inicio del año 2000, cinco años antes de que el Gobierno de Rodríguez Zapatero abriera la puerta al matrimonio entre personas del mismo sexo, solo un pequeño grupo de políticos, que se alcanzaban a contar con los dedos de una mano, habían dado el paso de reconocer su homosexualidad. Y todos eran hombres. Figuras como Jerónimo Saavedra, diputado del PSOE en las primeras cortes y que se convertiría en presidente canario; Pedro Zerolo (activista y socialista que fue el impulsor de la ley de matrimonio igualitario); el también Socialista Miquel Izeta; el político catalán de Convergencia y Unió Santi Villa o José María Mendiluce. Poco más. 

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Hasta tal punto estaba desierto de referentes políticos el panorama LGTBI, que diversas organizaciones del colectivo habían planteado, incluso, hacer un 'outing' (es decir, sacar a la luz pública) a los representantes políticos que tenían una orientación distinta a la heterosexual. Hacia finales de los años 90 del siglo pasado y principios de los 2000, ya había en España un movimiento creciente que empujaba por el reconocimiento de los derechos de las personas LGTB, pero la política no acompañaba y la mayoría del legislativo (Congreso y Senado) permanecían dentro del armario. 

Hoy la realidad es bastante distinta. Aunque no están todos los que son, un gran número de representantes políticos de diversas tendencias ideológicas han hecho pública su homosexualidad o su identidad de género, abarcando todo el arcoiris de las siglas LGTBI. 

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"En la política ahora hay bastante visibilidad. Tenemos referentes que han estado durante muchos años en el activismo y que ahora han pasado a la política y están ocupando puestos de responsabilidad para cambiar las cosas. Y estos es importante. Pero aún se puede ir más allá porque aún hay muchas personas que viven con miedo su orientación sexual y ven un problema salir del armario por la violencia, el odio o los ataques que puedan recibir. Hay que cambiar esta situación de discriminación estructural, porque si no no avanzamos", advierte Toño Abad, director del Observatorio valenciano contar la LGTBfobia y miembro del Consejo económico y social del sindicato UGT.

Pero no sólo históricos miembros de los colectivos de la lucha por los derechos LGTBI han empujado la agenda política en materia de visibilidad. Una nueva horneada de representantes populares elegidos en distintas regiones de España y ligados a los movimientos de base y de partidos de nuevo cuño de izquierda en los últimos años, han sido claves para impulsar y normalizar el abanico de orientaciones sexuales en las Cortes, los ayuntamientos o los gobiernos autonómicos. Sin embargo, esta tendencia aperturista y a dejar atrás los prejuicios y estigmatizaciones que puede suponer la salida del armario, no ha llegado a todas las profesiones

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Un 72% de personas LGTBI reconoce no sentirse cómodo haciendo pública su orientación sexual en el mundo del trabajo y un 90% consideran contraproducente manifestar su condición sexual en las entrevistas de trabajo. Esta realidad supone una exclusión de las personas LGTBI, que habitualmente no pueden hablar en público de su familia, de sus aficiones o incluso de sus hijos, si los tienen, por miedo a la discriminación. 

El deporte profesional, la otra cara de la moneda

Si en el mundo de la política se han producido avances, el reversos de la moneda lo constituye el deporte profesional, donde la salida del armario sigue siendo escasa. En la Liga de Fútbol masculina profesional, por ejemplo, de 520 jugadores que la forman repartidos en 20 equipos, no existe ni uno sólo que haya reconocido ser homosexual

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A nivel internacional se reconoce que una de cada diez personas en el mundo son LGTBI. Si tenemos en cuenta el número de jugadores de la liga en España, cabría afirmar que 52 de futbolistas profesionales podrían ser gais. Sin embargo ninguno se ha atrevido a alzar la voz en España y a nivel internacional son casos aislados. El problema, explican desde las organizaciones, es que cuanto más masculinizado se encuentre un sector, menor es la capacidad de sus miembros de reconocer su orientación sexual y más sufrimiento se causa a muchas personas. 

"El deporte profesional es un claro ejemplo. Y dentro del deporte, el fútbol es un ejemplo paradigmático, en donde no hay posibilidades de salir del armario y hablar de la orientación sexual. Hacer esto es mucho más difícil públicamente en empleos y sectores que son muy masculinizados. Según las estadísticas debería haber una representación importante de gais en la liga de Fútbol profesional, pero no se dan a conocer porque hacerlo tiene aún una penalización y en un sector como el fútbol masculino, más", resalta Abad.

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Que no existan referentes es un problema no sólo para los futbolistas, que no pueden vivir su vida de forma libre y abierta, lo que en muchas ocasiones puede influir en su rendimiento y salud mental, sino que también constituye un problema la falta de referentes para los hinchas más jóvenes, que entienden que no existen modelos masculinos alternativos en el deporte, ni referentes, cuando no es así. 

En el fútbol profesional femenino, sin embargo, algunas jugadoras han comenzado a declararse lesbianas sin mayor pudor y a no ocultar su orientación sexuual. "En el caso de las mujeres en el deporte y en el fútbol profesional es algo distinto. Las mujeres que trabajan o desempeñan su actividad en entornos donde hay mujeres que se dedican a actividades tradicionalmente asignadas a los hombres, son más sororas, más empáticas y más comprometidas con otras realidades y su defensa de los derechos. Son entornos más amables donde no se reproducen con tanta intensidad conductas de odio o de discriminación. Los sectores del cuidado, por ejemplo, son un refugio", añade Abad. Este activista advierte de que el 86% de las personas LGTBI han percibido violencia verbal y física en el ámbito laboral y un 20% de trans afirman haber sufrido agresiones sexuales en el trabajo, un 56% de estos más de dos veces.

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"Tenemos que seguir peleando por normalizar esta realidad y hacerlo en el empleo es importantísimo, porque es donde socializamos, donde pasamos gran parte de nuestra vida. Existe una excepcionalidad democrática en esta discriminación. Se han dado pasos adelante, pero no al ritmo necesario y el ámbito laboral no ha habido un cambio tan radical como en el resto de la sociedad. Ser LGTBI aún se penaliza", concluye Abad.

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