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Romeu, el humorista irreverente que se forjó en el franquismo y la transición
El fallecimiento de Carlos Romeu a los 73 años deja un gran vacío entre una generación de humoristas gráficos que creció con los últimos años del franquismo y explotó su creatividad en la transición española.
Barcelona-
El fallecimiento este sábado de Carlos Romeu a los 73 años deja un gran vacío entre una generación de humoristas gráficos que creció con los últimos años del franquismo y explotó su creatividad en la transición española. Miguelito, su personaje fetiche, llora ahora su muerte.
Hace poco menos de nueve años, Romeu ya dejó una suerte de testamento en vida, y tras estar durante 33 años publicando las viñetas de Miguelito en el diario El País, decidió publicar Ahora que aún me acuerdo de todo (o casi)..., una autobiografía en formato de novela gráfica en la que detallaba su vida de una manera irreverente y llena de humor.
"No es un libro de bonita ficción, es la realidad pura y dura. Ha habido momentos fantásticos y momentos de puro asco", señaló entonces Romeu en una entrevista con EFE con motivo de la publicación a cargo de la editorial Astiberri, en la que reconocía su "adicción al trabajo".
Si su Miguelito diario, que antes de aparecer en las páginas de El País fue rechazado por el Diario de Barcelona por considerarlo "nihilista", se había convertido en "una terapia fantástica", el libro biográfico completó la catarsis mental del autor.
Escribió ese libro simplemente porque tenía ganas de hacer algún cómic: "Tenía mono, toda la vida había trabajado como un enano. Entonces, la editorial me dijo que por qué no escribía mi vida".
En aquella autobiografía sólo quiso incluir "cosas importantes" y quizá por ello quedaron fuera anécdotas como cuando Manuel Fraga le amenazó con un combate de boxeo.
Romeu: "El humor no se debe dejar en manos de los graciosos, sino que lo tiene que hacer gente seria"
Con una visión algo premonitoria, Romeu hablaba entonces con desdén de la decisión de la prensa española de ir prescindiendo de los humoristas, aunque ya apuntaba que Internet se podría convertir en una plataforma que diera salida al humor gráfico.
Cuando hace diez años recibió el premio Gat Perich, confesó que "el humor no se debe dejar en manos de los graciosos, sino que lo tiene que hacer gente seria".
Estuvo en el inicio de muchas iniciativas pioneras, "mucho abrir caminos para que llegaran otros y se hicieran ricos".
Con Tom Roca fundó El Jueves, que pretendía ser un estadio intermedio entre la radicalidad política de El Papus y la línea más intelectual de Por Favor; y juntos —con Perich— firmaron seiscientos guiones de programas televisivos como Filiprim y Tres i l'astròleg para TV3 o Locos por la tele para TVE, además de haber producido un especial de La Trinca para TVE en el festival de Montreux.
En 2003 publicó el libro Desacostumari catalá, una versión humorística y satírica del Costumari de Joan Amades sobre tradiciones catalanas, con texto y dibujos del propio autor, surgido de su colaboración en el programa radiofónico El autobús, que conducía el periodista Jordi Estadella.
Era un libro que él mismo describió como "escatológico, irreverente y políticamente incorrecto" y que, reconocía, podía llegar a molestar a alguna persona, algo que no le preocupaba "en absoluto", pues estaba convencido de que tampoco se molestarían en comprarlo.
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