Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. La electrónica condiciona nuestros días y apenas somos conscientes de ello. Es lo que pretende explicar el Doctor en Física y Catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid Ignacio Mártil de la Plaza en su última publicación Microelectrónica, la historia de la mayor revolución silenciosa del siglo XX.

La idea del libro surge con la intención de darle una “unidad histórica al relato”, que inició tras publicar algunos textos en su blog Un poco de ciencia, por favor, cuenta el autor y colaborador de Público. "Decidí llamarlo revolución silenciosa porque los cambios que se han introducido son descomunales", explica. Mártil recuerda en sus páginas cómo la electrónica ha cambiado su rutina de trabajo desde los tiempos en los que  escribía su tesis doctoral a mano en el año 1982, a cómo ha elaborado su última obra.

Son tales los efectos que ha provocado el desarrollo de la tecnología que Mártil compara la aparición del transistor con la invención de la rueda o de la máquina de vapor. "Ambos han supuesto una modificación drástica del mundo, nadie era consciente en el momento de su invención de que iba a parecer un cambio de paradigma", argumenta.

La industria que se dedica a la fabricación de los equipos supone un 10% del PIB mundial

El libro hace un recorrido histórico con una intención didáctica y divulgativa. Retrocede hasta la invención del teléfono, que marcó un antes y un después: "Las noticias dejaron de viajar a caballo", comenta el autor. Luego llegó el transistor, que mejoró y rompió con los mecanismos de comunicación que habían existido hasta el momento. Y surgieron los circuitos integrales que gracias al silicio han permitido elevar las capacidades de los aparatos como los teléfonos móviles.

Para explicar todas estas cuestiones hace falta hacer hincapié primero en los materiales semiconductores, "los grandes desconocidos de esta historia", tal y como los describe Mártil. "Nadie los conoce pero sin ellos esto no podría funcionar", específica. "Son la base, los que permiten fabricar los dispositivos con los que nos manejamos a diario, a pesar de las dificultades existentes para dar a entender a la sociedad qué significa la presencia de estos componentes", añade el colaborador de Público.

Por último, el autor se centra en explicar el peso que tiene la microelectrónica en la economía mundial. Basta recoger algunos datos para asimilarlo: la industria que se dedica a la fabricación de los equipos supone un 10% del PIB mundial. El autor lo equipara con el sector del automóvil y con el de las farmacéuticas mientras se cuestiona cómo es posible que exista conciencia sobre la importancia de estas manufacturas y que pase inadvertido y la sociedad, simplemente, lo “dé por hecho”.