Catalunya ha vivido una Nochevieja tranquila, con celebraciones de pequeño formato en casa y calles vacías a partir de la 1 de la madrugada por el toque de queda nocturno, si bien en las playas de Barcelona se han concentrado algunos grupos, sin incidentes destacables.

Por segundo vez, Catalunya ha cambiado de año con restricciones por la covid, entre las que destaca el toque de queda de la una a las seis de la madrugada para la inmensa mayoría de la población, la limitación de reunión a 10 personas y el ocio nocturno cerrado.

Con estas limitaciones, los catalanes han optado por dar la bienvenida al 2022 con fiestas pequeñas en casa, o en menor medida en restaurantes, mientras que los que han salido por las calles a celebrar el nuevo año las han abandonado a la una de la madrugada.

Los Mossos d'Esquadra, en coordinación con las policías locales, han desplegado un amplio dispositivo para evitar aglomeraciones en los espacios públicos y vigilar los llamados "municipios isla" de la conurbación de Barcelona, doce localidades en los que no hay toque de queda.

Pero, con el ocio nocturno cerrado, en general las calles de las localidades catalanas han quedado vacías a partir de la una de la madrugada y no han habido incidentes de calado, según han informado los Mossos d'Esquadra.

En las playas de Barcelona, lugar frecuente de botellones cuando está cerrado el ocio nocturno, algunos grupos sí han alargado la fiesta, aunque sin altercados. 

La policía catalana impidió ayer por la tarde la celebración de una rave que se estaba organizando en el municipio tarraconense de Querol con la participación, entre otros, de ciudadanos venidos de Chequia.