"Pues ha sido tremendo. Todavía sacando barro de las casas. Tres días sin agua, sin luz y sin cobertura. Subió el agua un metro y medio, pero estábamos seguros en la planta se arriba. Salvo mi hermano, que estuvo en la carretera entre barrancos desbordados y justo nos llamó cuando el puente que tenía delante se estaba cayendo", escribe Ana Marí desde su pueblo valenciano, cuando en el grupo de WhatsApp que tiene con sus amigos madrileños le preguntan cómo está.

"Albal está devastado, las casas, el campo, pero la tragedia es en pueblos muy cercanos que están un poco más bajos. Hasta ayer no pude ver noticias y estoy impresionada", dice. "Voy a seguir sacando barro y enseres. Mi casa y mi armario se van a quedar por fin minimalistas", bromea al despedirse, intentando quitarle hierro.

Ana Marí es una de las muchas personas que, en un trauma colectivo como el que ha vivido España con la DANA, se aferra a una visión constructiva para salir adelante. "La gente es maravillosa", nos dice, hablando de los voluntarios que han acudido a ayudarles.

Resiliencia innata ante catástrofes

"Los humanos tenemos un nivel de resistencia mayor de lo que creemos", asegura a Público el doctor en Psicología y experto en emergencias Guillermo Fouce, presidente de la fundación Psicólogos sin Fronteras.

Incluso en los casos más graves, cuando las personas sufren pérdidas de seres queridos, siempre se encuentran razones para seguir adelante. "Nunca la pérdida es tan grande como para no poder reconstruir", afirma.

Son necesarios, eso sí, una serie de sostenes para superar la tragedia. El fundamental es estar acompañados. "La resiliencia está directamente relacionada con el número de relaciones de calidad con que cuenta la persona, así como con sentirse incluido en una comunidad de acogida y recibir apoyo material", observa.

Estrés y problemas de vida

En las situaciones en que la vida se pone en jaque, se dispara el estrés, entendido como "todo proceso que implica una exigencia sobre el organismo, y cuyo manejo requiere el esfuerzo de los mecanismos psicológicos de defensa, antes de que sea activado ningún otro sistema", dice a Público el psiquiatra Luis de Rivera, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática.

Tras haber vivido una experiencia en que el cuerpo se preparar para responder a una amenaza potencialmente letal, algunas personas desarrollan un trastorno conocido como síndrome de estrés postraumático, caracterizado por la "intrusión persistente y repetitiva de imágenes, recuerdos y estados somáticos" del trauma vivido, según De Rivera.

Pero no es lo más común. "Aun en las peores situaciones –que son las causadas por un ser humano identificado, como las violaciones de un familiar–, solo un 20% de las víctimas desarrollan este síndrome", aclara Fouce.

La mayoría de las personas, el 80%, lo que se enfrenta es a una crisis de vida: "Si te pasa algo así, como lo vivido en la DANA, se rompe tu idea de que el mundo es justo y las cosas pasan por algo. Es como si te cae una bomba y rompe todas las seguridades que tenías", indica.

Reconstrucción interior

"La persona necesita reconstruirse, encontrarle un sentido a seguir adelante", nos confía este experto en intervención en emergencias. Es aquí donde, en los casos más traumáticos, entra en juego el acompañamiento por psicólogos que, en primer lugar, trabajan porque las víctimas "coman, descansen, eviten situaciones de agotamiento que podrían sobrecargarlos en el tiempo".

Su equipo de Psicólogos sin Fronteras trabaja con las secuelas de la DANA, igual que hizo con las del atentado del 15M en Madrid o en el pabellón de IFEMA durante la pandemia. En todos los casos es importante "no acelerar los procesos ni tomar pastillas o alcohol que bloqueen las emociones, porque las emociones siempre vuelven, hay que enfrentarlas. No puedes meterlas debajo de la alfombra", aconseja.

"Los fármacos pueden ser necesarios unos días, pero no durante tiempo prolongado". Así, recuerda que, "cuando atendimos a supervivientes del 15M en Madrid, lo primero que tuvimos que tratar, antes de poder abordar el trauma, fue su dependencia de los ansiolíticos que llevaban meses tomando".

El valor de la solidaridad

En experiencia de Fouce, "la mayoría de la gente que pasa por algo así lo supera y no desarrolla trastornos".

Es más, asegura que son personas que crecen y salen fortalecidas. "Aprenden a dar valor a otras cosas, como la solidaridad, el apoyo, el disfrute de la vida y del presente, se enfadan menos...", nos dice.

Y es que echar una mano al prójimo adquiere un valor añadido en momentos como este, no solo para las víctimas directas, sino para todos los ciudadanos. Como apunta Fouce, "en un fenómeno colectivo como lo ocurrido con la DANA, toda la sociedad se ve afectada y por eso todo el mundo necesita sentirse útil, ayudar. Es natural sentir la necesidad de hacer algo para responder a la situación".

Estrategias de afrontamiento

Para llegar a un desenlace positivo, los afectados necesitan, además de acompañamiento, pasar por varias estrategias de afrontamiento, como la negación, que "consiste en pensar que lo que vives es una pesadilla de la que vas a despertar y es inevitable en casi todos los procesos", apunta Fouce.

Otras son atribuir responsabilidades –"hay que tener mucho cuidado de no autoculparnos", advierte–, el derecho de las víctimas a conocer la verdad de lo que ha pasado, compartir las emociones con personas cercanas y participar en la reconstrucción. "Es fundamental que se cuente con los afectados en la toma de decisiones posterior a la tragedia".