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Actualizado:Si paseas por el centro de Madrid fácilmente te puedes situar en la Plaza de la Provincia, junto a la Plaza Mayor. En ese lugar de paso de turistas, atestada de tiendas y bares, eran subastados los esclavos "incorregibles", procesados en el edificio que la preside, actual Ministerio de Asuntos Exteriores. El 3 de agosto de 1730, por ejemplo, está documentada la subasta de un ser humano allí mismo, en uno de los postes de la fachada principal, antiguamente sala de Alcaldes de Casa y Corte, tal y como cuenta el profesor José Miguel López García en el libro Del olvido a la memoria.
"Se trataba de Hallí, un esclavo rebelde del conde de Villafranca de Gaitán, a quien la Sala de Alcaldes ordenó "sacarle a pregón para venderle". En la fachada del edificio se colocó "una candela de zera" cuya extinción serviría para cerrar el plazo de admisión de las ofertas", afirma López. "A la puja acudieron seis compradores, el último de los cuales lo adquirió por 1.215 reales de vellón". Lo que pasó después con Hallí nunca más se supo.
España fue el penúltimo territorio del Mundo Atlántico en abandonar definitivamente la esclavización. El presidente del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica, Antumi Toasijé, indica que en lugar del término "esclavitud", sería más correcto hablar de "esclavización". Lo mismo ocurre con el término "persona esclavizada", es más acertado que el de "esclavo" para evitar la "deshumanización de la persona africana", afirma.
La esclavización se abolió en la península en 1837, pero siguió en Cuba y Puerto Rico de forma ilegal durante casi 50 años, hasta 1886, el mismo año que, por ejemplo, se inauguró la Estatua de la Libertad o se lanzó Coca–Cola. En otras ciudades del país, como Barcelona, sí se ha concienciado sobre este tema con la retirada de estatuas de esclavistas, sin embargo, no se conoce el pasado esclavista de Madrid.
El legado de todos estos hechos es casi desconocido. Actualmente no hay memoria pública sobre la importancia del papel de España en la trata de personas esclavizadas, ni en la educación, ni en leyes, ni en museos, sin embargo, aún podemos encontrar un rastro en las calles de la capital. Para el profesor de la Complutense Fernando Barbosa, no se han adoptado políticas de memoria debido a que las familias que se lucraron con ese negocio siguen en el poder.
Madrid se construyó con dinero de la esclavización
Hacia 1780, en la época de Carlos III, vivían en Madrid unas 150.000 personas. 6.000 de ellas eran personas esclavizadas, un 4% de la población. "Por las calles era evidente, formaban parte del servicio doméstico y de actividades cotidianas", afirma Miguel Ángel García, creador de la exposición El gran experimento. ¿El fin de la esclavitud?.
De nuevo en pleno corazón de la capital española encontramos el rastro de la esclavización que pervivió en el territorio durante más de 300 años. Junto a la Puerta del Sol se encuentra la Iglesia de San Ginés, que data del siglo XVII, en el número 19 de la Plazuela de San Ginés. En una parte de su muro de piedra, el que da a la Calle de Bordadores, abarrotada por el clásico trajín de bolsas del centro, está picado el símbolo Sine Iure, marca de la esclavización, que en latín significa: el que no tiene ningún derecho sobre sí mismo.
Las personas esclavizadas sufrían mutilaciones y marcas corporales, entre las que se encontraba este símbolo (SI), grabado a fuego, especialmente en la cara. Los esclavistas también "escribían" con hierro caliente "soy esclavo de (nombre del "dueño")" en la frente de estos, o sus iniciales.
Al comprar a estas personas, los esclavistas les hacían tres o cuatro marcas en la espalda como forma de verificar el pago de los impuestos de compra–venta. Además, como castigo por rebelarse sufrían mutilaciones en las orejas o narices. Si intentaban huir varias veces los "amos" les amputaban las piernas.
Carlos III, apodado "el Mejor Alcalde de Madrid", fue el mayor esclavista del Imperio, y probablemente de Europa occidental. Tenía 20.000 personas en propiedad, 18.500 en las colonias, de las cuales 10.000 solo en Cuba. En la Puerta del Sol se erige una estatua en su honor sin una placa que indique esto.
La presencia de personas esclavizadas influyó en la configuración y toponimia de la ciudad. Sin embargo, las huellas que dejaron durante más de 300 años fueron sepultadas "por el espíritu renovador del urbanismo madrileño del siglo XVIII", cuenta García, experto en la materia. Durante esa época, la segunda potencia económica en Madrid era la construcción, sostenida sobre todo con dinero de la esclavización.
Los protagonistas de esta inversión urbanística eran "individuos que habían amasado una fortuna muy vinculada a la esclavitud", afirma López. Muchos de ellos, dado su alto estatus social y económico, entraron en política. Sin embargo, no queda prácticamente ninguna huella de la vida de las personas esclavizadas en la capital española, al contrario, "diversas calles y plazas de esta siguen llevando el nombre de destacados propietarios de esclavos.", añade el profesor.
La propia Puerta del Sol, sin ir más lejos, renovada por el marqués de Manzanedo o duque de Santoña, quién se enriqueció con la venta de personas, convirtiéndose en la primera fortuna de Madrid y quizás de España. Compró la conocida como "Casa del Cordero" y erigió los edificios de alrededor a su imagen, por lo que esta plaza donde se encuentra el kilómetro 0 llegó a ser llamada "el patio de Manzanedo".
La calle donde se encuentra el restaurante Casa Labra, lugar donde se fundó el PSOE en 1879, se llamaba hasta pocos años antes Calle de los Negros. La actual Calle de Tetuán, perpendicular a la sofocante Calle Preciados, cambió su nombre durante el ensanche de la Puerta del Sol de 1856. Era descrita como una "miserable callejuela, que se convertirá pronto en una continuación de la nueva de Tetuán, o en una elegante galería de cristales" por Ramón de Mesonero Romanos, en el libro El antiguo Madrid: paseos histórico–anecdóticos por las calles y casas de esta villa.
Sigue existiendo, sin embargo, la Calle de las Negras, al lado de la Calle Princesa y uniéndola con la Travesía del Conde Duque. Su nombre se debe a que allí vivían las esclavas de los duques de Veragua (nietos de Cristóbal Colón), que residían en el aledaño palacio de Liria, separados de "la servidumbre", afirma López.
Incluso el bar donde tomamos cerveza puede estar manchado por este negocio contra los derechos humanos. El profesor López relata que uno de los últimos hombres esclavizados de Madrid se encontraba en la aún operativa cervecería Santa Bárbara, en la Calle Hortaleza, junto al metro Alonso Martínez.
La venta de personas esclavizadas tenía lugar en cualquier espacio público, como la antigua Puerta de Guadalajara, hoy desaparecida. Se encontraba en la esquina de la Calle Mayor con la Travesía Bringas, aledaña a la Plaza Mayor, donde podemos encontrar una placa que la recuerda. El profesor López cuenta el caso "de un magrebí de 19 años llamado Alí, que en 1737 fue subastado en el mismo lugar por 1.080 reales de vellón". Durante la primera etapa de la esclavización se comerciaba con personas que provenían del norte de África, llamados "moros de presa", hasta que el negocio se multiplicó y pasaron a ser, sobre todo, personas negras.
Plaza de la Provincia, donde fue subastado Hallí.
La venta de personas esclavizadas estaba completamente normalizada, y se incluían incluso anuncios en periódicos, junto a la sección de venta de animales. El profesor López cuenta cómo encontró un documento de 1583 en el que aparecía la venta de una orquesta entera al Palacio del Escorial, y en la que en el precio se podía observar cómo casi valían más los instrumentos que las personas vendidas. Había personas que hasta se vendían a sí mismas para evitar vivir en situación de calle.
Ni rastro en las calles, los museos o las aulas
Que este legado sea desconocido no es casualidad, sino racismo. Para que la esclavización funcionase hacía falta un sistema ideológico que "deshumanizase a la persona africana", como indica Toasijé: "Este estado de conciencia contra las personas negras se fomentó por parte de los poderes: la monarquía y la Iglesia". "Sigue habiendo unos discursos de identidad que llevan a la violencia hacia otros cuerpos y personas", recuerda el experto.
Joseph Carlos de Borbón era "esclavo" del rey Carlos III, perteneciente a La Casa de los Negros, una institución creada por el monarca en el Palacio Real para mostrar los "beneficios" de la esclavización. Joseph era pintor de cámara, y diez de sus cuadros están expuestos en el Museo del Prado, sin ninguna aclaración de su condición de persona esclavizada. Juan de Pareja es otro de estos casos. Era pintor, "esclavo" de Diego Velázquez, y algunas de sus obras están expuestas en el mismo museo, sin ninguna información.
Fernando Sáez Lara, director del Museo Nacional de Antropología, afirma que tiene que producirse una "descolonización" en los museos, que pasa por una toma de conciencia del relato histórico. El director asegura que esto tiene que cambiar "mediante procesos participativos, con personas que ofrezcan ese ángulo de visión y representación de personas descendientes de esas comunidades", pero afirma que "es complicado, hay una resistencia intelectual, social y política".
Por su parte, Andrés Gutiérrez, conservador del Museo de América, asegura que no existe una representación de la esclavización en los museos, pero que cambiar esto es complicado porque "la Administración va muy lenta". "Lo que vemos en el museo tiene mucho que ver con la invisibilización que hacemos de determinados colectivos. Es aprendizaje, no es voluntario.", declara. Respecto a esto, Toasijé defiende que la ley de Memoria Histórica también debería contemplar la historia esclavista de España, con sus consiguientes reparaciones.
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