¿Desde cuándo sois tan rebeldes?
Los ojos de Hania, Nadwa, Maryam, Lamya, Jaldía y Selma cuentan la historia de las mujeres palestinas en España, entre prejuicio, feminismo y el futuro de su pueblo.
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MADRID,
La resistencia feminista palestina ha estado activa desde el inicio de la ocupación israelí en el año 1948. Antes, en los años 20, eran referentes en la región liderando movimientos feministas que inspiraron a generaciones enteras. A pesar de ello, el relato y el imaginario colectivo construido sobre las mujeres palestinas han enterrado gran parte de esta historia.
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Hania, Nadwa, Maryam, Lamya, Jaldía y Selma, algunas nacidas en España de familias palestinas obligadas a emigrar; otras llegaron cuando eran pequeñas. A lo largo de sus vidas no han podido dejar de justificar lo que son frente a los demás. La pregunta "¿Desde cuándo sois tan rebeldes?", es solo una de las muchas que han tenido que enfrentar en su derecho por ser reconocidas en toda su complejidad y diversidad.
Por eso llevan tiempo tratando de mover la conversación sobre Palestina a un lugar que se ajuste a la realidad. Son ellas quienes hablan y hacen preguntas. Quienes marcan los tiempos y las narrativas. Este texto está tejido con sus experiencias y emociones como palestinas en la diáspora, donde construyen un puente entre sus raíces y su vida en el Estado español.
La mujer palestina que crees conocer
El imaginario alrededor de la mujer palestina ha sido moldeado por siglos de opresión y desinformación. Se las retrata como víctimas pasivas, relegadas al ámbito doméstico, sumisas y deshumanizadas, perpetuando una visión simplificada y sesgada de la realidad.
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"No es que no me sienta representada no ya como mujer palestina, sino como palestina en general", expresa con franqueza Selma.
En los medios "no se habla de los palestinos como personas", prosigue Hania, quien critica que las imágenes que se presentan de las mujeres palestinas se ajustan a la idea de "un otro en permanente conflicto" o al estereotipo de persona "desfavorecida y hambrienta".
Para todas ellas es importante insistir en que existe una percepción errónea sobre el pueblo palestino, con la creencia generalizada de que sus habitantes carecen de educación formal. Sin embargo, la realidad es completamente diferente. Según datos proporcionados por UNICEF, Palestina registra una impresionante tasa de alfabetización de adultos del 95%, muy por encima del promedio regional del 77%.
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En este contexto de distorsión, construir una identidad hispano-palestina se ha convertido en un acto de reivindicación y resistencia para ellas. "Nos han educado en la rebeldía", afirma Hania, señalando cómo esta coyuntura histórica ha moldeado su forma de desafiar una narrativa impuesta.
La resistencia feminista en Palestina y la alianza con el feminismo occidental
La historia de la resistencia palestina feminista ha sido invisibilizada, en parte, por prejuicios y estereotipos construidos desde el feminismo occidental. Las mujeres palestinas han participado desde Balfour en manifestaciones en contra de la ocupación israelí y desde entonces no han dejado de ocupar un lugar central en la resistencia anti sionista.
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Ya en la revuelta árabe palestina de 1936, hay mujeres como Fátima Ghazal, detenida y asesinada en Jenín durante los enfrentamientos, que participan activamente en la lucha. Como Ghazal, la lista de mujeres que desde los años 30 participan en la resistencia es larguísima, "poetas feministas, guerrilleras en comités de resistencia popular, escritoras, activistas... hay tanto desconocimiento que es difícil romper con ciertos prejuicios", cuenta Hania durante la conversación. "Ser mujer palestina me ha enseñado a defender mis derechos, como palestina y como mujer", comenta Jaldía.
Las protagonistas de este reportaje sienten que desde una parte del feminismo occidental existe la idea paternalista de que las mujeres de origen árabe tienen que llegar a donde están ellas, "a su nivel".
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"Por ejemplo, cuando hablo con otras mujeres sobre el pañuelo, muchas no preguntan, simplemente juzgan y esperan que yo lo rechace. Yo lo veo y pienso: cómo consigo que esta persona entienda que llevar pañuelo no la hace sumisa, y que puede que sea más feminista, más culta, que tenga más títulos universitarios y más fuerza de voluntad y más resiliencia que tú", se pregunta Nadwa.
"Creo que hay un problema de base y es que el feminismo occidental se entiende como un feminismo mundial y si no sigues los cánones occidentales, no eres tan feminista y no estás haciendo que se respeten tus derechos como mujer", critica Nadwa.
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Sin embargo, y a pesar de todo lo que aparentemente nos separa, la causa palestina no puede no ser feminista, y, en este sentido, Jaldía no tiene dudas de que "la alianza con el feminismo es natural, la lucha feminista es una lucha anticolonial, es una lucha por los derechos de todas y todos". El proyecto sionista es por definición no feminista, ya que amenaza los derechos mas fundamentales de millones de palestinas y palestinos, incluido el más básico de todos: el derecho a existir. Por eso y desde que comenzó el ataque indiscriminado de Israel sobre Palestina el pasado octubre, el movimiento feminista en el Estado español ha incluido a Palestina como eje central en protestas como las del 25 de noviembre o el reciente 8 de marzo.
"Las palestinas nos enfrentamos a un muro doble, el del patriarcado y el de la ocupación", cuenta Hania. Frente a esto, las alianzas y el acompañamiento son clave para el sostenimiento de la resistencia. "A nivel emocional, yo me he sentido muy acompañada. En estos días que lo he pasado muy mal me he encontrado muy arropada por mis compañeras, mis amigas; nos encontramos para abrazarnos, para llorar, para reír, para contarnos cómo nos sentimos, sacar la rabia que tenemos dentro y eso es muy importante", comparte Jaldía en este sentido.
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"Espero que la lucha siga su curso y sigamos trabajando juntas desde los movimientos feministas hasta la liberación de Palestina, al igual que vamos a seguir trabajando por los derechos de las mujeres en todo el mundo, ambas son una lucha continua", concluye Jaldía.
Lo que falta: tenemos que hablar de las prisioneras y los prisioneros
En medio del panorama que enfrenta Palestina, uno de los aspectos quizá menos conocidos es la situación de las personas presas palestinas en las cárceles israelíes.
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"En todas las casas, en todas las familias palestinas, siempre ha habido o hay alguien que está en las cárceles israelíes, que está siendo torturado o privado de su libertad", asegura Jaldía. Por eso, se ha convertido en "una causa principal" para la lucha palestina. Estos encarcelamientos son resultado de la arbitrariedad de estar en un lugar y momento inoportuno, pero también de la resistencia, la organización y la lucha por los derechos del pueblo palestino.
"A principios de octubre había casi 6.000 personas prisioneras en las cárceles israelíes en condiciones infrahumanas, entre ellas 170 niñas y niños, y unas más de 200 personas enfermas con enfermedades terminales", explica Jaldía. "El número de personas bajo detención administrativa había llegado a 1.200, sin cargos, sin acusación, sin saber por qué ni cuándo iban a salir. Estaban endureciendo las condiciones de las cárceles, quitándoles el agua, la comida, la ropa, teniendo a entre ocho y diez personas en celda", describe.
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Para ella, entender esta situación es clave para contextualizar lo que ocurrió el 7 de octubre, cuyo objetivo era -explica- negociar la salida de esas presas y presos políticos palestinos. Desde esa fecha los bombardeos y ataques indiscriminados de Israel han dejado más de 30.000 víctimas en Palestina.
En el transcurso de la conversación, todas han considerado fundamental abordar cómo se percibe y se comunica la ocupación israelí a Palestina en los medios occidentales, a los que apenas llega el 1% de lo que ocurre.
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— Bajo mi punto de vista, a los periodistas les falta hacer lo que realmente tienen que hacer, que es transmitir lo que está pasando sin tabúes — comenta Nadwa con determinación.
Nadie pregunta a las palestinas por el futuro que imaginan para su país
"La resistencia del pueblo palestino es quedarte en tu casa, en tu tierra, para no convertirte en refugiado", reivindica Nadwa. Y, sin embargo, relata que le han preguntado tantas veces "¿Y por qué no se van? ¿Por qué tu abuela se queda en su casa?".
"Es algo que jamás a mi se me hubiera ocurrido preguntarle a alguien, ven como lógico que la solución es que mi abuela se vaya de su casa", se pregunta sorprendida durante la conversación. Como Nadwa, el resto de compañeras se cuestionan porque cuando se habla de soluciones muy pocas veces se cuenta con su opinión, asumiendo un papel pasivo por parte de las palestinas y los palestinos a la hora de proponer un futuro para su territorio. Además, Nadwa cree que existe una profunda islamofobia a la hora de opinar sobre Palestina, "pero eso no puede ser lo que determine tu apoyo o no a un genocidio", concluye.
Son optimistas a pesar de todo y confían en que esta situación sea un punto de no retorno, "Israel se ha quitado la máscara" y será muy difícil que reconstruya su imagen tras este episodio genocida. Están de acuerdo en que las movilizaciones por Palestina se han mantenido en el tiempo, contra todo pronóstico, y eso es una señal de apoyo que da fuerza para seguir resistiendo, aunque reconocen que "es muy triste que las manifestaciones no tengan el impacto inmediato que todas queremos, que es la ruptura de relaciones con el Estado genocida de Israel", explica Nadwa. Lamya, sin embargo, explica que le frustra porque con Ucrania "fue completamente diferente; y a pesar de la barbarie que estamos viendo el nivel de reacción es mucho menor en comparación".
Al terminar la conversación, Selma sonríe con amargura e imagina el futuro de Palestina: "Sé que va a ser difícil, largo y violento, pero creo que al final Palestina va a ser libre porque la existencia de los palestinos es lo que amenaza el proyecto colonialista de Israel, y nosotros seguimos existiendo. Las palestinas seguimos pariendo palestinos, nazcan donde nazcan, somos como los de Bilbao que pueden nacer donde les dé la gana. Seguimos siendo palestinos, seguimos cuidándonos como palestinos y seguimos criando a nuestras hijas como palestinas, enseñándoles nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestra comida... y por eso Palestina no va a dejar nunca de existir, porque no van acabar con nosotras, no van acabar con todas las palestinas".
En este reportaje se han usado solo los nombres de pila de las protagonistas por cuestiones de estilo, ya que algunas de ellas no querían que se usaran sus apellidos. Así se presentan las mujeres protagonistas de esta historia:
Hania: Soy palestina de la diáspora, formo parte del movimiento BDS Boicot y Desinversiones al Estado de Israel y tengo 46 años.
Nadwa: Soy hispano-palestina, hija de una mujer española y un hombre palestino. Tengo 42 años y vivo en Madrid, intentando luchar porque algún día el pueblo palestino tenga justicia.
Maryam: Soy palestina en la diáspora, tengo 26 años y formo parte del movimiento BDS.
Lamya: Soy hija de un matrimonio mixto, madre española y padre palestino, y me siento hispano-palestina. He nacido en Madrid y he crecido aquí. Toda mi familia fue expulsada en el 48 de Palestina, tengo una familia que por desgracia es típicamente palestina porque está repartida por el mundo.
Jaldía: Soy miembro del Movimiento de mujeres palestinas Alkarama, de la Red de defensa de presas y presos políticos palestinos Samidoun, y de la Ruta Revolucionaria Alternativa Palestina Masar Badil que pretende volver a recuperar la voz de la diáspora palestina, dar el liderazgo de la lucha por Palestina a las mujeres y la juventud. Y aquí estoy intentando aportar mi granito de arena a esa lucha por Palestina, por la justicia y por la igualdad.
Selma: Soy palestina, nací en España y me he criado aquí en España, pero soy de padres refugiados palestinos. Nuestra familia proviene de un sitio que ahora está reconocido como Estado israelí, que se llama Beerseba, en árabe بئر السبع. Somos beduinos y mis padres ya nacieron como refugiados en Gaza, tengo mucha familia allí y también repartida por el mundo, porque es lo que nos toca a los palestinos.