Este artículo se publicó hace 4 años.
El programa intercultural de La Caixa, un reto con más de 157.000 protagonistas
Convertir la convivencia de diferentes culturas en experiencias enriquecedoras es otra de las metas de la Obra Social La Caixa, alcanzada nuevamente el pasado año a través de su Programa ICI, que cumple una década de compromiso social e integrador.
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El Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (Proyecto ICI) de La Caixa funciona y está más vivo que nunca. Un total de 157.612 personas participaron en alguna de las 2.787 actividades y acciones de esta iniciativa intercultural durante el pasado año 2019.
Promovido por la Obra Social La Caixa en 36 territorios de toda España, con la colaboración de los ayuntamientos y el tejido social, el proyecto incidió con éxito en su afán de dar valor a la convivencia ciudadana intercultural, étnica, lingüística y religiosa en los municipios y en los barrios.
Cada vez más implicados
Desde que en 2010 naciera este Proyecto ICI, cada vez más personas se han ido involucrando de manera activa, mejorando con ello sus entornos y comprometiéndose con la convivencia y la cohesión social. Con ese objetivo nació hace ahora una década este ambicioso proyecto, que ha logrado sistematizar un modelo para prevenir los conflictos sociales, lo que sin duda le convierte en una herramienta muy eficaz exportable a otros entornos y entidades interesadas en aplicarlo.
ICI se ha convertido en un eje fundamental que sirve de modelo para frenar, evitar y superar procesos y situaciones de exclusión social en territorios donde la diversidad y multiculturalidad es amplia, y se concreta en multitud de actividades cuya finalidad es crear un tejido social fuerte.
Una identidad común
El 32,5% de las personas que durante el pasado año participaron en el programa procedían de grupos culturales y étnicos muy diferentes, y eso reforzaba el carácter intercultural del proceso y la meta de generar espacios de sociabilidad donde se propicie la interacción positiva y la construcción de una identidad común.
Un 12% de los participantes eran de países del Magreb, un 8%, de América Latina, un 7,8% correspondían a población gitana y un 3% a personas procedentes de países del África Subsahariana, y en todos los casos la experiencia acabó resultando enriquecedora.
Grandes números de un enorme proyecto
Durante 2019, el Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural movilizó a 519 representantes de la Administración pública, 3.339 recursos técnicos y profesionales de los servicios sociales, 1.534 entidades sociales, 282 centros educativos y 88 centros de salud. Pero lo más positivo es que el trabajo conjunto de todos estos agentes acabó traduciéndose en la organización de 2.787 actividades y proyectos que generaron resultados.
El año pasado se celebraron encuentros vecinales en espacios públicos para el fomento de la convivencia y el diálogo intercultural, y se crearon así lazos que ayudan a combatir los estereotipos y los prejuicios que tanto perjudican la convivencia en los barrios.
Igualmente, entre las actividades del programa figuraba la Escuela Abierta de Verano, una iniciativa formativa y lúdica adaptada a cada territorio, que puede presumir del amplio programa de actividades para menores, adolescentes y familias llevados a cabo. Porque convertir el verano en un tiempo de ocio compartido, inclusivo y saludable, también es una experiencia muy gratificante, especialmente para los niños, los jóvenes y la familia, sectores de la población prioritarios en ese escenario común intercultural y diverso.
Nuevo modelo de intervención social
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad también colaboró durante 2019 en el desarrollo la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención (EPSP), que propone el aumento de intervenciones dirigidas a aumentar la esperanza de vida de cada persona, gozando de buena salud y sin enfermedades, lesiones o discapacidades.
El mayor logro del proyecto pasa por la promoción de un nuevo modelo de intervención social, gracias a la adaptación mutua entre personas y colectivos diversos, y también por la adecuación de las instituciones a dicha realidad.
Así, a partir de este patrón, se cimenta una nueva cultura de prevención, regulación y resolución pacífica de posibles conflictos y de convivencia ciudadana intercultural, lo que supone una valiosa aportación en la búsqueda de nuevas vías que hagan frente al reto europeo y mundial de gestionar en positivo la diversidad cultural, étnica, lingüística y religiosa.
L. M. G.
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