Una obra de Transportes deja aislados a los 60 residentes de un municipio del Pirineo
Los habitantes de los tres núcleos aragoneses de Seira están a punto de ser nuevamente confinados por la Administración. La gente de la pedanía aragonesa de Barbaruens tendrá que vadear el río Ésera en todo terreno o comprarse una canoa para acceder a la civilización. Temen que enfermar de gravedad equivalga a morir.
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HUESCA, Actualizado:
"Un preso en Tercer Grado disfrutaría de un mayor régimen de libertad que los sesenta o setenta residentes de nuestros tres pequeños núcleos del Pirineo aragonés si el Ministerio de Transportes nos confina de nuevo cerrando todos los accesos al municipio", se lamentaban anteayer los vecinos congregados en el edificio del concejo de Seira (Huesca) para plantarle cara a la Administración estatal por todas las vías posibles y hallar alguna fórmula para romper el cerco que está a punto de estrangularles y de poner sus vidas y sus trabajos en peligro.
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Esa imagen poderosa de "sesenta personas encarceladas" a la que han recurrido los vecinos para hablar de la magnitud de la amenaza que se cierne sobre ellos es mucho más que una metáfora. La decisión ya está tomada y salvo que el Ministerio de Transportes dé marcha atrás, los afectados quedarán literal y en algunos casos completamente aislados del resto del planeta a partir del 18 de octubre. Y en esta ocasión, la razón no guarda relación con la pandemia que obligó a confinar a todo el mundo, sino con las obras que se están ejecutando en varios de los tramos de la N260 que conectan las dos poblaciones oscenses de Campo y El Run.
Todo el valle del Ésera se verá afectado a mediados de este mes por el corte total al tráfico a partir de Campo (Huesca) de la carretera que la empresa Dragados está acondicionando y ampliando. En tanto duren los trabajos, los residentes de esa zona de la Ribagorza no tendrán otra opción que dar un gran rodeo a través de Pont de Suert (Lleida) o de la ribera del Isábena.
Claro que el caso del municipio de Seira es, sin embargo, mucho peor. De una parte, tanto la aldea de Abi como la llamada colonia de Seira (la parte nueva del pueblo construida en su día para albergar a los trabajadores de una gran central eléctrica que entró en funcionamiento a principios del pasado siglo) quedarán completamente separados del resto del mundo por uno de sus dos accesos, mientras que el segundo quedará cerrado al tráfico tres cuartas partes del día.
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Es decir, en el mejor de los casos, nadie podrá entrar o salir de allí fuera de "un restringido e inservible horario" que, según el ganadero y también concejal del equipo de gobierno Valentino Fievet, "no le permite a la gente ni ir a comprar a la farmacia".
Como en “Mountain Men”
La peor parte se la llevan sin embargo el tercero de los núcleos de población, Barbaruens, junto con Seira Alto, la capital original del municipio que se derrama por la ladera de la montaña que hay al otro lado del río Esera.
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A ambos se accede a través de una estrecha pista asfaltada que arranca desde la colonia y que salva el cauce fluvial mediante un puente viejo que ahora están a punto también de reemplazar. "A la Administración no se le ha ocurrido una idea mejor que acometer todas las obras de forma simultánea, lo que significa que tanto Seira viejo como la pedanía de Barbaruens van a quedar completamente aisladas a partir de esta semana", se queja un vecino. "Desde el jueves, los alrededor de doce residentes que habitan en la margen derecha de ese afluente del Cinca tendrán que vadear el río en todo terreno, si es que lo poseen, para acceder a la colonia y al resto del planeta o comprarse una canoa. Cuando el Ésera no lo permita, tendrán que quedarse en la cabaña como mountain men y dedicarse a la caza de mapaches. En la práctica, se les va a tragar la tierra", dice.
"Esto no es una broma. Estamos ya en otoño y vamos a tener no uno sino muchos días de lluvia seguidos en noviembre en los que el helicóptero no podrá volar. Han hecho una especie de pasarela pero sabemos que hay crecidas del caudal y que habrá momentos en que ni siquiera en todo terreno podrá vadearse el río. Es una chapuza detrás de otra", asegura Valentino Fievet.
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La población del municipio se halla muy envejecida y la gente se teme que si alguien sufre un infarto en Barbaruens o Seira alto, mejor hará en estar a bien con Dios. "Ya cerraron la colonia la pasada primavera y hubo uno de nosotros que tuvo que aventurarse con un todo terreno por la pista de tierra de Gabás para comprar insulina", añade el ganadero. "¿Qué sucedería si uno de esos días de lluvia tenemos cerrados los dos accesos a la colonia de la N260 por un desprendimiento o por un problema en las máquinas pesadas, tal y como ya ocurrió? Sucedería que la ambulancia no podría acceder a Seira nuevo, y menos todavía a Barbaruens. Como la empresa adjudicataria y la Administración probablemente saben, eso se llama homicidio imprudente. Si alguien muere, todo el mundo lo lamentará y por supuesto, habrá alguien a quien haremos pagar por ello. Yo, en mi negocio, tengo que estar atento a todo. Así que espero que quienes estén al cargo de las obras que van a confinarnos sepan que serán los responsables si sucede una desgracia".
Se sabe que los cortes intermitentes de tráfico para la ejecución de esos trabajos públicos se prolongarán al menos durante los dos próximos años. El acondicionamiento de esa vía era una reinvindicación histórica de al menos una parte de la población del valle del Ésera, la más directamente ligada al sector turístico, que es casi una suerte de monocultivo en esas áreas de montaña, a falta de casi cualquier otra clase de industria. Lo que no entienden los residentes de Seira es que la Administración haya actuado de un modo tan "chapucero y prepotente" y que haya tomado las decisiones sin considerar que aislar a un pueblo puede poner patas arriba las existencias de los afectados.
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En opinión del movimiento vecinal, lo que el Gobierno pretende hacer no es solo ilegal, sino que incumple las propias condiciones establecidas en el texto del proyecto, adjudicado a Dragados, donde se dijo literalmente que "los cortes de carretera se realizarían manteniendo el acceso a Seira y que no se trabajaría con cortes simultáneos en el tramo anterior y posterior de la travesía".
Según los afectados, el compromiso era también que la ejecución del voladizo en el tramo del Congosto de Ventamillo se llevaría a cabo por fases. "Consta en el documento que en primer lugar se realizaría la zona del contrapeso , manteniendo el tráfico en la zona lateral del río. Una vez fraguado el hormigón de la primera fase acordaron desviar el tráfico por encima de ésta y proceder a trabajar en el voladizo. ¿En qué ha quedado todo eso?".
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Una chapuza tras otra
"Ya nos cortaron los dos accesos la pasada primavera. En aquella ocasión, decidimos colaborar y facilitar las cosas porque nos prometieron que sería solo un mes y medio. Esos cuarenta días se convirtieron después en tres meses y eso no solo molestó a mucha gente, sino que creó grandes problemas", asegura Fievet. "Algunos nos hemos gastado tres mil euros, así que estaría bien que nos los devolvieran. Queremos que se nos compense económicamente por todos los gastos que hemos tenido que afrontar en combustible y en hoteles. Hemos perdido oportunidades laborales y hemos sufrido incrementos sustanciales de la jornada laboral. Quizá la Administración olvida que el tiempo es dinero. Algunos no han podido alquilar sus pisos, con lo que han perdido esas rentas. Y eso, por no hablar de la reducción del tiempo libre, además de las dificultades que afrontamos para realizar las compras. Ahora, pretenden encarcelarnos nuevamente y no vamos a tolerar que se nos imponga un régimen de horarios en al menos uno de los dos accesos. Si cierran por un lado tendrán que abrirnos por el otro".
La situación fue tensa ya la pasada primavera y no fueron pocos los vecinos que tuvieron encontronazos con los empleados de la UTE que ejecuta los trabajos y con los encargados de obra de Dragados y las empresas subcontratadas, al que alguno de los afectados acusó de tener actitudes "chulescas y barriobajeras" y de permitir o prohibir el paso de los vehículos hacia Campo de forma selectiva, en función de sus propios criterios arbitrarios y de sus filias y sus fobias.
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Los vecinos entienden que el problema va mucho más allá de Seira. A medio plazo, seguir cortando de forma intermitente la carretera a Campo va a poner en jaque en su opinión a todo el valle del Ésera, y no solo a los residentes del citado municipio. "Es completamente absurdo y chapucero que no hayan acondicionado un paso o una pista alternativa como la de Gabás, tal y como se hizo por ejemplo cuando se ejecutaron los trabajos del Estrecho de Olvena", dice otro miembro de la plataforma. "Es gracioso por otro lado que puedan abrir la carretera para que suban los turistas en determinadas fechas y para satisfacer las demandas del sector hostelero, pero que no consideren los daños permanentes que están causando al resto de la población. Algunos se han tenido que mudar a Graus o dormir en hoteles para seguir trabajando", dicen desde la plataforma vecinal.
Los vecinos no solo no están dispuestos a someterse a ningún horario para poder dejar sus poblaciones sino que exigen a la Administración que agilice las obras en el tramo a Campo, introduciendo turnos de fin semana y de noche. La Plataforma quiere que se abra también esa vía, salvo en casos excepcionales que la Administración tendrá que argumentar. "Entendemos que hay situaciones excepcionales, pero no tiene sentido que se pida a la gente que realice sacrificios mientras las empresas que acondicionan la vía no doblan los turnos o están a pie de obra los fines de semana. Soportar durante muchos más años una situación así comprometería la supervivencia de muchos de nosotros. Sentimos que se nos ha ninguneado y que, a la postre, lo que priman no son los intereses de la gente común, que ha visto su vida seriamente comprometida y cuyas necesidades y problemas no se han considerado a la hora de tomar las decisiones", añaden.
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La Plataforma no descarta llevar a cabo futuras acciones y movilizaciones como cortes de carretera en el caso de que se desoigan sus reclamaciones. "Ya nos hemos puesto en contacto con una abogada para emprender acciones legales contra los responsables de nuestra situación. Y nos consta que muchos de los residentes de los municipios que hay río arriba comparten muchos de nuestros puntos de vista", concluyen.
Este diario ha tratado de ponerse en contacto sin éxito tanto con los responsables de Dragados, la empresa adjudicataria, como con Rafael López Guarga, el responsable de la Demarcación de Carreteras del Estado en Aragón.