Madrid
Hay más de 24 millones de mujeres en España. La inmensa mayoría de ellas menstruarán o han menstruado. Un mes tras otro, durante alrededor de 40 años. Más de 480 sangrados. Más de la mitad de la población española compra o ha comprado tampones y compresas cada mes. Quizá ha ido decenas de veces a la farmacia a por analgésicos para calmar el dolor. Puede que algún día haya tenido que deshacer planes o ausentarse en el trabajo. Los números son apabullantes en la vida de las mujeres y ahora también salen de la intimidad. En los últimos años, la regla ha saltado al debate público.
Escocia anunció hace unos días ofrecerá de manera gratuita tampones y compresas en algunos lugares públicos. En Argentina se discute sobre la "menstruación sostenible". En España, el gobierno monocolor de Pedro Sánchez amagó en 2018 con bajar el IVA a los productos de higiene al 4%. Dentro de nuestro país, en Baleares se acaba de lanzar la campaña Nuevo periodo. Por una menstruación libre también de residuos, de fundación Rezero, que va acompañada de un estudio que analiza el impacto de estos productos en el medioambiente y la economía. Su propuesta de reducir plásticos en la gestión menstrual ha hecho que muchas mujeres pregunten a sus amigas si es posible el "sangrado libre", la capacidad de retener la regla sin usar productos, o si han probado las compresas de tela.
El citado estudio balear da buena cuenta de lo que cuesta menstruar. Solo en esta comunidad autónoma se utilizaron el año pasado más de 132 millones de unidades de productos menstruales y se generaron 1.600 toneladas de residuos. En los 28 Estados miembros de la Unión Europea, en 2017 se consumieron más de 49 billones de unidades de productos menstruales, equivalentes a 590.000 toneladas de residuos anuales aproximadamente. Estas cifras hay que gestionarlas. La regla trasciende lo íntimo: afecta a la vida personal y social de las mujeres, pero también a su economía o al medio ambiente.
La gestión menstrual
Atendiendo a las cifras, parece que debatir sobre cómo gestionar la regla no es, por tanto, una cuestión íntima o menor. Hay preguntas pertinentes: ¿Por qué se estimulan los productos desechables en vez de aquellos que duran más? ¿Las mujeres realmente conocen su ciclo?
"Estos anuncios siguen siendo para muchas niñas y mujeres la única fuente de educación menstrual que reciben"
"Son las grandes empresas las que pueden permitirse poner publicidad en prime time, por ejemplo, y estos anuncios siguen siendo para muchas niñas y mujeres la única fuente de educación menstrual que reciben, perpetuándose el discurso de que la menstruación huele mal", explica Paloma Alma, emprendedora de Cyclo, un proyecto en el que hace divulgación y vende algunos productos alternativos, como la copa menstrual o compresas de tela.
Su proyecto parte de una historia personal. "En mi caso, empecé a menstruar pensando que solo existían compresas y tampones, en concreto los que veía en la televisión, y asumiendo que me doliese, que me picase, que tuviera hipersensibilidad en la zona y enfermedades e infecciones recurrentes era normal".
Para Paloma Alma, sangrar cada mes era un quebradero de cabeza. Sus reglas se parecían muy poco a las de esas chicas que vestían de colores en los anuncios y hacían acrobacias cuando les venía la regla. Lo que en realidad tenía Paloma era alergia a los productos que usaba, pero de eso tardó en enterarse tras probar otros tratamientos e investigar sobre lo que le ocurría.
Por eso, ahora se ha convertido en una "activista menstrual" y está empeñada en divulgar "educación menstrual" para que las mujeres "sepan todas las alternativas que tienen para su gestión de la sangre menstrual y conozcan todas las peculiaridades del ciclo". Su obsesión por hacer pedagogía le llevó primero a montar un negocio, y ahora, en pleno 2020, a publicar un libro: Cyclo Tu menstruación sostenible y en positivo.
La tasa rosa y la pobreza menstrual
El debate no es nuevo y los países europeos llevan años estudiando cómo cerrar esta brecha entre sus ciudadanos y sus ciudadanas también en este sentido. Tampones y compresas son productos de primera necesidad. Países como Francia o Reino Unido tienen un IVA reducido y en España se establece en el 10%, mientras muchas activistas apuestan por que se baje al 4%. Países como Kenia, Canadá o Irlanda no aplican tasas a estos productos.
En 2017, a España llegó el debate (estéril) de la "baja menstrual" importado de Italia, donde se discutía sobre la conveniencia de establecer una baja laboral específica para los dolores de regla, como ya existía en países como Japón.
Muchas mujeres menstrúan, sean ricas o pobres, pero no todas tienen el mismo salario. El problema de la pobreza menstrual es el problema de la pobreza general. Las despensas solidarias de los barrios lo saben bien. Con la crisis de la covid-19, se han reactivado las redes de ayuda.
"Al principio se piensa en comida, pero es verdad que cuando pusimos en marcha esta nueva despensa en el mes de marzo, tuvimos en cuenta que además de una crisis económica es sanitaria y que iban a ser esenciales productos de higiene", explica Silvia González, miembro de la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este y una de las organizadoras de la Red de Cuidados de Villaverde Bajo.
Generalmente, se piensa en productos no perecederos, pero la covid-19 ha puesto la higiene en el centro. En las despensas también agradecen la donación de compresas, tampones o pañales, que suelen ser más caros y, por tanto, menos frecuentes. "La gente hace lo que puede", explica la voluntaria, que resalta el enorme esfuerzo que están haciendo las asociaciones, los comercios locales y los vecinos para contener la emergencia social. Otros productos reutilizables, como la copa menstrual, son rara avis en las despensas.
Como muchas cuestiones que aborda el feminismo, el debate se replica en diferentes latitudes y contextos, pero hay una raíz común. "Además de estar la pobreza feminizada, de que cobramos menos y trabajamos en sectores peores pagados, tenemos la obligación de pagar por estos productos mes a mes; se trata de un factor de desigualdad y discriminación", explica por correo Lucía Espiñeira, coordinadora de la campaña de #MenstruAcción del colectivo argentino Ecofeminita.
"Luego detectamos que lo que faltaban eran políticas públicas que tuvieran en cuenta que las personas con útero menstruamos"
Arrancaron esta iniciativa el 8-M de 2017, en el primer paro internacional de mujeres. "Empezamos recolectando productos para personas en situación de vulnerabilidad, pero luego detectamos que lo que faltaban eran políticas públicas que tuvieran en cuenta que las personas con útero menstruamos". Desde entonces, cuentan que se han presentado unos 16 proyectos en el país de alcance nacional, provincial y local que "buscan que estos reclamos se conviertan efectivamente en políticas públicas".
Educación menstrual y cultura de la regla
Oír "¿qué te pasa, tienes la regla?" como reproche. Decir "estoy en esos días" o "estoy mala" para evitar mencionarla. Pedir un tampón y guardarlo en el puño de la chaqueta para que los compañeros de instituto no lo vean. Estos gestos eran cotidianos hasta hace poco, cuando los anuncios de compresas se preguntaban "a qué huelen las nubes".
Con la llegada de Internet, desembarcaron las divulgadoras menstruales en YouTube, las ilustradoras empezaron a dibujar compresas manchadas de sangre y las activistas empezaron a preguntar para derribar el tabú. Incluso el instituto Pantone ha creado el color Period para representar el flujo menstrual para una campaña con la empresa Intima. Algo está cambiando.
"¿No vas a hacer un drama? Unas lagrimitas por lo menos. O una fiesta. ¡He traído confeti!". Es la frase que la menstruación le dice a una niña a la que le acaba de venir la regla en un famosísimo anuncio de compresas de principios de milenio. Provoca risa. Esa regla de piel caucásica y vestida de rojo pasión poco tiene que ver con lo que las adolescentes se encuentran cuando manchan por primera vez.
"Estas falsas creencias vienen, sin duda, de la mano de una mala gestión de la educación sexual en el currículo académico, que sería bueno tratar de solucionar"
El ginecólogo José C. Quílez Conde, portavoz de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Contracepción (SEC) y presidente de la Sociedad Vasca de Contracepción, sí tiene la sensación de que ahora ellas hablan de sus reglas con más libertad, también en las consultas médicas, donde probablemente se pregunta mucho más sobre "los patrones irregulares y sus causas, o sobre los cambios de las características del ciclo". No solo se ha producido en los centros médicos o los grupos de amigas, sino también en las redes sociales donde las mujeres cuentan sus experiencias.
Muchas veces, el conocimiento de los ciclos menstruales se acentúa con la preocupación de quedarse o no embarazada. El ginecólogo reconoce que aún persisten muchos mitos asociados a la menstruación o al uso de anticonceptivos: "Estas falsas creencias vienen, sin duda, de la mano de una mala gestión de la educación sexual en el currículo académico, que sería bueno tratar de solucionar".
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