Este artículo se publicó hace 2 años.
"Monitorizo al paciente con un aparato que no conozco": el duro relato de un enfermero de Madrid en una Urgencia sin médicos
Rubén, enfermero de una urgencia extrahospitalaria en Vallecas, narra cómo fue su último domingo de guardia, que no pudo contar con ningún médico a su lado.
Jose Carmona
Madrid-Actualizado a
Mientras 200.000 personas desfilaban por Madrid en defensa de la sanidad pública, la peor versión posible de las Urgencias extrahospitalarias diseñadas por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso salía a la luz. Los Puntos de Atención Continuada (PAC), con las plantillas mermadas por la falta de contratación de la Consejería de Sanidad, provocan que haya pacientes que acudan con cuadros graves pero no puedan ser atendidos porque no hay médicos disponibles. El resultado: personal de enfermería obligado a enfrentar situaciones para las que no están formados.
El plan de la Comunidad de Madrid ha convertido los 37 Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) y los 41 Servicios de Atención Rurales (SAR) en Puntos de Atención Continuada (PAC). Un total de 78 Urgencias en centros de salud –conocidas como urgencias extrahospitalarias– a cubrir sin reforzar plantillas y a cargo de los trabajadores que antes ocupaban los SAR. El doble de sitios para los mismos trabajadores.
El resultado, al final, es el mismo de antes de la apertura de las urgencias extrahospitalarias: acudir a un hospital, saturados por esa falta de alivio asistencial que deberían suponer esas urgencias. "He sido obligado a abrir solo con un celador como apoyo. Solo estoy yo como enfermero", relata Rubén, el enfermero que se vio este domingo sobrepasado por las circustancias: 24 horas con él como único responsable del PAC de Federica Montseny, en Vallecas.
"Me dispongo a monitorizar al paciente con una aparato que no conozco, para el cuál no he recibido ni la más mínima instrucción"
"Me senti indefenso y desbordado ante la situación" asegura este enfemero, que tuvo que afrontar sin un médico a un paciente con dolor torácico y sensación de mareo. Tras una primera valoración detectó una bradicardia severa (el corazón late menos de lo que debe) y decidió llamar al 061 para que fueran a recogerle para trasladarle a un hospital. "Me dispongo a monitorizar al paciente con una aparato que no conozco, para el cuál no he recibido ni la más mínima instrucción ni indicación. Desconozco si los parches del desfibrilador están conectados y cómo se conectan. Solo consigo ver el latido cardíaco y alguna derivación. Busco material para colocarle un catéter intravenoso y lo encuentro a cuentagotas, perdiendo un tiempo precioso en caso de emergencia vital", recuerda por escrito en un parte de incidencias.
Durante todo este proceso, Rubén era el único responsable del funcionamiento del PAC, por lo que se aglomeraron los pacientes y se montó una cola con dos horas de retraso para ser atendidos. Pero el punto más desgradable, asegura, fue cuando esta persona en estado grave se topó con otro paciente con complicaciones: "Durante las maniobras de la ambulancia en el parking para el traslado del paciente anterior, un usuario aparece en la puerta del PAC con una fuerte disnea que le dificulta el habla... Sin pensármelo, abordo la ambulancia que ya se iba para una valoración médica". La ambulancia también consideró que ese paciente debería acudir a las urgencias de un hospital, pero tuvo que hacerlo en transporte propio porque la ambulancia no tenía capacidad para más personas.
Rubén ha sido durante los dos últimos años enfermero en el SAR de Perales del Río. Tiene experiencia, pero la situación vivida está fuera de todo buen funcionamiento: "He echado en falta un compañero médico, llamé a la UVI para que viniera alguno, para saber qué necesitaba el paciente. Era yo solo para un teléfono, ver al paciente, hacer un electro... Dos manos no dan para tanto. Dan, pero si dejas la seguridad del paciente aparte. Esta situación es inasumible para solo un sanitario en el centro", recuerda ya por teléfono una vez terminada la guardia.
La vivencia de este PAC de Vallecas no dista de la situación generalizada en la Comunidad de Madrid. De forma sistemática, en torno al 10% de los centros no abrieron sus puertas cada jornada de trabajo porque no había personal disponible. Hasta en dos ocasiones, los PAC abiertos pero sin médicos superaban el 60% y la mayoría de jornadas el guarismo ha rondado entre el 30% y el 40%.
Los médicos destinados en los PAC han sido conscientes del entuerto en el que han sido colocados con la reforma de Isabel Díaz Ayuso y la prueba de ello son la cantidad de renuncias al cargo que se han producido. En los primeros 15 días en funcionamiento, los facultativos disponibles en los Puntos de Atención Continuada (PAC) han caído un 13%. Casi dos profesionales al día han abandonado su cargo y entrado en bolsas de empleo para cambiar de destino y área.
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