Este artículo se publicó hace 4 años.
El mensaje de Eva: un libro para superar y prevenir los abusos sexuales en la infancia
Eva tiene cinco años y ha sufrido abusos sexuales por parte de un vecino de la familia. Para poder poner palabras a su horror escribieron un cuento titulado: 'Tu cuerpo es tuyo. El mensaje de Eva'. Ahora han abierto un crowfunding para hacer que la historia llegue a muchas familias con el fin de hablar del abuso y prevenirlo.
Marisa Kohan
Madrid-Actualizado a
Eva tiene cinco años y como le ocurre a una de cada cinco niñas de nuestro país, ha conocido en carne propia lo que significa un abuso sexual. Su padres nunca pensaron que algo así les podía pasar en su familia. Tenían muy claro que de vez en cuando estas cosas ocurrían y alguna vez supieron de algún caso, pero sabían que suelen ocurrir en un contexto de proximidad y que cuidando mucho su entono estaban a salvo. Sin embargo, un día Victor sorprendió a un vecino abusando sexualmente de su hija Eva y todo su mundo conocido se vino abajo.
"La primera reacción es darte cuenta que cualquiera podemos estar expuestos a esto. Por mucho que quieras proteger a tus hijos y estés pendiente, realmente no es estrictamente tu cuidado lo que hace que esto suceda, sino que es el abusador, el delincuente, que puede encontrar un espacio por el que colarse con un menor de más o menos confianza. Nos quedamos en shock", explica Helena, madre de Eva.
Qué hacer a parir de ese momento no es algo que muchas personas tengan claro. Helena sí. Trabaja en un hospital público de Madrid y es miembro de la comisión de violencia que se encarga, entre otras cosas, de hacer los protocolos de violencia de género, de maltrato infantil y de abusos sexuales. Así que sabía que lo primero que había que hacer sin demora era acercarse a un hospital o a un centro de salud con la niña para realizar un parte de lesiones. Tiene que ser en el mismo día y cuando antes. "Si hay indicios de que puedan haber restos orgánicos es importante que la revisión se haga en un hospital, que tienen protocolos específicos. Después hacer la denuncia", aclara Helena.
Pero a partir de este punto, el mundo parece pararse. "Nos dijeron que llamarían a nuestra hija para que testificase en un contexto protegido. Una sola declaración que se graba, realizada en un espacio preparado para ellos. Esto fue el ocho de agosto. Estamos a finales de noviembre y todavía no nos han citado".
No significa que su caso se haya parado. Este retraso es resultado de las largas listas de espera que existen en los centros especializados que atienden a estos menores y les toman declaración. A finales de febrero de este año el Centro especializado de Intervención en abuso sexual infantil (CIASI) tenía una lista de espera de 260 niños y niñas. La pandemia de la covid puede haber agravado aún más este problema, pero desde hace tiempo muchas familias afirman que tras un abuso sexual o una agresión, los menores pueden estar varios meses, e incluso más de un año antes de poder prestar declaración. Sin ésta, el proceso no avanza.
Pero si el proceso penal es lento, la recuperación de estos menores se convierte en un verdadero drama. "Te dicen que hasta que la niña no declare, no la puedes llevar a ningún tipo de terapia psicológica porque si la hacen ya no pueden contar tal cual ocurrió, sino como lo han elaborado con posterioridad. Con lo cual se trata de un castigo añadido. A tu hija le ha pasado una cosa terrible, el procedimiento es tan lento que no avanza y oficialmente no puedes hacer nada con eso. Esto es imposible de gestionar. Con nuestra hija teníamos que hacer algo. Y no sólo con ella, sino con todo el entorno familiar. Tenemos cuatro hijos y todos estábamos muy afectados. Lo más grave le ha pasado a Eva, pero todos nos quedamos impactados", cuenta Helena.
Muchos les decían que no se preocuparan. Que ese tema no saldría del círculo cercano. Que no se iba a enterar nadie. Pero para Helena, la idea de enterrar lo que había ocurrido como si no hubiera pasado le pesaba como una losa. "Hay algo ahí que chirría, porque es como si la víctima tuviese algo sucio, algo feo que ocultar. Como volver a la época de la honra y el honor, que obliga a esconderlo para que nadie se entere".
Un cuento para ponerle palabras al horror
"Necesitábamos ponerle palabras, sacarlo fuera. No hemos hecho nada de lo que sentirnos culpables, no tenemos por qué sentir vergüenza. Nos ha sucedido una cosa y la tenemos que gestionar lo mejor que podamos, pero no es un secreto a esconder", afirma esta madre.
"Nuestro proyecto comenzó como un sueño, algo vago para ir trayendo palabras a este lado del dolor, para aproximar estrategias y que lo que nos había sucedido nunca nos volviese a suceder, para romper tabúes y dejar claro que los niños víctimas de abuso jamás deben sentir vergüenza o culpa, para dinamitar esos asquerosos 'secretos' que tanto daño pueden hacer. Escribimos para combatir la rabia, la impotencia…. y transformarlas en algo constructivo".
Helena relata que fue un trabajo de toda la familia. Que decidieron hacer los dibujos ellos mismos y que fue un actividad muy terapéutica. Una amiga les propuso maquetar el relato. Otra persona cercana les hizo una portada y luego decidieron imprimir 100 libros. Los repartieron entre distintas personas y se dieron cuenta de la necesidad enorme que tienen muchas familias de poner palabras a este horror. O de tener algún tipo de material que accesible a los niños para prevenir estos abusos.
"La idea del cuento no era enseñar nuestra historia, sino enseñarle a los niños lo maravilloso que es nuestro cuerpo, lo bien que funciona, que hay que cuidarlo y que cuando alguien no lo cuida o no lo respeta, no debemos consentirlo. Explicar que cuando el cuerpo te dice que una cosa no es agradable, que no tiene que pasar, hay que contarlo. Y hacer esto a través de un cuento es mucho más fácil. Mi hija tiene 5 años y vive en el mundo del Ratón Perez y los Reyes Magos y por mucho que le digas que hay gente que puede hacer cosas malas, es difícil que entienda esa idea. Sin embargo ahora, tras haber hecho el cuento, una de las reflexiones que hace es que 'hay gente mala, pero no pasa nada. Este es tu cuerpo, este es tu cuento'", continúa Helena.
Ahora han iniciado un proyecto de crowfunding para imprimir, al menos 3.000 ejemplares. Los distribuirán en colegios, centros de salud, bibliotecas... En diversos lugares donde puedan haber familias que necesiten poner palabras al horror o niños que precisen entender que su cuerpo es suyo y que nadie puede forzarlo.
"¿Cómo vamos a atajar lo que viene después, de adultos, si no hemos atajado lo del principio? Si no atendemos a la infancia que es donde se fragua el papel de víctima, ¿cómo vamos a romper luego la violencia de género? Empiezas a consentir desde pequeño. Este es el germen, la semilla con la que luego se fragua la violencia de género", explica Helena.
Esta madre cuenta que cada vez que da un libro, a cambio recibe una historia, un testimonio de una mujer generalmente que cuenta cuenta un episodio de abusos. "Porque esto pasa mucho. Mucho más de lo que podamos imaginarnos", añade Helena. Tenemos una herida social, de género, que está sin atender. Hemos avanzado en violencia de género, pero en violencia contra la infancia no hemos avanzado prácticamente nada". Por eso, entre otras cuestiones, pide que la lucha contra la violencia en la infancia esté dentro de la agenda política, que se legisle y se la dote económicamente.
Esperan que los fondos recibidos les permitan realizar un lanzamiento más amplio del cuento y les sirva también para adaptarlo a personas con discapacidad intelectual.
"Tenemos que cambiar la forma de hablar de esto con los niños. Un niño que sabe que su cuerpo es suyo es un niño protegido contra los abusos sexuales. No hablarlo, no explicarlo, sólo ayuda a prolongar la impunidad de los abusadores. Los que denuncian este tipo de abusos son una ínfima parte de los que lo sufren. Sobre esto habría que reflexionar", concluye Helena.
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