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"Su madre está sometida a un suicidio pasivo": los muertos en vida que dejaron los asesinos de Samuel

Psiquiatras y peritos forenses alertan de la gravedad de la depresión que padecen los padres de Samuel Luiz desde el atroz linchamiento de su hijo.

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Maxsoud Luiz, padre de Samuel, saliendo de la Audiencia Provincial de A Coruña el pasado 28 de octubre. — M. Dylan / Europa Press

a coruña, Actualizado:

Desde hace unos días ya no hay una tribu de periodistas, fotógrafos y cámaras esperando a las puertas de la Audiencia Provincial de A Coruña la llegada de los abogados, acusados y testigos del caso Samuel Luiz. La vista oral dura más de tres semanas, y el juicio ya no sale en las portadas. Además, la catástrofe de València ha absorbido todo el interés del ecosistema mediático del país, y las tertulias de radio y televisión ya nunca hablan de Samuel, ni los directos de los matinales de se hacen sobre la acera frente al número 1 de la calle Cigarreras, donde se encuentra la sede de la Audiencia de A Coruña, sino sobre el barro de Paiporta, Benetúser, Catarroja, el barranco del Poio...

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¿Cuándo deja de ser noticia una tragedia? ¿Cuándo desaparece el lodo que suele acompañar a las riadas de dolor que provoca? ¿Cómo se miden en el tiempo la pena y el sufrimiento una vez que las aguas bajan? ¿Se curan alguna vez, se llegan a olvidar? Quizá sea imposible establecer pautas para contestar a esas preguntas si se las hacemos a una sociedad entera. Pero los expertos aseguran que sí pueden ofrecer respuestas si se refieren a individuos concretos.

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Los psiquiatras, psicólogos y peritos forenses que comparecieron este miércoles en el juicio de Samuel expusieron la trágica situación que siguen padeciendo sus padres, Maxsoud Luiz y Dolores Muñiz, desde que una manada de asesinos linchó a su único hijo al grito de "¡maricón de mierda!" en la madrugada del 3 de julio de 2021 en el paseo marítimo de la ciudad. Ambos cayeron enfermos esa misma noche a causa del estrés agudo, la ansiedad y la depresión severa que les provocó la muerte de Samuel.

Terapia psiquiátrica, psicológica y farmacológica

Ese mismo mes empezaron terapia psiquiátrica, psicológica y farmacológica, pero sólo Maxsoud las ha seguido y, aunque ha obtenido de la Seguridad Social la declaración de incapacidad permanente que le impide trabajar, empieza a recuperarse. Dolores, sin embargo, padece un trastorno depresivo con síntomas psicóticos e ideas delirantes sobre su responsabilidad en la muerte de su hijo, que la llevan a rechazar cualquier tratamiento.

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"Ella lo considera un castigo divino, impuesto, cree que tiene que padecer y sufrir", sostiene Arturo Parada López, médico especialista en valoración de daño psicofísico, durante su testimonio frente al jurado a petición de la acusación particular. "Su vida consiste en salir con su marido una hora de paseo por la mañana y otra por la tarde. El resto, es decir las relaciones sociales, familiares, laborales... Prácticamente no existen", afirma.

De espaldas, la fiscal del juicio por la muerte de Samuel, llegando a la Audiencia Provincial de A Coruña, en una imagen de archivo. — J. O.

José Manuel Crespo Iglesias, médico psiquiatra con 25 años de experiencia en la sanidad pública y diplomado en Criminología, expone también ante el tribunal el sentimiento de culpa y de absoluta desesperanza que experimenta desde hace tres años y cuatro meses la madre de Samuel, sometida desde su muerte a un lento "suicidio pasivo" que va aumentando poco a poco el daño funcional que lo provoca. "El pronóstico es muy malo. Si no recibes tratamiento, cuanto más tiempo transcurre con todos esos síntomas activos, más difícil es que puedas recuperarte", añade.

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Desde que mataron a Samuel, la vida de Maxsoud y Dolores se ha embarrado de dolor: padecen insomnio, sueñan pesadillas cuando consiguen dormirse y experimentan con frecuencia ansiedad y angustia, explica Belén Peña, la primera psicóloga clínica que empezó a tratarlos apenas una semana después del crimen.

Depresión mayor de evolución crónica

Peña los derivó a una psiquiatra, Sonia Segade, que ahora ya sólo trata a Maxsoud y que ayer confirmó el mismo diagnóstico y sus traumáticas secuelas: "Tristeza profunda, dificultad para experimentar cualquier sensanción de placer o disfrute, problemas de sueño y concentración ...".  Segade sólo pudo ver dos veces a Dolores, en agosto y septiembre de 2021. Pero ya entonces pudo comprobar que padecía "un estrés traumático brutal". "Es una depresión mayor de evolución crónica", que se agrava por su rechazo a recibir tratamiento", concluye la experta.

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A los padres de Samuel los evaluaron también dos psiquiatras forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), Máximo Rodríguez Vázquez y Juan Molina, que confirmaron sobre el estrado el mismo diagnóstico y las enormes secuelas que sufren. "Forma parte de la enfermedad no reconocer la enfermedad", advirtieron.

Su dictamen es relevante porque de él se deducirán las indemnizaciones a las que tendrán que hacer frente los acusados del asesinato de SamuelDiego Montaña, Catherine Silva, Kaio Amaral, Alejandro Míguez y Alejandro Freire– si son finalmente condenados.

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A efectos de esas indemnizaciones, el informe pericial oficial contabiliza 530 días de baja de Maxsoud, es decir desde que mataron a Samuel hasta que se inició en la Seguridad Social el procedimiento de su incapacidad permanente. En el caso de Dolores son sólo 78 días, desde el 3 de julio hasta que se tuvo constancia de que no quería seguir tratamiento. En total son 608. Desde que la muerte de Samuel arrasó de barro y dolor sus vidas han pasado 866 días.

Alejandro Freire, ‘Yumba’, entre su abogado (derecha) y de Alejandro Míguez. — Cabalar / EFE

La fiscal y las acusaciones desmontan a un perito de la defensa que alegó trastorno mental de uno de los acusados

La defensa de uno de los presuntos asesinos de Samuel, Alejandro Freire, alias Yumba, para quien las acusaciones piden 22 años de cárcel por asesinato con ensañamiento y alevosía, presentó este miércoles en la vista oral a un perito psiquiatra que asegura que el acusado padece patologías que deberían atenuar su responsabilidad en su muerte.

Según Indalecio Carrera, doctor en psiquiatría y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago y contratado por la familia de Freire, éste padecería un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) con personalidad presicótica, además de adicciones a sustancias tóxicas, especialmente la cocaína, que a su juicio deberían darle alguna "ventaja" en el caso de que le fuera impuesta alguna pena, que en cualquier caso, por si situación y en su opinión, debería cumplir con medidas extracarcelarias.

Varios testigos, así como los policías que analizaron las grabaciones de los hechos, señalan a Freire como autor de varias de las patadas y puñetazos que recibió Samuel durante su linchamiento, así como del intento de estrangularlo durante la primera de las agresiones que padeció. Salvo por su propia declaración durante la instrucción, no existe prueba alguna que indique que el día de los hechos no era consciente de lo que hacía.

Especialmente la fiscal, pero también la abogada de la familia de Samuel y el letrado de la acusación popular, desmontaron el informe de Carrera, que elaboró a partir de lo que le contó el padre del acusado y de dos entrevistas de una hora en la cárcel. Incluso llegó a alegar una predisposición genética al TDAH del presunto asesino, que sólo tendría como sustento la versión de la familia Freire de que un tío de Yumba también lo había padecido.

El perito trató de convencer al jurado de que esa supuesta enfermedad, que no le había sido diagnosticada hasta ahora al acusado, sumada al consumo de drogas y a su personalidad, le habrían hecho más vulnerable al descontrol y a las respuestas violentas. Preguntado por la fiscal sobre si tenía alguna analítica o informe médico que demostrara que en la madrugada del 3 de julio de 2021 Freire iba tan drogado y bebido como insinuaba, reconoció que no, y que su peritaje se basaba sólo en lo que el acusado le había trasladado.

El testimonio de Carrera provocó que el jurado pidiera a la jueza que preguntara al perito dos cuestiones: qué tipo de TDAH creía que padece Freire, y qué efectos tienen las sustancias psicotrópicas en pacientes con esa enfermedad. El psiquiatra respondió que el trastorno del acusado era mixto, y que la cocaína y el alcohol en los enfermos de TDAH pueden ejercer un efecto depresor e incluso de sosiego sobre su personalidad. Es decir, lo contrario del carácter violento y agresivo que mostró el día de los hechos en virtud del testimonio de varios testigos y de las grabaciones mostradas en el juicio.

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